“Los países mejor cultivados no son los más fértiles sino los más libres”.

Barón de Montesquieu

Una característica de la división política de África es su estabilidad en los límites, y que a pesar de heredar los trazos de la época colonial han existido muy pocos cambios, tal como la fusión de Tanganica y Zanzíbar para crear Tanzania; o la reciente división en dos partes del antiguo Sudán, entre otros ejemplos. Sin embargo, si bien no es reconocido aún como país por la comunidad internacional, existe otro caso que puede alterar el orden de este continente, el caso de Somalilandia.

Somalilandia es, en realidad, parte de Somalia, con deseos de convertirse en un Estado libre e independiente. Incluso ya tiene bandera, gobierno, universidad y moneda propias; pero que fuera de esta demarcación carecen de valor. A diferencia de la precariedad en la que se encuentra Somalia, el territorio que aspira a ser un nuevo país cuenta con mejores niveles de vida para su población; además de contar con importantes recursos naturales para las actividades agrícolas y ganaderas, y en menor medida yacimientos de minerales e hidrocarburos, homogeneidad de creencias, mayor seguridad pública y unidad poblacional, entre otros elementos de cohesión.

En relación con el territorio total de Somalia, Somalilandia ocupa una quinta parte de su extensión (21.58%). Situada en la zona norte del llamado “cuerno de África”, tiene límites con Etiopía y Yibuti, además de salida al mar con el Golfo de Adén, por lo que geográficamente es importante debido a ser un punto de entrada al Mar Rojo, además de tener cercanía con el continente asiático, en especial con países islámicos como Yemen, Omán y Arabia Saudita. Por lo que gran parte de sus 3.5 millones de habitantes profesan la religión musulmana. Sus ciudades principales son Hargeysa, Berbera y Burco. Cabe destajar que de forma unilateral esta región declaró su independencia en 1991; pero 25 años después no ha sido reconocida ni por los dirigentes somalís o la comunidad internacional, por lo que no ha podido separarse plenamente de Somalia.

Pese a estas características que podrían hacer pensar factible una futura independencia, existe otra región que es reclamada tanto por Somalilandia como por Somalia: el caso de Puntlandia, que en 1998 declaró su autonomía como nación independiente, pero que tampoco ha sido reconocida. En este caso el territorio reclamado es mayor que Somalilandia (250 mil kilómetros cuadrados, 38% del total del Somalia actual); aunque con un menor número de habitantes (2.7 millones). Estas desintegraciones es en parte a las raíces históricas en que las partes separatistas tienen orígenes en el colonialismo británico, mientras que el resto de Somalia dependía de Italia, por lo que la integración social ha sido difícil, máxime por la violencia, guerra civil, corrupción y pobreza que la zona sur ha experimentado durante su vida independiente.

Sin embargo, estos separatismos también se dieron en el sur de Somalia, en concreto en la región limítrofe con Kenia. Ejemplo de ello fue el caso de Jubalandia, región que en 1998 declaró su autonomía, pero cuyos militantes fueron rechazados por las fuerzas somalís un año más tarde. Pese a otros intentos este proyecto no prosperó y terminó afianzando el dominio de Somalia, situación que no sucede

Ante esta situación de escisiones no reconocidas de Somalilandia y Puntlandia, pero que por 25 y 18 años respectivamente han tratado de tener una vida independiente, el Estado de Somalia ha realizado importantes inversiones en fuerzas armadas cuando la realidad social muestra grandes carencias sociales. Este país tiene a su disposición para servicios armados a 42.4% de su población, además de recuerdos recientes de su guerra civil, pero con el trágico uso de niños soldados. En contraste, su población es una de las más pobres del mundo, con un ingreso per cápita de tan sólo 400 dólares anuales en promedio, el peor a escala internacional.

Si bien al momento Somalia ha podido conservar la unidad nacional pese a una sangrienta guerra civil y en una de las peores condiciones de calidad de población aún no ha llegado a un acuerdo que le permita eliminar los separatismos como los casos de Somalilandia y Puntlandia. Peor aún es que estos dos casos podrían ser una disociación dentro de la escisión. Estas acciones pueden deshacer el hito de que los países africanos tienen estabilidad dentro de sus territorios, tal como ya sucedió en el cercano Sudán; con un costo social alto, que puede devenir en tensiones internacionales o incluso en derramamiento de más sangre, tal como el recuerdo cercano de las guerras internas somalís en el último cuarto del siglo XX.

Los futuros de Somalilandia y Puntlandia pueden ser inciertos; aunque estas regiones reciben mayores fuentes de ingresos y comercio exterior que el resto de Somalia, lo que puede beneficiar a la sociedad. También difícil podría ser el destino si continúan siendo parte de Somalia, que tras un periodo de paz –aunque con incidentes- está lejos de ser ejemplo de progreso como otros países africanos y cuya población pasa crisis por falta de alimentos, el elemento principal para la subsistencia humana. La forzada unión de excolonias italianas e inglesas de 1960 no se ha consolidado y será su población la que decida el porvenir.

*Doctor en Humanidades,ULA