México no cayó en 2006
El populismo ama tanto
a los pobres que los multiplica.
Mariano Grondona
Carlos Alberto Pérez Cuevas
El único país que faltaba para integrar a la totalidad de gobiernos que se denominaban de izquierda era México, y así en ese 2006 parecía que la pinza se cerraba con la posibilidad de triunfo de Andrés Manuel López Obrador, que en esencia no se puede considerar como un político de izquierda, porque su origen se da en las filas del PRI, donde fue dirigente e inclusive el es el creador del himno del PRI, pero para efectos de la narrativa política y del partido que lo postuló en el orbe se le consideraba de esta corriente.
Partidos que escudados en las banderas más nobles como el combate a la pobreza y los supuestos gobiernos populares de la mano de la gente y un sin fin de programas asistencialistas sin fondo ni sustento para el desarrollo integral de las personas, que solo crearon masas y contingentes clientelares.
Estos programas deben aplicarse bajo reglas estrictas y que logren el crecimiento y desarrollo de las personas, no como dadivas para tener el control de los empadronados, lucrando con sus necesidades mas básicas; muchas de estas personas piden oportunidades para salir adelante con sus familias, así lo he escuchado y visto en muchas comunidades, quieren que se les enseñe a pescar y no solo se les de el pescado.
Pero como México no cayó en las redes del populismo, América Latina no se pintó en su totalidad de izquierda; sin embargo, los gobiernos que ofrecieron todo para el pueblo y por el pueblo, pronto enseñaron que lo que pregonaban era puro discurso, hueco y sin sustento, y lo más grave de todo es que se exhibieron como los gobiernos más corruptos e incumplidores de sus propuestas en campaña, algunos de esos expresidentes ya están siendo juzgados por las autoridades.
Lo mismo Cristina Fernández de Kirchner, en el cono sur, que Otto Pérez Molina de Guatemala que terminó en la cárcel por corrupción; y qué decir de Venezuela, con Hugo Chávez y Nicolás Maduro que acomodaron todas las instituciones a modo, encarcelando y persiguiendo opositores políticos; Evo Morales en Bolivia o el presidente Rafael Correa en Ecuador.
Todos han torcido las leyes para extender sus mandatos y han ejercido un gobierno que distorsiona a las instituciones e intenta borrar a las voces opositoras y disidentes, por fortuna esta pinza latinoamericana no cerró en México, por el contrario, hoy se abre una nueva oportunidad de esperanza en la frágil democracia continental, con la alternancia en el gobierno de Mauricio Macri en Argentina, después de tres periodos de gobierno de los Kirchner y el triunfo aplastante de la Mesa de Unidad Democrática Venezolana que logró 112 diputados en la Asamblea Nacional enterrando 17 años de triunfos aplastantes del chavismo.
Estas dos primeras muestras democráticas latinoamericanas que revierten a gobiernos populistas demuestran que no hay mal que dure cien años.
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