Ternas para la Corte
Es el espíritu de la ley, o su letra,
lo que mantiene vida la justicia.
Earl Warren
José Fonseca
“La decepción de las ternas”, escribió en estas páginas de Siempre! el senador Miguel Barbosa, para luego proceder a proponer a sentencias que el actual sistema para elegir a los ministros de la Suprema Corte está agotado.
Lamento no coincidir. Más lamento no coincidir con el editorial de la revista que generosamente da hospitalidad a las líneas que pergeño cada semana.
Aunque es posible que a la hora de que estas líneas se publiquen ya haya votado el Senado para cubrir cuando menos una de las vacantes en la Corte y creo que lo racional y razonable es que se hayan cubierto las dos vacantes, creo pertinente responder los argumentos esgrimidos por los críticos.
Como dijo Jack, vamos por partes.
Se alega que los integrantes de las ternas son juristas “de bajo perfil”. ¿Cómo sería un alto perfil? No lo explican. La memoria ayudaría. ¿Eran muy conocidos Olga Sánchez Cordero y Juan Silva Meza cuando fueron propuestos al Senado hace casi 20 años? Ellos, a quienes ahora cubren de elogios fueron muy criticados en el Senado. La bancada perredista de aquel Senado consideró que no tenían lo necesario para ser ministros. El tiempo y el quehacer de ambos refutaron a sus críticos. Estoy seguro que quienes cubran las vacantes también refutarán a los críticos.
El otro argumento es que los integrantes de las ternas propuestas por el presidente Enrique Peña Nieto no cubren el perfil que los críticos dicen deben cubrir quienes aspiren a la Corte.
El artículo 95 de la Constitución pide a los aspirantes a ministros de la Corte “eficiencia, capacidad y probidad en la impartición de justicia o que se haya distinguido por su honorabilidad, competencia y antecedentes profesionales en el ejercicio de la actividad jurídica”.
Esa es la medida con la cual los senadores deben juzgar y evaluar a los aspirantes a ministros de la Corte. Nada más, pero nada menos.
Mencionan los críticos que en Estados Unidos el escrutinio público a los aspirantes a ministros hace poco probable el rechazo de las propuestas presidenciales. Primero, el escrutinio, además de los senadores norteamericanos, está a cargo de los medios, que escudriñan la vida y milagro de los aspirantes. Históricamente son muchas las veces que los ocupantes de la Casa Blanca han tenido que retirar sus propuestas. A veces por razones válidas, otras, las más, por las sinrazones de la política.
El otro argumento es el quemante deseo de preservar la autonomía y la independencia de la Corte. Desde que el presidente Ernesto Zedillo logró que la Corte fuera el máximo tribunal constitucional, nadie, que no sea un mentiroso o un perverso, puede señalar un solo caso en que los ministros no hayan emitido sus fallos con plena autonomía e independencia.
En suma, toda la razón de la polémica es aprovechar la actual coyuntura política para arrebatarle una facultad más a la Presidencia de la República.
Mal estamos cuando por coyunturas políticas, por intereses cortoplacistas de la sinrazón política, se proponen cambios constitucionales trascendentales.
Y nada más trascendental que cómo se integre la Corte. Es la última barrera de defensa de nuestras garantías constitucionales. Disiento de los críticos porque nadie ha probado que el actual sistema vulnere la autonomía e independencia del Poder Judicial.
jfonseca@cafepolitico.com