Entrevista a José Torero | Experto en seguridad contra incendios | Exclusiva para Siempre!

 

Nora Rodríguez Aceves

“No existe ninguna evidencia que apoye la hipótesis generada en base a testimonios de que 43 cuerpos fueron cremados en el basurero municipal de Cocula, Guerrero, el 27 de septiembre de 2014”, es la principal conclusión a la que llega el reconocido investigador en temas relacionados a la seguridad contra incendios, José Torero Cullen, en el Informe Ayotzinapa. Investigación y primeras conclusiones presentado por el Grupo Interdisciplinario de Expertos Independientes (GIEI) de la Comisión Interamericana de Derechos Humanos (CIDH).

No obstante advierte, “yo no estoy diciendo en ningún momento que los cuerpos no fueron incinerados, lo que estoy diciendo es que en base a testimonios existe una hipótesis que es que 43 cuerpos fueron incinerados en el basurero de Cocula, y lo que yo estoy diciendo es que es imposible incinerar 43 cuerpos en el basurero de Cocula en el periodo de tiempo y en el lugar en el cual se indica en la hipótesis, o sea, especulaciones de dónde se incineraron, si se pudieron incinerar o no se pudieron incinerar es muy difícil para mí comentar sobre ese tema”.

Dado que el resultado del peritaje técnico de que los normalistas “no fueron incinerados en el basurero de Cocula en el periodo de tiempo que indican los testimonios”, contrasta con el dictamen oficial de la Procuraduría General de la República (PGR) que “en las dos declaraciones oficiales públicas ofrecidas en noviembre de 2014 y enero de 2015, en el sentido de que los normalistas habrían sido entregados a un grupo de Guerreros Unidos, quienes habrían asesinado y quemado los cuerpos de los 43 normalistas hasta hacerlos desaparecer casi por completo en la madrugada y el día 27 de septiembre. Sin embargo, las declaraciones de los acusados no son lineales ni congruentes sobre este tema. Hay contradicciones que cuestionan su validez”, según el informe presentado por el GIEI.

Además, de acuerdo al análisis técnico del perito peruano contenido en el informe de la CIDH “el Dictamen de Incendios (AP/PGR/SEIDO/UEDMS/871/2014, Folios 80002, 83278, 88350) no tiene los objetivos, la profundidad y el rigor necesarios para una investigación de esta naturaleza”.

Asimismo, apunta que “las conclusiones del Dictamen de Incendios (AP/PGR/SEIDO/UEDMS/871/2014, Folios 80002, 83278, 88350) son en su mayoría erradas y en muchos casos no emergen de la evidencia material y de su posible interpretación.

Dictamen pericial que Tomás Zerón de Lucio, director en jefe de la Agencia de Investigación Criminal de la PGR, hecha el 8 de agosto pasado y en donde sostiene “la verdad histórica” de la dependencia, de que un grupo de normalistas de Ayotzinapa fue incinerado al aire libre en el basurero municipal de Cocula hace ya casi un año.

“Los peritajes propios de la Procuraduría son contundentes y comprueban que es técnicamente posible que los cuerpos de los normalistas fueron quemados en ese basurero y sus restos esparcidos en el río San Juan”, afirmó Zerón de Lucio, en una entrevista para Grupo Imagen Multimedia.

Pruebas materiales

José Torero Cullen, nacido en Lima, Perú, es actualmente profesor y director de la Escuela de Ingeniería Civil de la Universidad de Queensland, en Australia. Es licenciado en ingeniería mecánica de la Pontificia Universidad Católica de Perú, y maestro y doctor por la Universidad de California, Berkeley, donde estudió la combustión sin llama y el fuego de seguridad. Además, es consultor en algunas organizaciones privadas y gubernamentales de todo el mundo. Participó en proyectos emblemáticos como el Buncefield, mina Sago y Explosiones Texas City, el colapso del World Trade Center y el diseño de la infraestructura compleja.

Desde Australia, defiende los resultados de su investigación y en entrevista vía telefónica con Siempre!, sin emitir juicios de valor o tratar de politizar el tema en el que se encuentra involucrado su nombre y su trabajo, Torero Cullen fija su posición sobre el debate abierto nuevamente entorno de si pudo ocurrir o no ocurrir la cremación de los normalistas en los términos que dice la PGR.

“Desde un punto de vista técnico —dice— uno puede evaluar si una hipótesis puede ocurrir o puede no ocurrir, el informe de la PGR hace un análisis que reconstruye los eventos, pero de una forma tal que extrapola la información de una manera especulativa y que no tiene realmente una base técnica, entonces las conclusiones que se generan en ese Informe no pueden ser fundamentadas técnicamente y no existe ninguna evidencia que muestre que esas conclusiones se pueden hacer”.

Además, “existen después otros informes que están sobre todo en la prensa de gente que dice que uno puede incinerar cuerpos con poca carga combustible y con incendios relativamente pequeños y eso es absolutamente cierto, esto se puede hacer porque uno puede incinerar un cuerpo utilizando las grasas del cuerpo. El problema es que cuando uno incinera un cuerpo de esa manera se generan residuos que tienen alto contenido orgánico y no son consistentes con los residuos que se encontraron en el basurero de Cocula, entonces la realidad es que ninguna de las otras hipótesis tiene una correlación correcta y sólida desde un punto de vista técnico con la evidencia material encontrada”.

De ahí que argumente que para “poder incinerar 43 cuerpos a las condiciones a las cuales se encontraron restos en el basurero, que son básicamente huesos libres de todo tipo de material orgánico, se requiere un incendio de una cierta magnitud, la cual es de una dimensión tal que hubiese generado una serie de daños en el basurero, en particular la basura que estaba acumulada en la pendiente se hubiese encendido y los troncos de los árboles y de las ramas que estaban alrededor hubiesen quedado dañados con daños que normalmente prevalecen por un periodo bastante largo de tiempo y se puede observar que ninguno de esos daños existe en el basurero y por ende uno puede inferir que esa hipótesis que se establece en función a testimonios no es posible”.

Para llegar a estos resultados, el doctor Torero asegura que en su análisis “no utiliza información de testimonios sino simplemente pruebas materiales, entrevistas a personal de la PGR y la observación de todos los restos que fueron recopilados por la PGR y la información que me proporcionó el Equipo Argentino de Antropología Forense. En función de toda esa información hice un análisis que demoró un periodo de tres meses para tratar de establecer cuáles son los posibles escenarios y descartar, sobre todo, los que no pudieron haber sucedido. Hicimos también unas pruebas de laboratorio para tratar de demostrar cómo se dañan las rocas con el calor, cómo se marcan los troncos y la madera con el calor para establecer cuáles son las dimensiones máximas de un incendio en ese espacio y evidentemente esas dimensiones son mucho más pequeñas de lo que la hipótesis requiere para incinerar 43 cuerpos”.

El paso del tiempo

Hay que destacar que en su informe pericial detalla que las “condiciones de la vegetación en el basurero municipal de Cocula muestran que no hubo un fuego de dimensiones consistentes con el mínimo fuego necesario para la cremación de 43 cuerpos a condiciones consistentes con los restos recolectados y analizados por el Gerichtsärzte am Institut für Gerichtliche Medizin der Medizinischen Universität Innsbruck (PGR/SEIDO/UEIDMS/87I/2OI4). Además de que deja en claro que “si bien, la vegetación fue alterada —el tiempo transcurrido entre el día de los hechos y el peritaje de incendios de la PGR fue de 37 días y la inspección del 12 de julio fue más de nueve meses después del día los presuntos hechos— toda la evidencia que puede ser extraída de la vegetación muestra que en el basurero municipal de Cocula solo hubieron fuegos pequeños de mucha menor dimensión que el mínimo fuego necesario para validar la hipótesis de cremación de los cuerpos…”.

De acuerdo al informe presentado por el GIEI, en la declaración de uno de los detenidos por este caso, que habría participado en la cremación, Miguel Landa Bahena indica que usaron como 10 a 15 neumáticos y el resto fue completado con madera. Sin embargo, el experto sostiene que, “un cálculo simple muestra que la cantidad de manera necesaria para complementar las llantas y poder quemar un cuerpo es un mínimo de 675 kilos. Siguiendo aquella misma declaración indica que la pila de cuerpos debió de tener, con un cálculo conservador, un metro y medio de altura, siendo entonces el área de quemado 12m x 2.5m. El informe de incendios de la PGR indica que el área de quemado del basurero es de 15m x 8m”.

Por lo tanto, si cremar un cuerpo es complicado, “incinerar 43 cuerpos es un proceso sumamente complejo, hay muy poca evidencia de nadie que ha estudiado el proceso de incineración de cuerpos múltiples. Por lo general, los cuerpos se incineran uno por uno y bajo condiciones sumamente controladas que son los crematorios”, asegura nuestro entrevistado.

 

Escena del crimen

De acuerdo al Informe Ayotzinapa. Investigación y primeras conclusiones, el 13 de julio de 2015, el doctor Torero estuvo en la escena del crimen, en compañía del personal de la PGR y de uno de los miembros del GIEI, para revisar in situ el basurero de Cocula. Hizo una revisión del lugar donde los presuntos responsables señalaban que se habría hecho la pila de neumáticos, madera y piedras con los cueros de los 43 estudiantes. Además como pruebas materiales para examinar tomó fotografías en el lugar y de las zonas aledañas. Inspeccionó la vegetación de los alrededores y los restos de basura que se encuentran ahí.

Además, en el documento se da cuenta de que después ya en Servicios Periciales de la PGR, Torero revisó la evidencia física, biológica y no biológica, que fue recogida por la PGR y el peritos argentinos a partir del día 26 de octubre del año pasado.

A unos días de que se cumpla un año de la desaparición de los estudiantes normalistas y de que se haya dado a conocer el informe del GIEI, la PGR anunció la realización de un nuevo peritaje sobre los hechos en Iguala.

Concluí con lo que no pasó

Dicho anunció se dio a conocer luego de que el presidente Enrique Peña Nieto diera a conocer que “ordenó tomar en cuenta los elementos aportados por el Grupo Interdisciplinario de Expertos Independientes de la Comisión Interamericana de Derechos Humanos”.

Sobre este nuevo peritaje, Torrero dice que “para poder concluir qué cosa es lo que pasó, se requiere un proceso de peritaje sumamente complejo y detallado que desgraciadamente no se hizo. Lo único que se pudo concluir en mi visita es que pasó el tiempo y dadas las condiciones en las cuales se encontraba tanto el basurero como los materiales que se habían recolectado, lo único que uno puede concluir es lo que no pasó, ahí yo solamente puedo concluir que la hipótesis en función a testimonios no es la correcta, pero no creo que hoy en día con la información que se tiene sea posible de reconstruir exactamente lo que sucedió en el basurero de Cocula”.

Aunque claro, el experto en incendios está de acuerdo en que se realice un tercer peritaje dado que su trabajo está siendo cuestionado por la PGR, por expertos nacionales e internacionales en la materia de incendios y fuego, así como por algunos sectores de la opinión pública, lo que hace que en lugar de tener una certeza sobre los hechos ocurridos el 26 y 27 de septiembre en Iguala, se levanten entre la sociedad y los familiares de las víctimas una ola de dudas, especulaciones, de incertidumbre, pero sobre todo confusión, por eso es “muy importante que se llegue a una verdad única, que se resuelva a nivel técnico por expertos del más alto nivel”.

En este contexto comenta que las autoridades mexicanas desde un principio debieron convocar “a un grupo de expertos internacionales del más alto nivel, es decir, para un caso de esta importancia uno debería ir a buscar a lo mejor que existe en el mundo para tratar de darle el mejor tratamiento posible”.

¿Hacia dónde ir?

No obstante estas declaraciones, el investigador no se atreve a dar su opinión sobre hacia dónde debe ir la investigación de los 43 desaparecidos, pues asegura que “el peor error que un experto como yo puede hacer es hablar de un tema del cual uno no entiende, o sea, mi experiencia es en el área de incendios y puedo responder a cualquier pregunta en ese espacio, pero desgraciadamente qué cosa hacer después, el informe de la CIDH da una serie de recomendaciones que se deberían tomar en cuanta, ya que este grupo ha hecho un trabajo fantástico”.

Agrega que él decidió participar en esta investigación con su peritaje porque “el problema de manejar una escena de incendio es 100% técnico y en el cual uno tiene que tratar de darle el rigor necesario y la competencia necesaria para poder lograr los resultados apropiados. Desgraciadamente en la mayoría de los casos este tipo de situaciones se manejan de una manera en la cual no se utiliza al máximo los conocimientos que tenemos, entonces lo que me impulsó a mí a participar en este caso es tratar de asegurar que por lo menos hay una transparencia técnica para lo que es el manejo del proceso de incineración y la parte de la investigación de incendios”.

De ahí que, Torero comparta que desde el punto de vista de un profesional técnico “uno siente que es su responsabilidad asegurase que se mantiene un rigor técnico y en ese sentido creo que yo he cumplido con mi responsabilidad de tratar de traer un rigor técnico a este caso y espero que esta información se utilice como lo que es, un documento técnico que trata de explicar lo que es viable y no es viable y que se utilice de una manera adecuada por quienes tienen el poder y la posibilidad” de esclarecer los hechos sucedidos en el estado de Guerrero.