El sarcófago de Chernobyl
Dos catástrofes han sacudido a la humanidad respecto al uso de la energía atómica. Una de ellas fue en Japón, el único país que ha sufrido un ataque nuclear en 1945 (Hiroshima y Nagasaki) y en la desintegrada Unión Soviética, específicamente Chernobyl, donde se registró el desastre radioactivo más grande en la historia contemporánea.
Este último es recordado a treinta años del suceso. La madrugada del 26 de abril de 1986 se realizaban pruebas para determinar si una de las turbinas de la planta nuclear Vladimir I. Lenin, podría producir energía eléctrica para alimentar a las bombas de refrigeración en caso de alguna falla. En una situación así, el sistema haría un cambio automático y se activarían las bombas de diesel, las cuales cumplirían el proceso.
Durante la operación, se registró un aumento de temperatura inusual que sobrecalentó uno de los reactores. Una fuga de hidrógeno empeoró las cosas al crear una explosión que mató a dos operarios, quienes se encontraban a cargo en ese momento. La fuga de gases radioactivos fue inevitable, la cual se propagó rápidamente causando la muerte a otras 31 personas en la planta. Más de mil habían recibido altas dosis de radiación en apenas unas cuantas horas. El Kremlin reaccionó ordenando la evacuación inmediata de la ciudad Prypiat, donde vivían más de 116 mil personas.
“Testigos de esos trágicos sucesos me contaron la rapidez con que tuvieron que abandonar sus hogares. No se les permitió llevar mascotas, objetos grandes, juguetes para niños, nada que pareciera innecesario. Sólo se les autorizó llevar una pequeña bolsa con cosas esenciales”, comentó Yuliya Miroshnichenko, periodista radicada en Kiev. “A las personas desalojadas se les dijo que podían volver a casa en un par de días, pero de hecho, era sería la última vez que verían sus hogares. La evacuación de tres días se convirtió en un exilio de treinta años para los habitantes de la ciudad de Pripyat. Ahora es una ciudad donde la vida se detuvo”, agregó.
Un equipo de más de 600 mil técnicos conocidos como liquidadores fue enviado para controlar la situación: para entonces habían pasado dos días. La alarma internacional se activó luego que la emanación radioactiva se diseminara a 13 países de Europa central y oriental, incluso hacia algunos países nórdicos como Noruega y Finlandia.
“La gente no sabía la verdad sobre la magnitud de la catástrofe. La radiación alcanzó no sólo a otras ciudades de Ucrania, sino también a los países vecinos”, afirmó la periodista ucraniana. “La magnitud de la catástrofe era realmente grande. Incluso muchos de mis compañeros que nacieron después de la tragedia, aún están sufriendo de enfermedades asociadas con la radiación”, dijo .
Las autoridades soviéticas aislaron un área de más de 30 kilómetros a la redonda conocida como Zona de Alienación, la cual subsiste hasta nuestros días. Para el 15 diciembre de 1986, la comunidad internacional había logrado un acuerdo con el gobierno de Ucrania para tratar de solucionar este percance. Ambos coincidieron en la urgente necesidad de cerrar la planta definitivamente. Para ello se le acordonó dentro de una estructura llamada “sarcófago” cuya intención era más bien inocularlo, que controlarlo. Se dice que a la naturaleza le tomará más de 24 mil años para depurar el área.
Como sea, en 2004 se inició la construcción de una nueva estructura para reforzar a la anterior, la cual ya se encontraba seriamente deteriorada por factores ambientales. El costo de esta tragedia fue 31 personas muertas en el incidente, más de 600 mil personas expuestas a altas dosis de radiaciones. 5 mil vivieron en zonas contaminadas por la fuga y otras 400 mil en áreas altamente expuestas que desarrollaron enfermedades cancerígenas. El total de víctimas se estima en más de 500 mil personas.
“Esta tragedia ha destruido un gran número de vidas. Es un hecho que debemos recordar y honrar la memoria de los que lucharon con las consecuencias de la tragedia de Chernobyl. Ellos murieron como héroes”, externó Yuliya.
En Moscú, el presidente ruso Vladimir Putin recordó la tragedia como “una importante lección para todo el género humano, ya que tuvo serias repercusiones tanto en el medio ambiente como en la salud de los hombres.”
Exactamente a las 01:24 am, la hora de la tragedia, repicaron las campanas de las iglesias del barrio Dniprovski, en Kiev. Lo hizo 30 veces en alusión al trigésimo aniversario de la que es considerada como la mayor catástrofe nuclear en la historia del siglo XX.
En Kiev, el presidente Petro Poroshenko colocó una corona de flores en honor a las víctimas de la catástrofe en el “Memorial a los héroes de Chernobyl”. Cabe recordar, que el 11 de marzo de 2011, también se reportó otro incidente nuclear de gran calado, ésta vez fue en Fukushima, Japón, donde un sismo de 8.9 grados Richter ocasionó que tres turbinas se detuvieran. Estas no pudieron ser enfriadas debido a que el movimiento telúrico cortó la electricidad, lo que ocasionó explosiones e incendios en la planta. La catástrofe fue una nueva advertencia sobre el uso de una sorprendente tecnología que, al parecer sigue estando fuera de control humano.
Siempre! agradece los comentarios de Yuliya Miroshnichenko, periodista freelance con PhD en Comunicación Social, radicada en Kiev, Ucrania.



