Carlos A. Flores
Jean Monnet, uno de los hombres que contribuyeron a la fundación de lo que hoy se conoce como la Unión Europea, al lado de Robert Schumann o Konrad Adenauer, —evocado mil veces por su portentosa imaginación y arrojo económico—, escribió: ”los hombres sólo aceptan el cambio por la necesidad, y solo ven la necesidad en las crisis”
El actual panorama europeo es un gigantesco embudo donde chocan varias fuerzas que buscan prevalecer. Por un lado, las instituciones supranacionales construidas luego de la Segunda Guerra Mundial parecen ser golpeadas por la fuerza de las urnas, convocadas en el referéndum griego, aunque ello sólo es una percepción.
Al mismo tiempo, la crisis económica griega, da oportunidad para imaginar un nuevo y necesario diseño de las instituciones de la Unión Europea.
Como estrategia de negociación, el enfático “no” expresado en las urnas griegas, ha topado con la cruda realidad de los intereses creados por la Comisión Europea, el Banco Central Europeo y el Fondo Monetario Internacional, la famosa troika.
Una troika apoyada por quienes verdaderamente mandan en la Unión Europea, los influyentes líderes encabezados por la dupla Merkel-Hollande.
No se puede construir una verdadera oposición con el sistema bancario nacional al borde de la quiebra, con miles de griegos buscando sobrevivir y con una pesada deuda por saldar a cuenta gotas.
Se piensa que es posible un acto de refundación del espacio común europeo impulsado por la fuerza de la sociedad civil. No hay que ser ingenuos. Ante extremas amenazas económicas, pareciera que Grecia se queda sin más argumentos para aceptar la austeridad programada.
Una austeridad forzada que hace preguntarse: ¿de qué sirvió la movilización expresada en el referéndum convocado por Tsipras?, ¿acaso no el plan de choque votado en las urnas es el mismo que ahora se acepta a pie juntillas?
En medio de la crisis hay una corresponsabilidad ineludible. Los insostenibles planes de austeridad contra los que protestan los griegos, son originados por la complicidad criminal con la que la troika financió este desastre y por la irresponsabilidad del gobierno griego.
La austeridad es medicina amarga. Mucho podemos decir nosotros, sobre todo luego de haber padecido en carne propia el costo del sobreendeudamiento, la mala administración y la lenta construcción de instituciones en medio de las crisis.
Es momento, pues, de reflexionar sobre el sentido de la Unión Europea no sólo como una agrupación de Estados sino como una conjunción solidaria de seres humanos.
Tal es la visión de Monnet cuando afirma: “no agrupamos Estados, unimos hombres”. En este contexto de imposición en la mesa de negociaciones, ¿qué pesa más?, ¿los capitales o el sacrificio de los seres humanos?
@CarlosAFlores