Luis Antonio Zamora Aguilar
Ricardo Muñoz Munguía
Los sueños pueden traducirse en música. Instrumentos que participan en el lenguaje que son palabras en tránsito de un acontecer menos caótico hacia la vereda que remite a la pausa más deseada, todo ello para saborear, aunque sea por un instante, la frágil sensación de la vida misma, con “la voz o el pensamiento que lee —como se afirma en la presentación del volumen—, la misma melodía que va desarrollándose en el habla, en la palabra, en la imagen descrita”.
Luis Antonio Zamora Aguilar (Chihuahua, 1987) lo sabe de primera mano, lo palpa en la música clásica que está comprendida por sueños y por la pasión amorosa con la música. Programa de mano es un libro con fortaleza entrelazada, cada una de las secciones tiene el peso idóneo que desestabiliza la balanza que duda al dictar veredicto. “Dioses caminantes del tiempo y que de sus recintos celestiales pasan al escenario en óperas briosas”.
Los tres apartados guardan unidad gracias a la sensibilidad y al lenguaje decido, el mismo que llama la atención a veces por propio. Movimiento y emoción, pasión en forma de idea, música que de nuevo está en camino de destinatario.
Y este joven escritor abre con batuta un volumen de narrativa donde los tintes poéticos aparecen, por otro lado, la estructura y la idea son un tema que le ha sido inherente desde su formación, por eso el autor retoma la música y la literatura como un mismo sitio donde el arte expresa su razón. “Un concierto se asoma y le ilumina a Antonio la cabeza atestada de cabellos negros rejuvenecidos. Un concierto barroco que salta el tiempo, se instala como si nada en sus orejas grandiosas. Un Vivaldi construido en el siglo XX. Una ópera olvidada que resuena completa en un libro. Allí está el título. Allí se conforma el programa de mano que Antonio pretende crear. Ya no desde la literatura a la música, sino de la música a las letras”.
Luis Antonio Zamora Aguilar es un poeta-narrador-músico con hechura y trabajo, lo demuestra al manejar las formas puras del conocimiento de la música, y así mismo, por igual, luce su manejo en los sonidos y pausas a lo largo de las páginas, con un enfrentamiento con las sonatas o sinfonías que se vuelven imágenes.
No hay nada seguro en los gustos, subjetivos como son, los parámetros con los que se lea Programa de mano pueden ser dispares, pero en lo que sí coincidirán es que ilumina una pasión, conmueve, contagia, y sabe que de su labor de escritor se pueden generar nuevas atracciones hacia la música.
Luis Antonio Zamora Aguilar, Programa de mano. Solar / Instituto Chihuahuense de la Cultura (Narrativa), México, 2011; 130 pp.