La restauración de relaciones diplomáticas con Cuba es un “nuevo comienzo”, expresó el secretario de Estado norteamericano, John Kerry, aunque reconoció que todavía quedan muchas diferencias.

A unas horas de que Cuba reabriera su embajada en Estados Unidos este lunes, Kerry destacó que “este acontecimiento no significa el fin de las muchas diferencias que aún separa a nuestros gobiernos, pero refleja la realidad de que la Guerra Fría terminó hace mucho”.

Su discurso con el que dio inicio a una conferencia de prensa en el Departamento de Estado junto al canciller cubano Bruno Rodríguez, incluyó un fragmento en español. Dijo que el 20 de julio “empezamos a reparar lo dañado y abrir lo que demasiado tiempo ha estado cerrado” y que el proceso de normalización será “largo y complejo”.

“En el camino, estamos seguros que encontraremos problemas aquí y allá y momentos incluso de frustración”, dijo Kerry, “se requerirá paciencia”.

El canciller Rodríguez detalló algunas de las diferencias discutidas con Kerry, como el deseo de que Cuba termine el embargo de comercio impuesto por EU y la devolución de la base militar de Guantánamo.

Sin embargo, Rodríguez dijo estar “complacido” tras su reunión con Kerry y aseguró que su país percibe la apertura de la embajada como una “señal para avanzar hacia una relación civilizada”.

Se transforma Cuba

Una encuesta de la Associated Press-GfK difundida este lunes, revela que tres de cada cuatro estadounidenses creen que Estados Unidos debe tener relaciones diplomáticas con Cuba, pero no están seguros hasta qué punto deben levantarse las sanciones.

Los datos indicaron también que el 58% de los estadounidenses apoya la gestión de ha hecho el presidente Barack Obama de la relación entre Washington y La Habana, mientras que el 40% se opone.

Más de un turista ha viajado a Cuba para observar a un país detenido en los años cincuenta antes de que cambie, antes de que “pierda su autenticidad”, expresó una visitante francesa. Ellos quieren ver de cerca las repercusiones en el país del reinicio de las relaciones diplomáticas entre Washington y La Habana.

Los habitantes de la isla ven la situación de forma diferente y creen en la necesidad de un cambio urgente. Hay quien considera que la revolución ha hecho bien, aunque al mismo tiempo se reconoce que falta mucho por hacer, en referencia al bloqueo.

El embargo norteamericano no está contemplado en la agenda inmediata de las negociaciones, pero su fin es previsible; Cuba debe estar preparada, aseguran diversos expertos.

De acuerdo con el noticiario Radio Francia Internacional, Ricardo Torres, del Centro de Estudios de la Economía Cubana (Universidad de La Habana), indica que de esta manera se abrirían “perspectivas muy interesantes para el desarrollo de Cuba” y se emprendería la integración del país a la economía mundial.

El experto aplaude los intercambios plurales, no solo con “los Estados Unidos o la Unión Europea o China” y señala que aunque se analiza el impacto positivo del fin del embargo, no de debe perder de vista que “es un desafío extraordinario; habrá efectos colaterales y habrá que manejarlos”.

El gobierno cubano ha iniciado reformas económicas internas para estar preparados hacia el gran salto del futuro; las inversiones extranjeras han incrementado al igual que el número de turistas (15%). Se percibe también un aumento considerable en el negocio inmobiliario, aunque “todavía no hay más oferta que demanda”, lo que cambiará cuando se abra el mercado inmobiliario a los extranjeros.

Muchos cubanos consideran que la transformación económica del país significará una apertura política, una ampliación de los cambios para bien. “Somos un país socialista y hay muchas cosas que no nos permiten hacer y en el capitalismo todo es permitido; aquí no, tenemos muchas cosas restringidas”, explica un habanero a RFI.

Por su parte, la oposición está inconforme de haber sido apartada de las conversaciones; el portavoz del partido Arco Progresista, Manolo Cuesta Murría, dice que es “inevitable, sobre todo un país pequeño como Cuba, del hemisferio occidental, que se abra al proceso de la economía global y que eso no vaya a tener un impacto en la vida social, en la vida política”.

Otra de las incógnitas es el papel de los Castro en el futuro de Cuba, que podrían perder su papel protagónico.