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Carlos Arrieta

El gobierno federal anunció con bombo y platillo que a partir de este viernes, 16 de octubre, serán dados de baja un total de 291 docentes y técnicos docentes de todo el país que no justificación su inasistencia a la Evaluación Diagnóstica 2015.

También, la Secretaría de Educación Pública presumió que descontará un día de salario a un total de 85 mil 296 maestros de educación básica de todo el país, que faltaron a clases el pasado lunes 12 de octubre para sumarse al paro nacional de la CNTE.

Con más de un millón 599 mil docentes “laborando” en miles de escuelas públicas de educación básica, es decir, preescolar, primaria y secundaria, resulta paradójico que con esa fuerza humana, nuestro país cargue desde hace décadas el estigma de ser una de las naciones con mayor crisis y deficiencia en ese rubro.

Hoy, ahí está la respuesta: en el 0.081 por ciento de los docentes y técnicos docentes que serán despedidos por no ir a la evaluación y no justificar su ausencia; y en el 5.33 por ciento de los que decidieron abandonar las aulas para marchar contra la Reforma Educación y recordarle el diez de mayo a la Federación y sus ramificaciones.

En un estado “laico”, “civil” y “democrático” como es en teoría el mexicano, resulta hasta risible la tolerancia a la corrupción y a la impunidad que prevalece, entre otras cosas, en el tema que debiera ser el pilar fundamental de nuestro “democrático” sistema de gobierno, apabullado y secuestrado por los cotos del poder, esos que se atreven a reír en su cara por las decisiones “correctivas” como el despido de los 291 y la sanción con un día de descuento a 85 mil 296 profesores.

Es la Coordinadora Nacional de Trabajadores de la Educación la que, invariablemente, reta al Estado Mexicano con sus acciones, como sucedió hace unos días con su marcha contra la Reforma Educativa y como sucede continuamente en estados como Michoacán, Oaxaca y Guerrero, los tres por cierto, las tres últimas entidades en aspectos como aprendizaje, eficacia, permanencia, profesionalización docente, supervisión y participación, que son los principales estándares de medición que utiliza “Mexicanos Primero” en sus evaluaciones.

En Oaxaca fue la disciplinada más fuerte con 53 mil 978 docentes a punto de perder un día de sueldo. Para Michoacán fueron contabilizados 16 mil 400 paristas y en Guerrero, sumaron apenas 5 mil los faltantes.

En contraparte, donde menores ausencias en las aulas se registraron, como Zacatecas, con 60; Veracruz, también con 60, y Colima con 61, son también las entidades con un mejor rendimiento en esos diferentes índices de evaluación.

Datos del INEGI indican que la mayoría de los docentes en México trabajan en instituciones públicas con un promedio de 30.6 horas por semana, percibiendo un aproximado de 76.3 pesos por hora, es decir, alrededor de 9 mil 339.12 pesos por mes, más bonos, horas extras, plazas dobles, aguinaldos de tres mes, apoyos escolares, apoyos en despensa, apoyos médicos, etcétera, etcétera, etcétera. Con todo y ello, son los protagonistas del sector más deficiente en México, incluso más que el de la seguridad.

En medio de tan triste panorama, donde los únicos que no importan en ninguno de los casos son los niños, un viso de esperanza surge cuando la SEP advierte que las autoridades estatales que no apliquen los descuentos correspondientes estarán incurriendo en responsabilidades, y por tanto, la sanción podría ser para ellos.

El reto lanzado es ahora del Estado Mexicano y Aurelio Nuño Mayer deberá demostrar músculo si es que quiere, efectivamente, iniciar lo que se antoja sería una lentísima recuperación del bien intangible más importante que se puede heredar a cualquier persona: una educación de primera.

Será ahora también cuando los estados mexicanos más lastimados por la lucha “democrática” de los centistas demuestren por su parte si quieren seguir siendo esclavos o convertirse en verdaderos rectores de la educación en sus territorios.

Junto con los policías, los profesores en México debieran ser considerados cuasi héroes sociales y guías espirituales de la niñez y la juventud, hombres y mujeres sacrificados en el nombre de la infancia. Hoy, por desgracia, la gran mayoría, son considerados una especie de enemigos públicos de la nación.

La chamaca pues, le resultó contestona al padrón y, además de eso, floja.