Reconstruir el partido
Cuando la lucha entre facciones es intensa,
el político se interesa, no por todo el pueblo,
sino por el sector a que él pertenece.
Los demás son, a su juicio, extranjeros,
enemigos, incluso piratas.
Thomas Macaulay
Carlos Alberto Pérez Cuevas
Cuando en septiembre de 1939 Manuel Gómez Morin vio cristalizado su anhelo de constituir una fuerza organizada de ciudadanos libres, honorables, distintos y distinguibles, sólidamente preparados, tanto intelectual como doctrinalmente y con sus vidas prácticamente resueltas por el desempeño de sus brillantes profesiones y oficios, con las convicciones bien arraigadas de servir a Mexico y entregar sus vidas para que las personas ejercieran plenamente sus libertades y vivieran una autentica democracia donde fueran valorados en su dignidad generando mecanismos para que sus necesidades materiales y espirituales fueran satisfechas, y que en el ejercicio de la política se practicaran principios universales como la honestidad, la integridad, el bien común, la solidaridad y la subsidiariedad.
Maduración para formar el PAN que le llevó muchos años de trabajo desde el Ateneo de la juventud, la generación de 1915 y el rechazo a la propuesta de Vasconcelos de crear un partido que inmediatamente participara en las elecciones. Corría el año de 1928, once años antes de la fundación del PAN y don Manuel pensaba lo siguiente: “yo siempre he creído que lo más importante para México es lograr integrar un grupo, lo más selecto posible, en condiciones de perdurabilidad, de manera que su trabajo, sin precipitaciones, pueda ir teniendo cada día, por esfuerzo permanente, un valor y una importancia crecientes”.
Don Manuel nunca imagino que 61 años después ese partido que formó ganaría la Presidencia de la Republica, y que en esos más de sesenta años se cumpliría su anhelo de que el trabajo de personas íntegras rindiera fruto y su valor e importancia crecieran y que su principal activo fuese la honestidad y la honorabilidad en el ejercicio de la política, los gobiernos federales del PAN duraron doce años, y a partir de ahí se vino una creciente debacle que ha puesto al partido en el ojo del huracán.
Exhibiciones de conductas y acciones de corrupción y control clientelar que antes eran denunciadas, exhibidas y combatidas como conductas casi genéticas del partido oficial y su gobierno omnipotente, hoy soy acusaciones entre miembros del partido. Antes siempre se imponía la generosidad y aun a regañadientes se encontraban los cauces para un trabajo más allá de las contiendas electorales, aduciendo siempre que había un interés superior por el bienestar del partido y de la patria, llegamos a denominarlo la “camaradería castrense”. Hoy se elige presidente nacional del partido, y la posibilidad de que volvamos a ser distintos y distinguibles con claridad en la acción; una oportunidad única para reconstruir un PAN que le sirva a Mexico y no a unos cuantos.
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