Cómo ha afectado la globalización las diferentes zonas

 

El proceso de inserción de México a los mercados internacionales ha promovido el desarrollo económico de ciertas regiones del país, siendo las más beneficiadas las regiones Norte, Noreste, Centro-Occidente y Centro-Este, de acuerdo con la clasificación regional del INEGI.

Lo anterior se puede ver claramente en la formación que se ha dado de clústeres [concentración o grupo] industriales en diversos sectores económicos. Uno de los ejemplos más claros de ello es la industria aeroespacial, la cual ha favorecido la innovación y la generación de empleos de alta especialización en Querétaro, Nuevo León, Baja California, Distrito Federal, Chihuahua y Estado de México.

El desarrollo de dichas entidades se ha sustentado en sus ventajas competitivas, donde el recurso humano les ha permitido desarrollar procesos de producción más eficientes y a menores costos. Lo anterior a su vez se ha traducido en mejores ingresos económicos para los trabajadores y mayores niveles de bienestar.

Si bien ha sido importante el desarrollo de dichas regiones, también se ha dado una gran disparidad entre el progreso dentro del país. Esto lo muestra claramente la concentración del PIB en el Distrito Federal, México, Nuevo León y Jalisco, los cuales representan en conjunto el 40.5% del PIB nacional. Además, tan sólo entre el DF, Nuevo León y Chihuahua obtienen más del 75% de la inversión extranjera directa del país.

En contraste, las regiones con mayores rezagos en educación, salud y alimentación han sido las menos beneficiadas en términos de desarrollo económico. Ejemplo de ello, en Chiapas el 43.2% de la población tiene carencia por acceso a los servicios de salud, en Oaxaca el 40% de su población tiene carencias en rezagos educativos y por ende ocupan la penúltima y última posición del país en cuanto a productividad laboral (pesos/empleado) y una participación en la atracción de inversión extranjera directa casi nula.

Resulta necesario llevar a cabo un plan de desarrollo regional que impulse la competitividad mediante la generación de las ventajas competitivas basadas en el capital humano tanto en educación, como en capacitación y en entrenamiento. Asimismo, apoyo de asesoría para la innovación y el desarrollo que permitan generar un clima favorable para los negocios y atracción de inversión extranjera con el objeto de generar un círculo virtuoso que impulse la creación de empleos, el mayor acceso a los bienes y servicios e impulse el progreso económico y social.

Para ello se requiere una estrategia de impulso a la competitividad que refuerce la inversión en educación, salud y alimentación. Ello requerirá una importante tarea en los estados y municipios en generar y administrar los recursos públicos para atender sus propias necesidades a través de un nuevo marco fiscal que les permita gastar atendiendo los problemas que subyacen en cada región.

 

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