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El costo político está relacionado con el desprestigio de casi todos los niveles de gobierno e instituciones.
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Costos políticos de la corrupción

Manlio Fabio Beltrones Rivera
Después de conocer los resultados electorales del 5 de junio, se pudo comprobar que los mexicanos salieron a votar influidos por cómo perciben el desempeño del gobierno en turno. Los costos políticos de la incompetencia en materia de seguridad, combate a la corrupción y el desempleo resultaron ser determinantes en las urnas.
Con respecto al tema de la corrupción es importante destacar que la insatisfacción con la democracia es una de sus principales consecuencias, según el Latinobarómetro de 2015, en México sólo 18.7% de la población está satisfecha con la democracia; asimismo, 3.9% pensaba que había mucha, y 18.6% algo de transparencia en el gobierno federal.
Estas cifras ya reflejaban que la opinión pública era en su mayoría negativa, cuando se trataba de evaluar el desempeño del gobierno en materia de transparencia y combate a la corrupción, estudios internacionales avalan lo anterior, como el Índice de Percepción de la Corrupción 2015, publicado por Transparencia Internacional, que posiciona a México entre los países más corruptos a escala mundial.
El costo político está relacionado con el desprestigio de casi todos los niveles de gobierno e instituciones, así como a la pérdida de confianza en los partidos políticos, sus integrantes y los procesos electorales. La corrupción es un tema muy presente en la vida pública, tanto que afecta la legitimidad y credibilidad en las autoridades, esto se vio traducido mediante el voto de castigo, optando por la alternancia del poder, pero en particular a quienes se considera que se sirvieron del poder y actuaron en su beneficio personal.
Y en las últimas semanas, las cifras del gobierno mexicano revelan que el secuestro y la extorsión, los cuales están estrechamente vinculados al crimen organizado, han empeorado, estos crímenes son los que tienen más posibilidades de afectar a los ciudadanos comunes. Hasta que estos delitos no empiecen a registrar una reducción, es poco probable que el discurso oficial que asegura que la seguridad está en franca mejoría no tenga un impacto importante en la percepción pública de la inseguridad.
Como saldo de las elecciones, los líderes del PRI, Manlio Fabio Beltrones, y del PRD, Agustín Basave, anunciaron sus renuncias. Ninguno de los dos pudo conseguir lo que anunciaron a su llegada, y en los dos casos coincide la imposibilidad de actuar con total libertad.
En el discurso donde Manlio Fabio Beltrones anunció su renuncia podemos encontrar dos mensajes, uno de lealtad, a su partido y al presidente Enrique Peña Nieto. Pero también hay uno implícito, de lo que él buscaba para el PRI previo a las elecciones pero que no logró aterrizar.
Recordemos cuando en febrero de 2016 emplazó al gobernador veracruzano a la transparencia: “Javier Duarte deberá de estar presentando, obviamente, cuentas concretas y verdaderas a los veracruzanos”, señaló.
Sin embargo, después de un llamado de Gobernación, el discurso se diluyó, vinieron las imposiciones de candidatos, anuncios de políticas públicas antipopulares en días previos a las elecciones, falta de resultados y excesos de cuestionamientos en contra de gobernadores priistas.
El PRI necesita adecuarse a la demanda social que reclama seguridad y mejoría en sus condiciones económicas. Y Manlio lo sabía, trató de hacerlo.

