Víctor Alarcón Olguín/Profesor-investigador de la UAM-I


Moisés Castillo

La noche del pasado 3 de julio fue la más triste para Luis Felipe Bravo Mena. El candidato panista a la gubernatura del Estado de México, con una cara larga y casi sin voz, reconoció su derrota al colocarse en último lugar de las preferencias electorales.

Era tanta la frustración entre los panistas que ya nadie se acordaba de que hace 11 años, como presidente nacional, condujo al PAN a la victoria para sacar al PRI de Los Pinos. La euforia no es eterna y menos en política.

“En lo que se refiere a los datos de la votación —dijo— y con la información que hasta ahora se ha hecho pública, debo decir que los resultados no nos favorecen, quiero agradecer a todos los ciudadanos que votaron de manera libre y honesta”.

Sin embargo, cerró su discurso con el mismo tono de su campaña: el dinosaurio está vivo, hubo una “elección de Estado”, voto comprado. Frases hechas, consignas gastadas, nada de autocrítica.

“Fuimos testigos —agregó Bravo Mena— de un proceso claramente inequitativo, que refleja la amenaza presente del autoritarismo en el Estado de México. No podemos omitir el señalamiento de muchos vicios y prácticas corruptas que premiaron las elecciones el día de hoy”.

Bravo Mena fue un candidato gris y alejado de la gente. Ahí está su 12 por ciento de los sufragios que alcanzó, el mayor derrumbe de Acción Nacional en territorio mexiquense. Hay una frase que sintetiza el nocaut que recibió el panismo y lo dice Tatiana Clouthier, ex militante del partido: “O se ponen las pilas y hacen cosas diferentes o se van como tercera fuerza”.

Discurso gris

Para Víctor Alarcón Olguín, profesor e investigador de la Universidad Autónoma Metropolitana, unidad Iztapalapa, existen varios factores como la cancelación de la alianza con el PRD, que influyeron para que el PAN fracasara en los comicios, donde arrasó el candidato priísta Eruviel Avila.

El experto en procesos políticos señala que Bravo Mena tuvo una campaña desarticulada, con un discurso gris y que se emparentaba al utilizado por el presidente Felipe Calderón, temas enfocados como la inseguridad y el empleo, que los mexiquenses rechazaron por los pobres resultados que a nivel federal se están alcanzado.

“Desde un primer momento —dijo el catedrático—, el PAN se encontró en una situación inesperada tras la caída de la coalición. Con el descarrilamiento de este plan que había funcionado con el PRD en elecciones anteriores y que López Obrador obstruyó, vía Alejandro Encinas, el PAN no construyó un escenario alternativo”.

Desaliento ciudadano

¿Cómo influyó en el electorado la cancelación de la coalición PAN-PRD que ya había sido aprobada en una encuesta?

Hubo un desaliento entre los ciudadanos y sacar de último momento a Bravo Mena, con todas sus limitaciones y reciclar a un candidato que tuvieron hace 18 años, nos da una idea del pasmo y retroceso que el PAN empezó a experimentar en sus bases electorales. El PAN tenía un avance en los 90, pero en los últimos 10 años el panismo mexiquense vivió más de sus recuerdos. Si vemos las cifras, Acción Nacional se derrumbó dramáticamente.

¿Qué tanto afectaron los autodestapes panistas rumbo al 2012 en el proceso electoral mexiquense?

Los aspirantes que compiten para la candidatura presidencial no tuvieron prudencia y mostraron indiferencia hacia los comicios. No aportaron nada y fueron un factor de distracción interna.

Por otro lado, dejar en el camino a José Luis Durán Reveles, que es una figura del panismo en la entidad, y a un actor que se había ubicado de manera más natural como era el senador Ulises Ramírez, habla de la poca planeación del partido.

Nadie lo apoyó

¿Mandaron a Bravo Mena a la hoguera?

Fue un candidato que no tenía el apoyo real ni de la dirigencia ni del Presidente. Los gobernadores panistas se mostraron erráticos. Fue un candidato abandonado y que se le tuvo que reciclar para decir que la “campaña iba en serio”.

De alguna manera también esta pugna de presidenciables afectó, si bien venía cobijado con el apoyo de Calderón, no logró impactar ni generar apoyos. No sólo apoyar en los mítines, sino apoyos directos y específicos en la operación de la campaña.

¿Cómo explicar esta lógica si se habló una y otra vez que el Estado de México sería un laboratorio rumbo al 2012?

El Estado de México era una situación de un alcance más complejo, pero también no vimos esa responsabilidad en el PAN. Los operadores panistas no tuvieron la capacidad de estructurar un discurso que le diera un perfil distinto al que maneja el gobierno federal. Siguieron en el tema de la inseguridad y el empleo cuando ese fue el discurso de campaña con el que llegó al poder Calderón. En este sentido, no hubo ningún deslinde ni autocrítica. Bravo Mena no confrontó las críticas con ideas y no recogió la molestia del ciudadano común que sí vive problemas de inseguridad.

¿Ni el PAN ni el PRD tuvieron un plan B?

Con Alejandro Encinas sucedió casi lo mismo. No vimos a los cuadros del PRD involucrados en la campaña. Además, las diferencias internas muestran el fracaso de la candidatura de Encinas, porque al final Marcelo Ebrard no se involucró al 100 por ciento. Bravo Mena no pudo aglutinar apoyos y tras el abandono de la coalición, la estrategia panista se diluyó. No se logró una negociación interna, un equilibrio de espacios entre los diversos grupos, pues es obvio que provocó el descontento de la militancia y de los ciudadanos en general.

Culpables indirectos

En el PRD, acusan a Encinas y a López Obrador de la derrota. ¿En el PAN hay culpables de esta catástrofe electoral?

 Diría que sí, indirectos, pero sí. Recordemos las opiniones y valoraciones que públicamente hizo Vicente Fox a favor del PRI. También la visita que hizo Enrique Peña Nieto al Centro Fox, son datos que no se nos deben escapar, hubo fuego amigo en el propio PAN. También reticencias de Diego Fernández de Cevallos y sus vínculos históricos con Carlos Salinas de Gortari, uno de los principales promotores de la campaña de Peña Nieto.

El PAN debe replantearse rumbo a la elección presidencial y valorar si sigue manteniendo un actitud de conflicto, cuyo objetivo primordial es debilitar y detener el PRI. Otros construyen la idea de que el PAN no debe desdibujar su ideario político.

Las primeras reacciones en el PAN fueron de minimizar y justificar la derrota. ¿Falta autocrítica?

Diría que como todo ejercicio interno de partido hay que hacer un control de daños. Desde luego en 2009 la derrota electoral motivó la salida de la dirigencia del PAN de Germán Martínez, que incluso admitió públicamente que se había equivocado de estrategia, no había sido adecuado ir con una campaña tan negativa tratando de responsabilizar al PRI de todos los males del país, tratar de asociar al PRI con el crimen organizado.

El PAN sigue con esta idea de minimizar su desgaste y tendrá que generar una reorganización para tener un proceso interno, elegir a su candidato presidencial sin contratiempos y con unidad.

¿El PRI lo ve con una maquinara aceitada para recuperar Los Pinos?

El triunfo del PRI habla de los méritos organizativos del partido, aunado a el fracaso de la alianza PAN-PRD. Vemos a un partido cohesionado, con metas claras, una agenda articulada y cada vez más orientado hacia ciertos temas específicos. Muestra la diferencia con el PAN, que incluso está entrando en una dinámica de descomposición muy significativa rumbo al 2012.

Ahora vemos que la maestra Elba Esther Gordillo tuvo un rompimiento claro con el presidente Calderón, buscado deliberadamente: quiere entrar con la cara limpia y justificar la coalición del PRI con Nueva Alianza.