Frente al sistema de partidos
A veces no basta nuestro mejor esfuerzo, a veces
sólo hay que hacer lo que la situación exige.
Winston Churchill
Es innegable que los partidos políticos atraviesan por un momento difícil, un momento en que se descalifica su rol en la sociedad mexicana, y sectores muy influyentes consideran que, en palabras de Ivan Doherty, es más virtuoso ser miembro de una organización no gubernamental que de un partido, o siquiera ser activo simpatizante de cualquiera de los partidos políticos nacionales.
Doherty explica que el excesivo fortalecimiento de las organizaciones no gubernamentales puede alterar el equilibrio de la ecuación política, equilibrio que requiere, ciertamente, de las exigencias de la ONG, pero también de las formaciones políticas.
Si se debilita a los partidos políticos se socavan las democracias, afirma, pues sin partidos e instituciones políticas fuertes se abre la puerta a los caudillismos y a mandatos autoritarios o dictatoriales.
A los mexicanos nos ofrecen como paradigma el surgimiento de movimientos antisistema, antipartidos, los cuales, a menos de que de inmediato muestren su vocación totalitaria, tendrán que someterse a la prueba del ácido de las elecciones. Si triunfan, pasan inevitablemente a formar parte del sistema de partidos.
Se supone, con una fuerte dosis de ingenuidad, que los candidatos independientes de los partidos son la solución. Hasta ahora, los independientes son políticos cuyos objetivos no satisficieron los partidos en que militaban y, con tal de ganar, proclaman una falsa independencia.
No hay que escandalizarnos de estas narrativas con que intentan convencernos de que no necesitamos los partidos, pues paradójicamente son argumentos propios de la política a la cual dicen despreciar.
Los auténticamente independientes que pudieran surgir sólo ofrecen, como afirma Daniel Innerarity, el valor de una pretendida virginidad política.
Al final de cuentas, si la democracia necesita de los partidos políticos, y creemos como tantos que están podridos, pues regenerémoslos. Y sólo se regeneran con participación ciudadana en la política.
El sistema de partidos mexicanos, con todos sus defectos y fallas, es un sistema que propicia el diálogo y la negociación, indispensables para que una sociedad no se estanque y se ahogue en sus insalvables diferencias.
La política exige negociar, y para negociar se requiere de políticos con capacidad y talento para hacerlo.
A menos de que cambiemos todos los paradigmas y decidamos darle valor supremo a la inexperiencia política.
jfonseca@cafepolitico.com