Desde hace 127 años se celebra, con desfiles de trabajadores y otros actos, el Día Internacional de los Trabajadores por acuerdo del Congreso Obrero Socialista que tuvo lugar en París en 1889. Muchos ignoran que esta celebración sirve para rendir homenaje a los (ocho) Mártires de Chicago, obreros que fueron declarados culpables en un juicio que fue una farsa de principio a fin —violando todas las normas procesales de forma y de fondo—, mientras la prensa sensacionalista del momento hizo causa común con la “justicia”. Aunque no se probó nada en su contra, los ocho obreros de Chicago fueron declarados culpables, acusados de ser enemigos de la sociedad y el orden establecido; tres de ellos recibieron pena de prisión y los otros cinco condenados a la horca, práctica acostumbrada en la Unión Americana, donde mantienen la pena de muerte en varios estados.
El sueño de estos mártires era conseguir la jornada laboral de ocho horas. Hacer valer la máxima: ocho horas para el trabajo, ocho horas para el sueño y ocho horas para la casa. A 127 años de distancia ese sueño casi es una utopía, pues en pleno siglo XXI pese —o por lo mismo—, a la Internet y todos los adelantos tecnológicos de la modernidad, millones de trabajadores (no sólo obreros) tienen que trabajar 12, 14, 18 horas diarias o más, incluso en el hogar, percibiendo un salario que ni remotamente alcanza para cubrir mínimamente sus necesidades. Y hablo de todo tipo de trabajo, incluyendo el de periodista, pues muchos son explotados por los editores (propietarios). Aves de carroña del periodismo profesional. Eso sí, en los foros aparecen como defensores y adalides de la libre expresión, como el mejor.
Mientras tanto, el domingo 1º de mayo en muchas ciudades del mundo se cumplió con la tradición: trabajadores y los consabidos líderes marcharon por las calles, en unos casos apoyando a mandatarios en riesgo de perder el puesto, en otros obligados a lanzar vivas a los sempiternos dirigentes, en el poder durante más de 50 años, como en Cuba, ¡vivan Fidel y Raúl Castro!, o protestando contra los recortes sociales en España a menos de dos meses de las elecciones legislativas que se repiten seis meses después de las anteriores que no pudieron culminar en la formación de un nuevo gobierno, y enfrentándose a la policía por polémicas reformas laborales como en Francia, donde los socialistas en el poder confunden a estudiantes con pandilleros o delincuentes organizados. De una forma o de otra, la sociedad trabajadora y estudiantil se expresó en las calles el domingo 1º de mayo, en memoria de los Mártires de Chicago aunque ya ni se les menciona.
En la capital francesa, donde salieron a la calle unas 16 mil personas, de acuerdo a la policía, o 70 mil según los sindicatos, jóvenes con pasamontañas y cascos lanzaron objetos de todo tipo, botellas y cascotes, gritando: “todo mundo odia a los policías” y “policía, retírate, la calle no es tuya”. Fue raro que las avanzadas de obreros dirigieran sus eslóganes contra la gendarmería en un 1º de Mayo. Por su parte, las fuerzas del orden separaron la cabeza de la manifestación formada mayoritariamente por jóvenes sin filiación sindical; el bloqueo policial sirvió para separarlos del resto del desfile; los gendarmes no retrocedieron ante el embate de los protestantes y les lanzaron gases lacrimógenos. Algunos llamaron esta estrategia oficial “la política de la tensión” y otros “la superpotencia policial es una provocación”. No obstante, los disturbios fueron aislados y la mayoría desfiló en calma.
El discurso oficial ofreció una versión diferente. El 1º de Mayo la prefectura de policía de París denunció a “un grupo de 300 individuos violentos”. A raíz de la anterior movilización juvenil en la Ciudad Luz el jueves 28 de abril, el prefecto Michel Cadot señaló a los provocadores “organizados y metódicos, con cascos”. Por lo mismo, la policía advirtió de los eventuales “alborotadores” y puso en marcha una serie de medidas para evitar enfrentamientos violentos. Se informó de diez detenidos en la capital y dos heridos leves, mientras que el jueves 28 de abril hubo 214 detenciones y 78 policías heridos.
Cabe decir que en Francia durante los dos últimos meses los sindicatos han salido a la calle a protestar contra un proyecto de ley laboral que, a semejanza de lo que sucede en Corea del Sur, favorece los despidos, afectando especialmente las contrataciones de los más jóvenes. El hecho es que se habla de muchas detenciones y la gente piensa que se trata de provocadores, pero esto no corresponde forzosamente a la realidad de cada caso.
El 1º de Mayo se desarrolló en Madrid, España, por lo menos, bajo el lema “Contra la pobreza salarial y social. Trabajo y derechos”. La histórica celebración tuvo lugar con la vista puesta en las elecciones para el 26 de junio próximo. Los sindicatos quieren que haya cambio de Gobierno, no importa que sea en una “segunda vuelta”. “Hay que llenar las urnas de votos para cambiar las cosas. Que ningún trabajador se quede en casa”, pidió el nuevo líder de UGT, Josep María Álvarez, sucesor de Cándido Méndez, al terminar la manifestación en la capital española. A su vez, Ignacio Fernández Toxo, líder de la otra gran central de trabajadores españoles, CC OO, manifestó: “Es necesario canalizar las ansias de cambio de la mayoría de nuestro país. Primero hay que animar a la gente a votar. Y una vez la gente se exprese con su voto, la izquierda tiene la obligación de ponerse de acuerdo para dar un cambio, el que este país necesita”.
En otros lugares –como La Habana, Uruguay, Caracas–, los trabajadores manifestaron su apoyo a la presidenta de Brasil, Dilma Rousseff. En Sao Paulo, la sucesora del presidente Luiz Inacio Lula de Silva prometió, en un acto organizado por los sindicatos con motivo del Día del Trabajo, que luchará “hasta el fin” para defender su mandato que podría interrumpirse en los próximos días si el Senado decide iniciarle un juicio político (impeachment) que, según ella misma afirma es un “virtual golpe de Estado” auspiciado por “la derecha” para retornar al poder.
A principios del mes pasado, uno de los principales periódicos brasileños, Folha de Sao Paulo publicó un editorial pidiendo la renuncia de Rousseff: “Dilma debe renunciar ya para ahorrar al país el trauma del impeachement y poder superar tanto el punto muerto que lo mantiene atascado como la calamidad sin precedente el actual gobierno”. A lo que la mandataria aseguró a través de las redes sociales que “jamás renunciará”.
El mismo tono de defensa a Rousseff se hizo presente en la capital cubana, donde además de “apoyar” las medidas de flexibilización económica tomadas por el presidente Raúl Castro –que encabezó el desfile– después del VII Congreso del Partido Comunista de Cuba, los cientos de miles de participantes gritaban consignas de apoyo a los gobiernos de Brasil y de Venezuela. Algo parecido sucedió en Uruguay, donde se puso de relieve la situación de la economía brasileña. Uno de los oradores del desfile, organizado por la central sindical única PIT-CNT, afirmó: “Para nosotros en Brasil se está gestando un golpe de Estado, así de clarito”.
Mientras, en Venezuela –a punto de la crisis completa–, después de una semana en que la oposición recogió alrededor de 1,300,000 firmas para pedir un referendo revocatorio en contra de Nicolás Maduro, éste pasó a la ofensiva advirtiendo que esa es solo una posibilidad y no una obligación, y convocó a sus bases a “rebelarse” si lo echan del poder, algo que así todo mundo asegura se dará tarde o temprano. Aprovechando la festividad, Maduro anunció el aumento del salario mínimo. A partir del día 1º, los trabajadores y pensionistas venezolanos devengarán 15.051 bolívares mensuales (40 dólares) de salario mínimo básico más un bono de alimentación de 18.585 bolívares (49 dólares), es decir, el salario íntegro de 89 dólares. Esto representa un aumento acumulado del 105% durante 2015, insuficiente para enfrentar los más sombríos pronósticos sobre el repunte de la inflación en Venezuela. El asunto es que el Fondo Monetario Internacional (FMI) calcula que para finales de 2016 la inflación llegará al 700%, la más alta del mundo, mientras que el Banco Central de Venezuela, la reduce al 180%. La única posibilidad de Maduro para cumplir con este aumento es ordenar la impresión de más billetes, con las consecuencias que esto representa.
Aparte de anunciar mejoras del 9% en Bolsa Familia, el programa social símbolo de la era del Partido de los Trabajadores, además de nuevas fases del programa de vivienda Minha Casa, Minha Vida y ventajas fiscales para clases medias y bajas, en una pela contra reloj, la presidenta Rousseff intentó el domingo 1, acercarse a sus bases de izquierda con el propósito de retomar la relación con los movimientos sociales que históricamente han girado a su alrededor. Dilma dijo: “Voy a resistir y luchar hasta el fin. Estoy aquí el 1 de mayo porque es un día de resistencia…Se trata de defender un proyecto que votaron 54 millones de personas”.
En fin, en Estambul, Turquía, la policía usó gases lacrimógenos y cañones de agua para dispersar a los manifestantes en varias partes de la capital. Y en Corea del Sur, miles de personas protestaron contra una posible reforma laboral de la presidenta Park Geun-Hye y su partido conservador, que prevé facilitar los despidos.
A 127 años del primer desfile del 1º de Mayo, las cosas no han cambiado mucho. VALE.

