Lo que Dilma Rousseff, la presidenta de Brasil necesita, no es mejores asesores o cabilderos, ni siquiera un milagro; lo que verdaderamente ocupa la sucesora de Lula Da Silva, es una limpia de esas fuertes, con ramas de pirul y tres huevos de gallina de rancho, aplicada por el Brujo Mayor de Catemaco, Veracruz.
Cuando la economista respiraba casi con normalidad, luego de que Waldir Maranhaõ, el presidente interino del Congreso brasileño decidiera suspender el impeachment este lunes pasado por la mañana, ni 12 horas habían transcurrido cuando Dilma Vana da Silva Rousseff conoció el sinsabor del “siempre no”.
Medios internacionales dan cuenta de cómo, a través de un escueto comunicado de cuatro líneas, Maranhaõ se desdijo y revocó su propia e histórica decisión de unas horas antes.
Esto quiere decir que el juicio político contra la presidenta de Brasil, continúa adelante y que la junta programada para este miércoles, donde podría ser retirada del cargo por hasta 180 días, en lo que dura el proceso de análisis, se llevará a cabo sin dilación.
El comunicado de Maranhaõ es realmente breve: “Revoco la decisión por mí instruida el 9 de mayo por medio de la cual anulaba las sesiones parlamentarias de la Cámara de Diputados de los días 15, 16 y 17”. La firma y listo, Dilma sigue bailando en la cuerda floja y es cada vez más un hecho que no concluirá su periodo de gobierno y que será relevada del cargo por el vicepresidente Tener, hoy su archienemigo político y personal.
Maranhão, ha sido calificado como un político “segundón”, que cedió a la presión de su partido político y de las críticas que desde el senado le hicieron, cuyos integrantes habían calificado su decisión original de dar marcha atrás al impeachment de ser una “tontería antidemocrática”.
Se habla de que incluso, el sucesor del depuesto Eduardo Cunha, ahora expresidente del Congreso brasileño, acusado de corrupción, fue amenazado con ser expulsado de su partido político, el Partido Progresista.
El futuro de Dilma está más que complicado; complicadísimo. La suerte, evidentemente, no le favorece y ahora, todo parece indicar que mañana miércoles iniciará su juicio político y con él, el retiro obligado de sus funciones. ¡Pobre Dilma, pobre Brasil!