Precarización y desigualdad
A usted, querido lector, como a cualquier mexicano, seguramente le ha ocurrido que la violencia instalada en el país ha pasado a ser de tal magnitud (ya se calculan más de 120 mil muertos en la última década), que las noticias sobre asesinatos, cadáveres y fosas clandestinas han pasado a formar parte de la cotidianeidad y ya no se le presta atención. Uno se acostumbra a que la violencia forme parte de la información de periódicos, revistas y medios de comunicación.
Algo semejante ocurre con las notas sobre la desigualdad existente en el país (y también en el mundo, aunque desde luego aquí la brecha entre ricos y pobres es mucho más profunda, pues México es uno de los países con mayor desigualdad) y lo mismo con respecto a la pobreza o en general las condiciones de vida de las clases trabajadoras del país.
En días pasados, el Centro de Estudios Económicos del Sector Privado destacó el hecho de que durante el tercer trimestre de este año, el que va de julio a septiembre, de los 398 mil 600 mexicanos que consiguieron empleo, únicamente 15 mil, es decir el 3.7 por ciento, contó con servicios de salud. Todo el mundo puede ver que se trata de una proporción ínfima y fácilmente se concluye que los que consiguieron trabajo sólo alcanzaron lo que puede llamarse empleo chatarra, esto es con bajos salarios y sin ningún tipo de prestación.
O dicho de otra manera, que el 93.3 por ciento de los que consiguieron empleo han pasado a formar parte de la economía informal, la cual no sólo está formada por el ambulantaje, sino también por aquellas empresas que se distinguen precisamente por los bajos salarios y por no cumplir con sus obligaciones como la inscripción en el Seguro Social de sus trabajadores y que, desde luego, no otorgan ninguna otra prestación.
Estos datos no sorprenden, porque la reforma laboral vigente desde los últimos días de la administración de Felipe Calderón consiste precisamente en eso, en permitir a los empresarios los contratos por hora, por tiempo u obra determinados, a prueba, por primer empleo, o la práctica del outsourcing, formas todas que están dirigidas a precarizar el empleo, a fin de abaratar la fuerza de trabajo, lo que significa bajar los costos de los capitalistas y de este modo elevar sus ganancias.
El Centro de Estudios Económicos del Sector Privado también señaló que en México “se requieren 12 millones de empleos de tiempo completo con mejores condiciones laborales”. Aunque en seguida procura llevar agua al molino de los empresarios, al señalar que el presupuesto federal no estimula la inversión y que el gobierno debe crear un clima favorable para los negocios.
Frente a hechos como los que estamos viviendo, con esa precarización del empleo y esa inmensa desigualdad, hay que fortalecer nuestra capacidad de asombro y denunciar y escandalizarnos del orden de cosas existente en nuestro país.


