Todo parece indicar que se está cumpliendo el deseo de Osama Bin Laden de crear un califato, el cual lentamente se estaría apoderando de toda Europa. Los recientes atentados ocurridos en Bruselas pueden confirmar esta tendencia. Los ataques registrados en el aeropuerto de Zaventen y en la estación de metro de Maelbeek, ésta última muy cerca al edificio de la Comisión Europea, dejaron un saldo de 31 personas muertas y más de 300 heridos.

Apenas cinco meses después de los actos terroristas en París, la capital eurocomunitaria se convirtió en el centro de atención de los servicios secretos, debido a que los principales responsables del feroz drama de París fueron residentes del distrito de Molenbeek; considerado como la cuna del terrorismo en el corazón de Europa. La detención de Salah Abdelsam, uno de los autores de los atentados de Francia, dio un fuerte golpe a la célula yihadista en Bélgica. Sin embargo, hay quienes opinan que dicha captura hizo que los servicios de seguridad bajaran la guardia y, en consecuencia, no se logró prevenir del todo la agresión.

El mismo Estado Islámico, que asumió la responsabilidad de los ataques, admite de haber entrenado al menos a 400 combatientes suicidas, listos para realizar atentados en el territorio de la Unión Europea, que por el momento no sabe cómo afrontar esta amenaza. Europa se encuentra ahora en una triste situación semejante a la de un gallinero que es invadido por un lobo para apropiarse de las gallinas. En lugar de coordinarse para evitar la amenaza, éstas tratan de hablar con el depredador para convencerlo pacíficamente de que mejor se vuelva vegetariano y las deje en paz.

Je suis Bruxelles

Ahora más que nunca tenemos que ser unidos, pero no en una solidaridad vacía del tipo “Je suis Bruselas”, sino en una posición en la que se exija a los dirigentes europeos que establezcan un plan conjunto  para proteger y vigilar las fronteras externas de la Unión Europea. Esto significa poder determinar bien quiénes son las personas que entran a Europa como “refugiados”.

El autollamado Estado Islámico ha avanzado en sus zonas de influencia y desde 2014 mantiene un poderío relativo en una zona equivalente a 90 mil kilómetros cuadrados, un área en la que viven más de 8 millones de personas, bajo una administración que va desde tribunales locales, cuerpos de policía, escuelas, hospitales, servicios logísticos y comerciales, organismos fiscales e incluso hasta han creado su propia moneda basada en el oro, plata y cobre, que son aceptadas sin mayor obstáculo.

Canal abierto

Debido a que opera en lugares donde tiene la simpatía de grupos étnico-religiosos sunitas, pese a que carece de legitimidad en Siria e Irak, esto le permite reclutar militantes en esos países a los que aprovecha para enviar a Europa haciéndolos pasar en medio de los numerosos grupos de refugiados que buscan llegar a tierras europeas; sobre todo a los países más prósperos como Alemania, Francia y Gran Bretaña.

Para estos individuos es fácil encubrirse con las familias desalojadas, simplemente tiran el pasaporte en el Mediterráneo y continúan su deambular en busca del apoyo humanitario provisto por las agencias europeas e internacionales. Básicamente estos efectivos serían los encargados de suministrar información y fungir como enlaces de inteligencia entre la base del EI en Raqqa, Siria y los atacantes suicidas que se adhieren al movimiento en los propios países europeos donde ya residen o se han establecido. El EI recluta de manera directa. A los posibles candidatos les ordena llenar una forma de ingreso que, entre otros datos personales, destacan la orientación islámica que tienen, las habilidades con que cuentan y la forma de reclutamiento que prefieren: como soldados o como atacantes suicidas.

El califato del EI

Según la BBC, el llamado Estado Islámico busca ejercer su influencia restituyendo el califato en todas las regiones habitadas por musulmanes comenzando por Irak y el Levante mediterráneo, incluyendo a Israel, Siria, Jordania, Palestina, Líbano, Chipre y una gran parte de Turquía. Se trata del califato abasí de la era dorada del Islam que duró cinco siglos, hasta la toma de Bagdad a manos de los mongoles en 1258. De hecho, las banderas de las fuerzas islamistas del EI son negras, en alusión a las vestimentas de los cortesanos abasíes del siglo XVIII. También se basa en el califato del periodo otomano bajo la dinastía Osmán que duró más de 400 años, éste último fue abolido en 1924 por Kemal Ataturk, a quien se considera como el fundador de la actual Turquía. Ataturk lo hizo pensando que la creación de un estado secular era lo más conveniente para salvar lo que quedaba del país, tras la derrota en la Primera Guerra Mundial.

Mayor extensión

También se dice que la idea del califato es expandirse hacia países de Asia central como Paquistán (recientemente se perpetró un atentado en la ciudad de Lahore, que costó la vida a más de 50 personas, en su mayoría mujeres y niños), el Cáucaso (Chechenia) y el sureste asiático, donde cuenta con la simpatía de otras agrupaciones islamistas en Tailandia, Filipinas Singapur e Indonesia, países que también han tenido problemas con organizaciones de esa tendencia.

*El autor es doctor en Estudios Italianos con especialidad en Lingüística y analista de temas interculturales