Entrevista a Jahir Dabroy | Profesor de la Universidad Autónoma de San Carlos
En una verdadera democracia, los ciudadanos premiaríamos o castigaríamos a nuestros gobernantes según su capacidad de satisfacer las necesidades sociales. Les demandamos una mejor calidad de vida, pero cuando los candidatos llegan al poder, abandonan rápidamente todas las promesas de campaña.
Este modus operandi no es exclusivo de México. Si lo fuera, el boom de las candidaturas independientes, franquicias políticas o agrupaciones ciudadanas no sería el fenómeno de moda hoy en día en Latinoamérica y en otras partes del mundo.
Los políticos tradicionales así como los partidos políticos están a la baja. La explicación de por qué votamos por personajes poco convencionales o ideologías contrarias podría obedecer a las leyes del hartazgo ante la implacable corrupción.
Para Jahir Dabroy, politicólogo guatemalteco de la Universidad de San Carlos, la figura de los partidos políticos tradicionales de finales del siglo XIX y principios del XX está desapareciendo.
“Ya no necesitan contar con grandes cuadros, por lo tanto los procesos formativos de esas bases se vuelven prácticamente innecesarios porque, en este ambiente de la posmodernidad, nos interesa tener información muy breve y de inmediato”, dice en entrevista exclusiva para Siempre!
No se cuestiona el papel de los partidos políticos frente al Estado, ni siquiera la figura misma del Estado, explica el entrevistado, sino su desempeño ante comunidades absolutamente globalizadas. “Ahora es más fácil lograr control, organización y formación de las bases porque los niveles organizativos de la sociedad ahora son distintos”, explica.
Según un informe sobre Eficacia del Estado en América Latina del Banco de Desarrollo de América Latina, cerca de 50% de los gobiernos latinoamericanos tienen una fuerte presencia en redes sociales como Facebook y Twitter, pero apenas 5% de las consultas o quejas ciudadanas vertidas por estos medios son atendidas.
Además el acceso a las nuevas tecnologías y a los medios de comunicación, especialmente a la prensa digital, contribuye enormemente a la formación de la cultura política de las sociedades actuales, según ese mismo estudio.
La lógica latinoamericana de los partidos
Cuando se le cuestionó si los partidos políticos desaparecerían cediendo su lugar a las candidaturas ciudadanas, el investigador en temas sociopolíticos de Latinoamérica respondió que las ideologías tradicionales —derecha, centro e izquierda— así como sus distintas tonalidades seguirán existiendo.
“Lo que es claramente perceptible es el cambio en la forma de organización de obtener el poder político en el mundo. Hay un giro particular dentro de América Latina hacia ideas de derecha mucho más tendientes a espacios conservadores porque la izquierda ha generado un alto nivel de insatisfacción”, aclara Dabroy.
Las altas expectativas de la gente que conllevan demandas muchas veces irrealizables así como la idealización de los dirigentes de izquierda que han tenido resultados magros en América Latina, dice el politicólogo, han contribuido a formar un “efecto péndulo”.
Éste es el caso del reciente triunfo de la propuesta republicana de Mauricio Macri en Argentina tras casi una década de un gobierno de izquierda progresista con los Kirchner, un fenómeno que se puede replicar en otros países latinoamericanos en las próximas elecciones intermedias o federales.
“Por otro lado, los gobiernos de izquierda tampoco han sido ejemplares. Los que abogaban por la sustentabilidad ambiental, las garantías a los pueblos indígenas, incluso varios megaproyectos de América Latina se están desarrollando agresivamente en contra del medio ambiente, como en Ecuador, con el presidente Correa”, señala el profesor.
Somos sociedades bastante conservadoras por nuestro pasado colonial y monárquico, por lo que “todo ese tipo de ideas es más complicado quitarlas porque son aprendidas de generación en generación, y el proceso de denostación, en ese caso, es un poco más lento”.
No cualquiera puede ser presidente
En México tenemos al Bronco en Monterrey o a Pedro Kumamoto en Guadalajara; el expresidente Hugo Chávez en Venezuela, su sucesor Nicolás Maduro y ahora la oposición abanderada por Lilián Tintori, la esposa del opositor encarcelado Leopoldo López; el triunfo del presidente guatemalteco Jimmy Morales, antes comediante de televisión; el movimiento opositor de “Salvemos Honduras” liderado por Ricardo Álvarez; la red cívica de ciudades “Cómo Vamos” que vigila a los gobernantes ciudadanos de Colombia; los presidentes de Argentina y de Ecuador, Mauricio Macri y Rafael Correa, respectivamente, quienes fundaron sus propios partidos que los hicieron llegar a la presidencia; así como el movimiento social que logró consolidar Evo Morales antes de ser presidente de Bolivia, son todos ejemplos de formas alternativas de organización política en Latinoamérica que encuentran un fuerte espejo en el movimiento ciudadano de Podemos, en España.
En muchos de estos ejemplos, dice Dabroy, hay una lógica democrática que nos lleva a pensar que cualquiera puede llegar a ocupar la presidencia o una diputación cuando en realidad es sumamente complicado y difícil irrumpir en el sistema político.
“Se requiere que no haya ningún actor que pueda impedir una candidatura independiente. En otras palabras, al ciudadano —que resulte incómodo para el sistema— que aspire a un cargo público se le va a buscar la cascarita de plátano para que resbale y que ni siquiera pueda participar”, aclara el maestro en políticas públicas.
Es decir, son casos aislados que cuentan con el visto bueno de ciertos actores que dan financiamiento, aval político no sólo nacional sino incluso que cuentan con el aval de actores externos, dice Dabroy, “son padrinazgos”.
Las organizaciones ciudadanas aspiran en todo momento a convertirse en partidos políticos para tener acceso al poder, lo que cambia es la forma en que se organizan.
A final de cuentas, señala el catedrático, tanto los partidos como los comités ciudadanos agrupan los diferentes intereses de la sociedad ya sean conservadores, ecologistas, feministas o progresistas.
Pero esta crisis de partidos en América Latina tiene una solución.
“Los partidos políticos deben reconstruir su capacidad de discurso porque se han convertido en partidos atrapalotodo para captar la mayor cantidad de votantes. Los partidos se han retirado de una definición ideológica a diferencia de Europa, en donde los partidos tienen una lógica más consecuente con su construcción de representación política. Pero obviamente eso tiene un costo y por eso no lo hacen: le han tenido mucho miedo al cambio”, concluye el catedrático.
@jahirda

