Charla con Gabriela Jauregui | Autora de La memoria de las cosas
Eve Gil
La originalidad, dijo alguien, no se busca: se encuentra. Para ejemplificar lo que entiendo por “originalidad” (tema que me obsesiona como a tantos otros escritores y artistas), prefiero citar a dos autoridades en la materia. Uno sería Goethe: “La originalidad no consiste en decir cosas nuevas, sino en decirlas como si no hubieran sido dichas por otros”.
Pero la que creo que le viene mejor a nuestra entrevistada, Gabriela Jauregui, a propósito de su primer libro de relatos, La memoria de las cosas es lo interpretado por el arquitecto español Antonio Gaudí: “La originalidad consiste en el retorno al origen; así, pues, original es aquello que vuelve a la simplicidad de las primeras soluciones”.
El universo de Gabriela Jauregui posee la complejidad —que es casi imposibilidad— de dotar de palabras a aquello que no lo tiene. Los seres humanos casi brillan por su ausencia en La memoria de las cosas, pero han dejado impregnado lo que poseen o domestican de historias que es posible contemplar más que interpretar.
¿Cómo logra esta joven autora recrear historias, en todo el rigor del término, a través de una especie de meta lenguaje que reemplaza al que las cosas no podrían expresar de otra manera que no sea estableciendo vínculos emocionales y reminiscentes?
“Surge de una inquietud más filosófica que literaria —reconoce la también poeta y coautora del libro Taller de taquimecanografía (Tumbona Ediciones, 2011)—: cuestionar el estatus de lo humano en esta cultura cartesiana regida por el «pienso luego existo». El valor del cuerpo es muy secundario, no se diga en el caso de las mujeres o de personas de otras razas que, humanas y todo, ocupan un estatus inferior”.
“Decidí poner en el centro de los relatos —agrega— lo que generalmente viene hasta el final de este organigrama: los animales y los objetos. Naturalmente, trato de no sonar panfletaria en mi cuestionamiento. Es una forma de pensar de la post-descolonización; repensar el estatus de lo humano a través de lo no humano: ¿Cómo sería el mundo visto desde ese mundo infinitesimal? ¿Qué nos revela de nosotros mismos?”.
Doctora en literatura comparada por la Universidad de California y cofundadora de una editorial pequeñita —Sur+Ediciones— que sin embargo está aportando verdaderas joyas, como la obra completa de un autor francés sencillamente excepcional llamado Antoine Volodine, Gabriela dejaría boquiabierto a cualquiera al externar sus principales influencias para llevar a cabo este libro, sin duda de los mejores en el género cuentístico (si no es que el mejor) del año 2015.
“Literariamente hablando, me inspiré en el Códice florentino, donde hay una sección que se enfoca en lo que nos rodea —las cosas, lo inanimado—; una especie de diccionario, aunque no creo que sus autores lo concibieran como tal. Ellos simplemente describen lo que ven y lo que sienten respecto a las cosas de su entorno: la nieve, el monte, el lodo… y son súper poéticas: «nieve resplandor del sol», «resplandor frío»”…
“Mi otro «modelo» —dice— fue un poeta francés llamado Francis Ponge (1899-1988). Tiene un libro que se llama De parte de las cosas (1942) y son poemas en prosa que, entre otras cosas, juega con su propio apellido —que quiere decir esponja— ; también hace una «reflexión del bistecismo» (es decir, de un bistec) con un ostión, un bistec, una reflexión del bistecismo, digamos que mi libro se nutre primordialmente de estos dos estilos de escritura”.
Sin embargo, la idea no es tan nueva como pudiera parecer, pero justo a eso se refería Gaudí al señalar que “la originalidad es un retorno al origen”, y es así como yo misma lo entiendo.
Gabriela menciona que trabajó La memoria de las cosas acompañándose de música en todos los géneros posibles, “de pronto un pedazo de clásico, regae, hip hop, ya de por sí no soporto escuchar un mismo género de música durante tres horas seguidas y quería darle un poco de eso al lector: un bufet donde puedes agarrar comida italiana, enchiladas… ¡lo que se te antoje! Dependiendo, claro, el humor mío y el del lector, que es sumamente importante para mí”.
Respecto al apasionante relato sobre la cacería, que es casi un ensayo histórico-antropológico pero desconcertante y muy divertido, nos dice la autora:
“Investigar me divierte mucho, ¡soy muy nerd! Me eché un documental padrísimo de pelota vasca y cómo las reglas del jueguito tienen que ver con cuestiones políticas. El del perro también me llevó mucha investigación, aunque ya entrada en materia la escritura se vuelve como automática, espontánea”.
Actualmente, Gabriela Jauregui escribe una novela que no tiene ningún punto en común con La memoria de las cosas: “Este fue un gran puente entre la poesía y la narrativa, y al lograr esto considero que ya puedo arriesgarme con una novela. Respecto al tema sólo puedo decirte que se trata de una comuna de mujeres”.
Gariela Jauregui nació en la ciudad de México en 1979 y La memoria de las cosas lo publicó Sexto Piso, México, 2015.

