Dos mil millones de pesos
Humberto Musacchio
La existencia y función de las universidades es materia de frecuentes discursos. Políticos de toda ralea suelen hacer el elogio de la educación superior de carácter público, pero a trasmano promueven las universidades patito. Le queman incienso al conocimiento, exaltan la importancia de la investigación y, si están enterados, hasta elogian la difusión cultural, pero la puerca tuerce el rabo a la hora de asignar presupuesto a las casas de estudios superiores.
Muchas universidades públicas hacen milagros con sus escasos ingresos y otras viven permanentemente endeudadas, incluso a extremos peligrosos, como la de Sinaloa. “Mucho verbo y poca lana” podría ser el lema de nuestros políticos frente a las universidades, como el caso de la Universidad Veracruzana, una de las cinco más importantes del país por la cantidad de alumnos a los que atiende, la calidad de la enseñanza que ahí se imparte, su papel en la investigación y la brillantísima labor que ha desplegado en el campo de la difusión cultural.
La Veracruzana ha contado y cuenta con rectores muy respetados en la Academia, a la que han rendido espléndidos servicios. Es el caso de la actual rectora, la doctora Sara Ladrón de Guevara, muy eficiente funcionaria de instituciones culturales y de la propia UV, reconocida autoridad en materia arqueológica, autora de seis libros, coautora de 14 más y con más de 60 artículos en revistas arbitradas de México, Estados Unidos, Francia, Italia, Japón, China, India y varios países más, donde la conocen también como conferencista o ponente en reuniones internacionales.
Cabe citar lo anterior para ilustrar la importancia de la Universidad Veracruzana, de donde han salido mexicanos con obra reconocida en la ciencia, el arte y las letras. Se trata de una institución altamente respetable que rinde grandes servicios a la entidad donde se encuentra y al país entero. Eso lo sabemos muchos, pero lo ignora el gobernador Javier Duarte de Ochoa.
Actualmente, el Ejecutivo veracruzano le debe a la Universidad del estado más de dos mil millones de pesos. Duarte pretende eludir la deuda con el peregrino argumento de que las aportaciones a la Universidad se hacen “de acuerdo con las posibilidades del gobierno estatal” e, incluso, a la pregunta de cuánto le debe su administración a la Universidad, respondió tajante: “Nada”.
Pero el “gobernador” se equivoca. Lo que debe entregar a la UV “no es concesión ni gracia divina. Se trata de un recurso presupuestado y, por tanto, si no se paga, se debe”, dice Hilario Barcelata, coordinador del Observatorio de las Finanzas Públicas de la Universidad Veracruzana.
Y mientras el señor Duarte le roba recursos a la educación superior, continúa el desgobierno en todo Veracruz, donde se amenaza, persigue y asesina a periodistas mientras la sociedad vive en un permanente desasosiego y los universitarios en especial han sido objeto de agresiones, como la del 7 de junio, cuando golpeadores enmascarados y con chalecos de los que usa la policía irrumpieron en un domicilio donde agredieron con machetes, garrotes y armas de fuego a los universitarios que se hallaban en el lugar.
No es un caso aislado. Todo veracruzano sabe que las críticas a la satrapía de Duarte de Ochoa se pagan con golpizas, detenciones arbitrarias o, de plano, con la vida. En tales condiciones, no es de extrañar que se le nieguen recursos a la Universidad, pues ya se sabe que la inteligencia suele ser muy peligrosa para autoridades de ese talante, para las que lo mejor es mantener a sus pueblos en la ignorancia. Habrá que dar la batalla contra Duarte, siniestro apóstol del oscurantismo, y habrá que andarse con precaución, porque sus críticos suelen acabar asesinados.