Hacienda provoca descenso de la economía

Dos noticias de los primeros días de abril, aparentemente sin relación, están estrechamente vinculadas. Me refiero al escándalo de los Panama Papers y a los recortes presupuestales anunciados por Hacienda para 2017 en los pre-criterios de política económica, enviados por la Secretaría a la Cámara de Diputados.

En cuanto a las revelaciones de los Papeles de Panamá, dados a conocer por el Consorcio Internacional de Periodismo de Investigación, hay que decir que se trata del punto nodal del sistema de poder en el mundo y también de lo que he llamado el capitalismo criminal, fase superior del imperialismo, etapa en la que vivimos desde hace algunas décadas.

En realidad, lo que ha provocado el escándalo mundial y el mérito de los autores es que pudieron revelar los nombres de algunos de los personajes involucrados, porque en realidad la existencia de los llamados paraísos fiscales o financieros es un hecho conocido y estudiado desde hace mucho.

Como ha documentado ampliamente Nicholas Shaxson en su libro Las islas del tesoro: Los paraísos fiscales y los hombres que se robaron el mundo, hay cientos de agencias, vinculadas o no a bancos establecidos, cuyo giro es precisamente captar millonarios para asesorarlos en los mecanismos para evadir impuestos a través de empresas fantasmas, ubicadas fuera de las fronteras de su país de origen, o bien para realizar los movimientos financieros suficientes a través del mundo y lavar el dinero proveniente de actividades ilegales, como la corrupción de políticos, el narcotráfico, la trata de personas, la piratería y demás.

La proliferación y la importancia de este tipo de acciones ha sido tal que bien puede afirmarse que la economía de algunos países o regiones se sustenta precisamente en estas operaciones. Dos ejemplos serían la vieja Suiza, pionera en la apertura de cuentas bancarias anónimas, o las Islas Caimán, famosas precisamente como paraísos fiscales.

La capacidad de estas agencias está sustentada en tres factores, uno es el know how de los movimientos financieros, pues precisamente el lavado de dinero se sustenta en la gran movilidad de los fondos a través de centros financieros, a fin de que se pierda el rastro de dónde provienen. El segundo factor es la secrecía, pues, gracias a las cuentas manejadas anónimamente, se protege a los delincuentes financieros.

El tercero es que los países que buscan convertirse en centros de atracción de estas inversiones millonarias establecen sistemas de bajos o nulos impuestos para las empresas fantasmas, de ahí el nombre de paraísos fiscales, aunque en realidad se les debería llamar paraísos financieros, porque su operación va más allá de la evasión de impuestos y abarca el amplísimo mercado del lavado de dinero.

Los Papeles de Panamá incluyen, como es sabido, a varios mexicanos que han recurrido al paraíso fiscal centroamericano para evadir impuestos y según la Red por la Justicia Fiscal habría alrededor de 299 mil millones de dólares depositados en distintos paraísos fiscales por empresas o particulares mexicanos.

Frente a esa realidad, resulta indignante que el jefe del Sistema de Administración Tributaria se limite a señalar que no hay nada ilegal en los depósitos en el extranjero y aún peor que el secretario de Hacienda opte por el silencio.

Claro que la actitud es coherente con los precriterios de política económica, en los que se anuncia otro macrorecorte para 2017, por nada menos que otros 175 mil millones de pesos.

O sea que nuevamente Hacienda opta por provocar el descenso de la economía, pues ya se sabe que el gasto público es el principal mecanismo para dinamizar la actividad y que los recortes presupuestales determinan exactamente lo contrario.

Ante la baja en el precio del petróleo, se niegan a afectar de alguna manera a los empresarios, ni con acciones para combatir la evasión y elusión de impuestos, ni con la eliminación de las millonarias devoluciones a empresas, ni con la eliminación de los renglones de deducibles, y tampoco, desde luego, faltaba más, con un alza al impuesto sobre la renta.