Bernardo González Solano

Es seguro que el presidente Obama nunca olvidará el verano de 2015 y sus dos simbólicos viajes a Kenia –la patria de sus ancestros paternos– y a Etiopía. A 18 meses que termine su mandato presidencial, esta rápida gira por el continente negro (la cuna de su sangre, así como la de su esposa Michelle, cuya tata-tarabuela, Melvinia Shields  fue esclava en EUA así como su bisabuelo Robert), en cierta forma es el “adiós” de Obama a Africa como primer mandatario afroamericano estadounidense. Es poco probable que regrese a tierras africanas todavía como jefe de la Casa Blanca, sobre todo en un contexto económico y comercial dominado por China. Quizás este viaje debió realizarse mucho antes para que el mulato hubiera velado mejor por los intereses de EUA en Africa, la “cuna de la humanidad” según los últimos descubrimientos antropológicos.

La tarde del viernes 24 de julio Barack Obama arribó a Kenia. En su 41º viaje oficial desde su investidura como cuadragésimo cuarto presidente de Estados Unidos de  América (EUA), el 20 de enero de 2009. Desde entones, Obama había realizado 40 viajes internacionales y visitado 49 países diferentes (50 si se incluye Cisjordania). A México, por decir algo, ha viajado en cinco ocasiones diferentes, más que a Canadá donde solo ha estado en dos ocasiones.

Para esta gira, Obama retornó por primera vez como mandatario a Kenia, la tierra de sus ancestros (del 24 al 26 de julio), viaje que continuaría (27-28 de julio), a Etiopía para la primera visita oficial de un presidente estadounidense a este país. El 41º viaje internacional sería para Obama la ocasión de regresar por tercera vez a Africa (la cuarta si se toma en cuenta su visita a Egipto en 2009), un continente que relegó claramente pues hasta ese año visitó Ghana y en junio de 2013 (Senegal, Sudáfrica y Tanzania), antes de regresar el diciembre de ese mismo año con motivo de las exequias de Nelson Mandela, donde por cierto se saludó, por primera vez, con el cubano Raúl Castro, ya como presidente de Cuba. Ese simple apretón de manos fue la señal de que “algo” sucedía entre Washington y La Habana. Ahora, ya se reabrieron las embajadas de ambos países en sus respectivas capitales, y continúa la recomposición de relaciones diplomáticas entre ellos. Después de su primer año de gobierno cuando decidió viajar por todo el mundo (10 viajes oficiales), Obama se concentró rápidamente en la política interior estadounidense. Europa continúa siendo el centro de sus preocupaciones, donde ha viajado en 34 ocasiones diferentes; 24 a Asia, 15 a Hispanoamérica; 7 al Oriente Medio, 5 a Africa  y dos a Oceanía.

En el discurso de apertura de la Cumbre Global de Emprendedores (Global Entrepreneurship Summit, foro patrocinado por EUA anualmente desde 2009, que reúne más de 1,000 emprendedores e inversores de 120 países para presentar proyectos innovadores, intercambiar ideas y buscar nuevas vías de financiamiento), en la capital Nairobi, junto a su homólogo keniano, Uhuru Kenyatta, el presidente Obama declaró  el sábado 25 su orgullo por haberse convertido en el primer mandatario estadounidense que visita Kenia, su hogar ancestral. Ante la cálida y total bienvenida, Obama dijo: “Ustedes hacen que me sienta como en casa. Asante sana (“muchas gracias”, en swahili). “Hace tiempo prometí que volvería a Kenia y, como presidente de mi país tengo que cumplir mis promesas. Los quiero”. De hecho, aparte de que su padre era originario de Kenia, donde está enterrado, así como sus antecesores paternos, allí viven cuatro mediohermanos, incluyendo una mujer, Uma, descendientes de su primer y tercer matrimonio; así como la tercera mujer de su abuelo paterno, “Mamá Sara”, de 93 años de edad, a la que Barack  llama “abuela”, y otros parientes. En esa reunión, Obama, muy emocionado, dijo a los jóvenes entre las oleadas de aplausos que no menguaban: “No hay ningún límite que no puedan alcanzar, la juventud tiene el potencial de construir su futuro aquí y ahora. Yes youth can!“, jugando con su famoso lema de campaña: “Yes, we can!“.

La gira de Obama por Kenia estuvo llena de reminiscencias paterna, aunque a su progenitor solo lo vio una vez en su vida, cuando tenía diez años de edad, aunque le influyó tanto que en 1987 viajó por vez primera a territorio keniano para conocer sus raíces. Experiencia que cuenta en su libro Dreams From My Father (Sueños de mi padre, que fue primer lugar de venta durante muchos meses según The New York Times). No obstante, entre Honolulu (Hawai), la ciudad donde nació el 4 de agosto de 1961 y Kogelo, donde nació su padre –que no visitó por “problemas logísticos”–, pero que los kenianos consideran su “casa”, no solo hay 17,000 kilómetros de distancia, y más de veinte horas viajando en avión, sino una abismal diferencia cultural. Como sea, en la pequeña Kogelo, al oeste de Kenia, Obama es simplemente “Barry”. Así lo conocen familiarmente porque su padre, que también se llamaba Barack Hussein Obama, escogió ese mote cuando fue a estudiar, en 1959, en EUA gracias a una beca y quiso adaptarse mejor en la sociedad estadounidense. El presidente heredó, además del nombre, el alias y durante su infancia y adolescencia sus allegados le llamaban “Barry”, de ahí los carteles que decían: “Welcome Home Mr. Barry!”.

En esta visita no todo fue de carácter familiar, ni de apapachos. En una rueda de prensa conjunta con su homólogo keniano, Uhuru Kenyatta, Obama afirmó que ningún país debería “discriminar a los ciudadanos por su orientación sexual”, en clara referencia a lo que sucede no solo en Kenia sino a otros países africanos en los que la homosexualidad es delito y tiene muy poca acepción social. En la tierra de su padre, las relaciones homosexuales son un delito punible con 14 años de prisión. Al respecto, el vicepresidente William Ruto, declaró: “En EUA está legalizada la homosexualidad y otras cosas sucias” refiriéndose al fallo del 26 de junio pasado del Tribunal Supremo estadounidense para legalizar el matrimonio entre personas del mismo sexo en todo el país.

Kenyatta, por su parte, no permaneció callado ante las palabras de Obama a quien le recordó que si bien ambos países comparten mucho objetivos y valores, hay otros aspectos en los que no están de acuerdo, como los derechos de los homosexuales, que “no son una prioridad” para su gobierno. El país, dijo Kenyatta, tiene “asuntos mucho más importantes que tratar, como la sanidad o las infraestructuras” y una vez que se hayan resuelto “será posible comenzar a hablar de otras cuestiones como la homosexualidad”.

Sin embargo, desde hace varias semanas Nairobi, la capital, fue invadida por los servicios de seguridad. Según se informó, 13,000 personas –de los cuales 800 eran agentes estadounidenses–, vigilaban la llegada de Obama, a fin de impedir cualquier ataque del grupo yihadista Al Shabab, aliado de Al Qaeda. Según una encuesta del Pew Research Center, el 80% de los kenianos tienen una opinión positiva de Barack Obama, aunque también también hay cierta decepción porque no haya venido antes. Durante sus dos mandatos,  el “hijo pródigo”  fue a Ghana, Egipto, Tanzania, Sudáfrica y Senegal pero “evitó Kenia”, dijo un analista local. Algunos piensan que esto fue perjudicial porque todos esos países enfrentan la misma amenaza terrorista y la falta de apoyo de EUA impidió avanzar en esta materia, “faltó decisión”, dicen.

Además del terrorismo y del homosexualismo hay otros temas que saltan en el escenario cotidiano de Kenia: los derechos humanos, la corrupción endémica (sobre la que Obama hizo referencia específica), los atracos de la policía contra los musulmanes y las amenazas que pesan sobre la libertad de prensa. La llegada de Obama es una bendición para Uhuru Kenyatta, que retorna al escenario internacional después de haber sido exonerado por la Corte Penal Internacional por crímenes contra la humanidad por la violencia que siguió a las elecciones de 2007 que causaron 1,300 muertos. Los cargos fueron retirados por falta de pruebas.

Con tono paternalista, moralizador, Obama hizo las denuncias pertinentes, aunque no solo fue a dar la lección a los kenianos y a los africanos. También fue en viaje de negocios. Los intercambios comerciales de EUA con Africa se calculan en 73,000 millones de dólares, muy lejos de los 200,000 millones de dólares entre China y Africa. Lo que significa que los chinos llevan una gran ventaja a los estadounidenses en este sentido. Así, el “keniano” a medias, prometió, sin hacer anuncios concretos: inversiones en  las nuevas tecnologías, la energía y las infraestructuras. Y, en la lucha contra el terrorismo, aparte del desbloqueo en mayo último de 100 millones de dólares para el gobierno keniano para equipo, formación y adiestramiento de tropas para la Misión de la Unión Africana en Somalia, no se anunció algo suplementario.

Al finalizar  su gira, al hablar en la sede de la Unión Africana, en Adis Abeba, Obama felicitó al gobierno etíope –que se mantiene en el poder desde hace 25 años y que en la últimas elecciones ganó todos los escaños del congreso–, por su lucha contra los yhihadistas de Al Shabab, aunque advirtió que el país no podrá desarrollar todo su potencial si continúa persiguiendo a la prensa y a  grupos minoritarios.

En el adiós de Obama a Africa hubo de todo: discursos, cenas de estado, reuniones familiares y bailes como cuando en la cena con Kenyatta, en Nairobi, se lanzó a bailar la danza tradicional Lipala bautizada como  el “Gangnam Style” al ritmo del popular grupo local Sauti Sol, que se hizo viral en You Tube. VALE.