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Se dedicaron a construir una compleja estructura de saqueo de recursos económicos con lo que se enriquecieron.
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El dilema que viene
Yo creo que llegará un tiempo en que sobre las ruinas de la corrupción
se levantará la esplendorosa mañana del mundo emancipado,
libre de todas las maldades, de todos los monstruosos anacronismos
de nuestra época y de nuestras caducas instituciones.
Samuel Fielden
Además de corruptos, ladrones, saqueadores, bandidos y cuantos apelativos la gente les imputa, resulta que salieron cínicos, burlones y temerarios. Me refiero a los gobernadores de los estados de Quintana Roo, Chihuahua y Veracruz. Que no satisfechos con hacer de las arcas estatales su caja de recursos personales, dilapidar y distraer dinero de los fines a los que debieron estar destinados para abatir la pobreza y generar oportunidades de desarrollo en sus entidades en todos los rubros sociales, se dedicaron a construir una compleja estructura de saqueo de recursos económicos con lo que se enriquecieron y enriquecieron a muchos de sus allegados través de complejos esquemas sustentados en empresas fantasma, sobrecostos en obras e inversiones y manejo de cientos de millones en efectivo para compras de productos y servicios que nunca existieron.
Dejar de pagar los recursos a la Universidad Veracruzana, crear cientos de empresas para desviar recursos, dejar de pagar a proveedores y sobreendeudar su entidad hasta el copete, es la herencia que deja Javier Duarte. En el norte la historia es similar, sólo que ahí además se usó el dinero de los chihuahuenses para fondear un banco local propiedad de César Duarte.
En el sur, en Quintana Roo la ambición desmedida ha superado toda expectativa, y Roberto Borge no se ha quedado atrás de sus dos compañeros gobernadores.
Los tres gobernadores tienen varios temas en común. Hace algunos años eran elogiados como la nueva clase priista, joven, moderna y bien formada, la que representaba ese rostro fresco y aire nuevo que impulsaría muy buenos gobiernos, y eran presumidos por su partido y el gobierno federal.
Tienen en común que han sido gobernadores muy corruptos y que además se han desenvuelto con un cinismo extremo contra los ciudadanos, la oposición y los diversos sectores en sus estados. Los tres fueron castigados por el voto ciudadano y los tres perdieron la elección estatal que vivieron el 5 de junio. Las similitudes no acaban aquí. Los tres impulsaron paquetes de impunidad en sus congresos locales para evitar ser sancionados en el futuro. Ahora han sido sujetos de la impugnación presidencial para evitar ese extremo ilegal de acomodar todo para evadir el castigo. Los tres tienen amenaza de cárcel por los gobernadores electos, derivada de todas sus tropelías.
Éste es un caso grave de corrupción, cinismo y hasta ahora impunidad. El dilema esta planteado. ¿Pasarán a la historia como los primeros gobernadores salientes del cargo que serán enjuiciados y castigados, o seguirán como si nada, siendo los tres alegres gobernadores?
@perezcuevasmx
perezcuevasmx@gmail.com