Para el INE es un perro del mal

 

Humberto Musacchio

Para las autoridades electorales, el Partido del Trabajo (PT) es su perro del mal. Con inocultable encono han decidido quitarle el registro mientras que al Partido Verde, violador contumaz de la legislación, se le aplican multas que paga alegremente, confiados sus dirigentes en que el mejor negocio es seguir en la jugada o, lo que es probable, atenidos a que alguien va a resarcirles lo erogado por las sanciones.

El pretexto para quitar al PT su registro es que no alcanzó el tres por ciento de las votación, sino “apenas” 2.99 y pico. De acuerdo con el conteo oficial, le faltaron algunas milésimas para no ser excluido del sistema de partidos. Según Alberto Anaya, dirigente petista, le faltarían únicamente mil 572 votos para conservar todos sus derechos y prerrogativas.

Pero hay algo más. Por razones que hasta ahora no se han hecho explícitas, el Instituto Nacional Electoral (INE) dispuso de dos sistemas de conteo en la reciente elección federal, uno para consumo interno del INE y otro para partidos, periodistas y demás observadores. Es injustificable que se contara con dos sistemas, pues uno debió ser suficiente y válido para todos los efectos.

Para colmo, la noche misma de la elección, el sistema para consumo externo —de alguna manera hay que llamarlo— llegó a un momento en que la suma de votos de los partidos era superior al cien por ciento de la votación. Alguien se dio cuenta del desaguisado, le restaron votos al sistema “externo” y horas después los dos conteos estaban parejos.

Lo anterior constituye una irregularidad que debió ser rigurosamente investigada y aclarada a plena satisfacción de todas las partes afectadas, especialmente de la ciudadanía. Pero no ocurrió así. Los funcionarios del INE dieron cualquier pretexto y anunciaron los resultados que ahora son “oficiales” (las comillas valen por la evidente falta de certeza).

Sospechosamente, el consejo del INE resolvió que el PT se quedaba sin registro porque no alcanzó el tres por ciento de la votación general, lo que de entrada era discutible, pero como se anuló la elección en un distrito de Aguascalientes y ahora debe celebrarse una elección extraordinaria, de participar el PT podría obtener en ese proceso los votos faltantes para mantener el registro. Pero el INE ya dijo no.

En fin, que la lista de irregularidades se alarga y el consejo del INE mantiene su decisión. El PT ha recurrido al Tribunal Electoral en espera de justicia, cualquier cosa que eso signifique, y de lo que resuelvan los magistrados dependerá no sólo el futuro del Partido del Trabajo, sino del sistema electoral en su conjunto.

A fines de mayo, una encuesta del Inegi mostró que apenas 42 por ciento de la población confiaba en el INE. Hoy, después del cúmulo de tranzas, cochupos y otras irregularidades que dejó el proceso electoral, ese porcentaje seguramente es menor, pero eso no parece importar a los señores consejeros, a la mayoría de ellos que ha hecho todo lo posible por favorecer al PRI.

Con Andrés Manuel López Obrador arriba en las encuestas, había que tomar medidas para impedir un triunfo de la izquierda en el 2018. Se cuenta con el profundo descrédito en que ha caído en PRD y la permanente disposición del Movimiento Ciudadano (ex Convergencia) para arreglarse con el mejor postor. Pero había que estrechar más las posibilidades de una eventual alianza de izquierda, y arrebatar el registro al PT sirve muy atinadamente a ese propósito. De ese modo, según el cálculo oficial, en 2018 tendremos más de lo mismo, aunque al país, lo que reste de él, se lo lleve Pifas.