Machetazo a caballo de espadas
Humberto Musacchio
En lo que se llama machetazo a caballo de espadas, el diputado federal panista Miguel Ángel Yunes Linares acusó al gobernador de Veracruz Javier Duarte y a su antecesor Fidel Herrera Beltrán, hoy cónsul en Barcelona, por el desvío de nueve mil millones de pesos que debían destinarse a educación.
Duarte, quien durante el gobierno de Herrera Beltrán fue subsecretario y luego secretario de Finanzas del estado, dijo que hace unos días había detectado en la Secretaría de Educación de la entidad la existencia de dos mil 173 aviadores que cobraban más de 815 millones de pesos al año.
El expriista Yunes Linares, que bastante bien conoce a sus antiguos camaradas, mucho debe haber aprendido de manejos irregulares después de su paso por el ISSSTE en tiempos de Felipe Calderón. Por eso consideró la declaración de Duarte como una confesión no pedida, pidió a la Fiscalía General de Veracruz echar a andar una investigación por el citado desvío y negó que los dineros en cuestión hubieran sido para quienes suelen aterrizar sólo los días de quincena:
“No eran aviadores —declaró—; no eran hombres, sino nombres a favor de quienes se expedían los cheques, los cuales eran cobrados, pero el importe iba a la bolsa de funcionarios cómplices de este enorme atraco al pueblo de Veracruz.”
Fidel Herrera es un hombre muy rico, lo que él atribuye a su suerte, pues afirma que varias veces se ha sacado la lotería. En todos los casos debió pegarle al gordo y no en cualquier sorteo, sino precisamente en los llamados magnos, porque no se reúnen miles de millones apostando en el hipódromo o jugando conquián.
Duarte, a su vez, es el perfecto ejemplo del político indefendible, el gobernador de un estado donde matar periodistas es deporte practicado de manera sistemática y que, como se sospecha, pudiera haber extendido esa práctica hasta el mismísimo Distrito Federal, donde fue asesinado el fotógrafo Rubén Espinosa con varias acompañantes. Duarte es el déspota que se ríe en público del dolor de una madre que busca a su hija desaparecida (léase secuestrada), es el hombre indiferente al dolor de sus gobernados, sometidos a un régimen de terror en el que se confunden los criminales con los representantes del orden.
La acusación de Yunes seguramente no va a prosperar, pues ya se sabe que desde hace mucho tiempo la justicia no toca a los hombres del poder. Pero si las autoridades correspondientes investigan, tal vez pongan en claro adónde fueron a parar los nueve mil millones y salgan mal parados Herrera, Duarte y de paso hasta el propio Yunes, que tampoco debe tener muy limpia la conciencia. ¿O sí?