Pensamiento a fondo

 

La Indulgencia a los Legionarios

 

Patricia Gutiérrez-Otero

De entrada no me gustó que el Vaticano concediera a los Legionarios una Indulgencia. Tampoco, la forma amarillista usada por múltiples medios: “El Papa perdona a los Legionarios”, que explica la reacción negativa de muchos ante la concesión de esta antigua práctica de “fe católica”.

En primer lugar, la Concesión de Indulgencias, catalizadora de la Reforma Luterana por los excesos en los que cayó, no “perdona” los pecados, sino que disminuye las penas temporales y espirituales que éstos provocan, y, en una amplia idea de comunión espiritual, permite que los vivos apliquen la indulgencia a los muertos que fallecieron sin pecados mortales (sólo Dios sabe). Puede decirse que disminuye las consecuencias negativas de un acto malo para uno mismo, para aquél para el que son ganadas, y, podría especularse, para las víctimas.

En segundo lugar, la Indulgencia no opera de manera automática. La Indulgencia se concede, pero hay que ganársela a través de una vida recta y la práctica de verdadera caridad así como de actos ligados con la fe. Quién pretende gozar de sus beneficios puede hacerlo de manera honesta o mintiendo, incluso a sí mismo: adquirirla es una exigencia de conversión.

En tercer lugar, en una vida espiritual regida por las palabras y hechos de Jesús, la Iglesia no puede cerrarse a conceder una posibilidad de cambio y de mejora a aquellos que, por acción u omisión, participaron en el mal. ¿Cómo sería coherente con esta explicación de Jesús en Mc 2,17: “Yo no he venido a llamar a los justos, sino a los pecadores”? La posibilidad de cambiar está abierta para los humildes que reconocen su incapacidad de ser “justos” y buenos. ¿Y, ahora bien, quién no es frágil e incluso malo?, según 1Jn 1, 8, todos lo somos: “Si decimos que no tenemos pecado, nos mentimos a nosotros mismos y no hay verdad en nosotros”. En realidad, el cristianismo es un hospital porque “sólo Dios es bueno” (Mc 10,18b).

En cuarto lugar, no sé si hay presión de sectores vaticanos sobre el Papa Francisco, lo que sí sé es que él no redactó con su personal estilo la Concesión de Indulgencia, tampoco pidió que se exonere de su responsabilidad civil a los culpables, sólo respondió a una petición expresa impulsado por el espíritu de los Evangelios.

Finalmente, pienso que La Legión de Cristo debe desaparecer; quienes tienen una vocación verdadera encontrarán otra congregación para vivirla.

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