CPrestidigitación
El destino es el que baraja las cartas,
pero nosotros los que las jugamos.
Ambrose Schopenhauer
Tal parece que de ahora en adelante, sin esperar los resultados de las elecciones de doce gobernadores, la mayoría de los grupos de poder, sean políticos, empresariales o sociales, han decidido empezar a jugar sus cartas para la elección presidencial.
No obstante de la pasión, la sinrazón, las ambiciones y las legítimas aspiraciones de toda contienda por la Presidencia de la República, y el justificado interés de los mexicanos por la política, la realidad es que faltan más de 18 meses para que formal y legalmente empiece el proceso electoral de 2018.
Entretanto, quienes están en posición de diseñar políticas públicas o de influencias en ella, sean funcionarios, empresarios o miembros de las organizaciones no gubernamentales, harían bien en voltear a la elección presidencial en Estados Unidos.
Más allá de burlas, sarcasmos e insultos, quizás es tiempo de que seamos realistas y enfrentemos el inminente escenario de que la Presidencia de Estados Unidos se la disputarán el republicano Donald Trump y la demócrata Hillary Clinton.
Si uno escucha y lee atentamente los discursos, quizá descubramos que tenemos razones para, como ya se advirtió, nos preparemos a que por primera vez en más de medio siglo, el actual gobierno de México, y posiblemente el que le siga, tengan que encarar un gobierno hostil en Washington.
Seriamos ingenuos en suponer que se romperán las relaciones crecientemente estrechas que vinculan a México y Estados Unidos, tanto financiera, como comercialmente. Hay demasiados intereses en juego.
Sin embargo, los discursos de campaña, si un mandatario norteamericano desea ser reelegido por un periodo más, necesitan un cierto grado de cumplimiento, el suficiente para que el electorado, tan agitado y emocionalmente alterado, se lo reconozca a quien sea que ocupe la Casa Blanca a partir del próximo enero.
El grado de hostilidad será distinto si el próximo inquilino de la Casa Blanca es un demócrata o un republicano, pero no creamos que no la habrá.
Y para ablandar al gobierno mexicano, ya en la campaña de la demócrata Hillary Clinton empezaron a mostrar “preocupación por la situación de derechos humanos en México”.
Como los prestidigitadores, nos enseña una carta en una mano, mientras nos engañan —y en este caso nos golpean— con la otra.
Un juego que en Washington siempre han jugado magistralmente.
jfonseca@cafepolitico.com
