Activistas norteamericanos han puesto el grito en el cielo luego de que la Asociación Nacional del Rifle en Estados Unidos, equipó a la Caperucita Roja y a su abuelita, con chonchas armas de grueso calibre. La inocente nenita del cuento quedó en el olvido para dar paso a una chamaca liosa y segura de sí misma, en una potencial y alegre asesina de lobos.
La imagen de la niña, rifle en mano, y la de la abuelita enfocando mirilla para acabar con el enemigo, acompañan a un modificado texto donde la única coincidencia con el cuento original, son los personajes del cuento y de lo demás, nada.
El reclamo hacia los activistas que luchan contra el uso de las armas, parece, por igual, de cuento, cuando la principal industria de entretenimiento en el mundo, el cine, tiene años transformando a las heroínas de los cuentos de hadas, empoderándolas, convirtiéndolas en verdaderas amazonas, dueñas de su vida y expertas en artes marciales, uso de armas, es decir, todas unas estrategas de la violencia.
Es también hasta un grito a destiempo, cuando esas producciones cinematográficas fundamentan el éxito de sus pelis en espectaculares procesos donde la violencia es el principal atractivo visual, gracias a los adelantos tecnológicos coronados por los sistemas 3D y 4D, entonces, ¿de qué se espantan?
La modificación que hace la Asociación Nacional del Rifle del cuento de los Grimm, fue publicada en el portal del propio gremio, con la pretensión de hacerle ver a la sociedad que hay que enseñar a los niños que sólo las personas armadas tienen garantizada su seguridad y protección.
La NRA (National Rifle Association en sus siglas en inglés), procura así garantizar a sus futuros clientes potenciales, mostrándoles el camino fácil de la violencia como un medio para asegurar el bienestar.
Y no solamente promueve lecturas como la nueva Caperucita, versión NRA: la Asociación Nacional del Rifle, de gran arraigo y fuerza en Estados Unidos luego de ser fundada en 1871, también se ha convertido en una dura crítica de las viejas costumbres formativas, atacando sin par esas lecturas, acusando que se trata de cuentos “sombríos”.
Los cuentos de “Hansel y Gretel” y el de “Los Tres Cochinitos y el Lobo Feroz” van por el mismo camino que el de Caperucita. En el caso del primero, ya difundido, los temerosos niños que extraviados en el bosque, fueron convertidos en pequeños cazadores, quienes matan pequeños animales con el fin de satisfacer su hambre, ¿dónde quedó la pintoresca vivienda de dulce, jengibre y malvavisco en la que se escondía la bruja? El otro relato apenas está en su periodo de transformación.
Medios norteamericanos dan cuenta por igual del rechazo a esta nueva forma de “convertir” niños en potenciales usuarios de las armas por parte de asociaciones y activistas en contra del uso de las armas, y hasta la señalan como una “operación de marketing nauseabunda y perversa en el plano moral”.
Las mismas asociaciones revelan que en Estados Unidos, durante el 2015, al menos 278 niños hirieron o mataron a alguien al disparar un arma accidentalmente. Las estadísticas norteamericanas arrojan además que mínimo un tercio de menores vive en un hogar donde existe al menos un arma y otros millones conviven con algún arma sin asegurar.