México necesita auténticos demócratas

Mireille Roccatti

Hoy día en México, tres lustros trascurridos del siglo XXI, nadie puede negar que el régimen autoritario del viejo sistema político revolucionario, de predominancia de un partido casi único, ha devenido en un régimen democrático, bastante aceptable en su vertiente electoral, con instituciones y actores plenamente definidos y legitimados. Aunque en otras facetas seguiremos reiterando que, para que exista una democracia, se requiere de auténticos demócratas, y en nuestro país, vaya que nos hacen falta.

El origen podríamos rastrearlo hasta 1929, cuando se anunció que pasábamos de un país de caudillos a uno de instituciones, con la fundación del PNR, que evoluciono a PRM y luego devino en el PRI. Y desde luego a la constitución del PAN, como respuesta a las políticas cardenistas.

Así, a golpes de episodios de trasformación del sistema político como respuesta a las inconformidades de grupos provenientes del movimiento revolucionario o de inconformidades que generaban movilizaciones sociales, se fue perfilando la construcción del sistema político. Es importante recordar la emisión de la Ley Federal Electoral de 1946, en tanto reguló e introdujo nuevas formas de convivencia entre las formaciones políticas.

Es conveniente también en esta brevísima reflexión cómo el procesamiento de las inconformidades y rupturas entre la “familia revolucionaria” en las elecciones de 1934, 1940, 1946, 1952 dieron origen a la creación en 1964 al sistema de representación, para otorgarles lugar en el congreso a las formaciones políticas disidentes.

Tampoco pueden soslayarse las movilizaciones sindicales de petroleros, telegrafistas, maestros y ferrocarrileros, y posteriormente de los médicos a fines de los años cincuenta y los primeros años de la década de los sesenta, o desde luego el movimiento estudiantil del 68, que repercutieron en trasformaciones reales más allá de la retórica de apertura democrática a la que se vio obligado a apelar el régimen. Así, la reforma de 1977 conducida por don Jesús Reyes Heroles constituye un verdadero parte aguas en la construcción de nuestro sistema político.

Luego vendrían otras trasformaciones como las realizadas en el gobierno de Carlos Salinas de Gortari, como la ciudadanización del IFE, que más que graciosa concesión obedeció a la coyuntura originada por una nueva ruptura del grupo gobernante en 1988. Luego vendría un largo periodo dominado por transitólogos que nos vendían una transición a la democracia y una reforma del Estado, y todavía hay algunos que siguen viviendo de esa quimera que les ha permitido su sobrevivencia política.

Esta reflexión la estimo útil, porque hoy escuchamos voces que dan por muertos y enterrados al PRI y al PAN y por supuesto al PRD, frente a una creciente corriente que propugna por las candidaturas independientes, las que finalmente enriquecen el sistema político obligando a los partidos constituidos a dejar viejos vicios y a enmendar errores.