[gdlr_text_align class=”right” ][gdlr_heading tag=”h5″ size=”26px” font_weight=”bold” color=”#ffffff” background=”#FA5858″ icon=” icon-quote-left” ]Lo peor que le puede pasar a un partido político o a sus candidatos es que no representen a nadie.[/gdlr_heading][/gdlr_text_align]

Guerra sucia o campañas de contraste

 

 

La guerra es una masacre entre gentes que no se conocen,

para provecho de gentes que sí se conocen

pero que no se masacran.

Paul Valéry

Estamos a dos semanas del gran domingo, del día “D” según los expertos en campañas. Éste será el culmen de un par de meses de actividad electoral donde hemos visto de todo, acciones, tácticas y estrategias de los partidos políticos y sus contendientes a ocupar algunos de los espacios de elección popular en disputa. Desde regidurías, sindicaturas y presidencias municipales, hasta diputaciones locales, gubernaturas y espacios para el constituyente de la Ciudad de México.

Con tal de acceder a las posiciones de poder, muchos actores políticos hacen hasta lo imposible por posicionarse y ganar el voto, otros se preparan con mañas inconfesables, como la compra del voto, la coerción, chantaje, amenazas o el uso desmedido de recursos públicos y privados, sin dejar de lado el uso de padrones de programas sociales.

Desafortunadamente, este tipo de prácticas se ven en políticos de todos los signos partidistas, lo que genera que la gente cada vez más se aleje de todo lo que huele a política y elecciones y se expresen con hartazgo. Les da lo mismo uno u otro partido o candidato; para efectos prácticos resumen su desencanto en un “todos son iguales”, lo que afecta totalmente la vida institucional de México. Lo peor que le puede pasar a un partido político o a sus candidatos es que no representen a nadie, que no sean capaces de diferenciarse entre las ofertas para ser elegidos.

Es aquí donde surge lo que desde hace unos años se ha denominado como guerra sucia, que es una serie de acciones mentirosas, difamatorias e irreales encaminadas a demostrar que algún candidato o partido no son congruentes con lo que ofrecen, que tienen pasados o vidas ocultas que generan escándalos y desprestigio.

Otros justifican y afirman que en las campañas esto es válido, porque se trata de contrastar la realidad de trayectorias políticas, las cuales los ciudadanos deben conocer para normar su criterio y así poder votar o decidir no hacerlo, pero con información.

Estoy cierto de que una guerra sucia usa argucias falaces que dañan, incluso pueden constituir delitos, por lo que ésta no debe permitirse y debe ser sancionada.

Sin embargo, la campaña de contrastes, al estar sustentada en la realidad, debe validarse en nuestro país, en el orbe esto es lo cotidiano y nadie se escandaliza, la única obligación del manejo de esa información debe ser que sea real y que tenga sustento, por más cruda que sea debe conocerse y ser los electores quienes determinen el sentido de su voto, ellos nunca deben ser tratados como infantes.

La valoración de si se trata de guerra sucia o campañas de contraste debe ser tarea de la autoridad electoral y en ello la gran diferencia será si los argumentos expresados son veraces o no. De valorar los contrastes nos encargamos los ciudadanos.

@perezcuevasmx

perezcuevasmx@gmail.com