Cómo interpretar la reciente declaración hecha por la nueva primera ministra británica Theresa May, respecto a que “nadie se queda necesariamente para siempre en un lugar”. ¿Es una amenaza o una especie de negociación para la Unión Europea?

 

 

Birmingham, Reino Unido.- Actualmente en Reino Unido viven 3.3 millones de cuidadanos europeos comunitarios frente a 1.2 millones de británicos que residen en otros 27 países de la Unión Europea. Esto según datos de la organización Migration Watch (un think tank independiente), pero las estadísticas oficiales mostradas por la Oficina de Estadìstica Nacional (Office for National Statistics) se trata de una cantidad menor, 2.1 millones de europeos cuyo número ya desde 2010 supera la cifra de los extracomunitarios.

Prevalece la incertidumbre

Durante la campaña electoral previa al referéndum Brexit, la inmigración fue el tema clave y todo parece indicar que seguirá siéndolo, sobre todo considerando la cercanía de las negociaciones entre la Unión Europea y el Reino Unido. Pese a las afirmaciones hechas por David Cameron después del sufragio, respecto a no habrá ningún cambios inmediato en el estatus de los europeos que viven y trabajan en Gran Bretaña, la incertitumbre prevalece. No hemos tenido una declaración clara por parte del gobierno sobre si garantizará a los europeos residentes su estancia legal en país. Por el contrario, la nueva primera ministra, Theresa May, envió un claro mensaje a Bruselas, tras haber afirmado en una entrevista que el estatus de comunitarios será semetida a las negociaciones del Brexit: “Nadie se queda necesariamente para siempre en un lugar” –dijo May. Las palabras de la nueva líderesa “Tory” fueron apoyadas por el ministro de Asuntos Exteriores, Philip Hammond, quien agregó que no se puede garantizar los derechos de los europeos de quedarse en el Reino Unido sin compromisos de parte de otros miembros del bloque respecto a la cuestión del status de los británicos residentes en los países eurocomunitarios.

Comienza la rebeldía

Muchos acusaron a Theresa May de usar los ciudadanos europeos como una moneda de cambio en las negociaciones del Brexit: “Creo que es absolutamente desagradable que tengan un candidato para el cargo de primer ministro que piense que seres humanos son una moneda de cambio”, dijo la primera ministra de Escocia, Nicola Sturgeon. Aquí lo interesante es que Sturgeon no titubeó al afirmar momentos antes de que May asumiera como primera ministra, que Escocia insistirá en explorar nuvas opciones para mantenerse dentro de la Unión Europea. Con un tono desafiante, ésta aseguró que para su pueblo “quedarse significa quedarse” y dejó claramente establecido que, a partir de hoy, el Brexit sólo es válido para Inglaterra y Gales, donde la consulta tuvo mayor respaldo, pero no en Escocia, Irlanda del Norte y Gibraltar, donde la permanencia fue la opción que mayor apoyo recibió en el referéndum de pasado 23 de junio.

Por su parte, Andy Burnham del Partido Laborista y cuya esposa es holandesa comentó: “Mis hijos quisieran que su mamá pudiera quedarse acá para siempre, si eso es posible”. El debate se fue al Twitter donde muchos expresaron su opinión mediante el hashtag #IamNotABargainingChip, lo que se podría traducir como “no soy una moneda de cambio”. Otros políticos conservadores como Michael Gove, ministro de Justicia, trataron de calmar la situación al aseverar en un tuit que “los ciudadanos europeos que ya residen legalmente en el Reino Unido deben mantener su derecho a la residencia”.

¿Y si Brexit significa Brexit?

Parece que todo dependerá de la interpretación que se dé al Brexit. Si se le ve como una versión ligera con la cual Gran Bretaña mantiene su acceso al mercado único europeo, aceptando la libre circulación de personas o, por el contrario, si será un divorcio escandaloso con consecuencias más titubeantes para ambos lados. En el primer punto, no cambiaría nada la situación de los europeos. De hecho, es la solución más esperada por el sector privado, ya que una gran parte de su fuerza laboral proviene de los países eurocomunitarios; se trata muchas veces de los trabajos que los mismos británicos no quieren hacer. Varios directores de grandes empresas enviaron un mensaje a sus trabajadores para tranquilizarlos respecto a que todo queda como antes y que no cambiará nada a corto plazo. En el caso de una separación más radical sí podría poner en riesgo la estancia legal de los europeos en el Reino Unido, sin embargo aunque en ese aspecto la posibilidad de que los comunitarios pierdan su derecho a la residencia es poco viable; basta y sobra imaginar el caos que eso crearía en el mercado laboral. Es probable que se pueda negar la residencia a los que entraron en el Reino Unido después del 23 de junio o después del fáctico Brexit.

Por otro lado, muchos ciudadanos eurocomunitarios que tienen ya una residencia permamente tras haber vivido más de cinco años en Gran Bretaña, podrían aplicar para la naturalización y obtener así la ciudadanía británica. El derecho a la residencia fija se podría también, en teoría, extender a todos los que ya residen en Reino Unido legalmente; eso podría ser objeto de negociación con la UE a cambio de un proceso semejante para los expatriados británicos que viven en España o en Francia.

El juego de los grandes

Tengo la sensación que todo eso es parte de un juego político, que tiene que poner las negociaciones en una posición determinada y mandar un mensaje inequívoco a los eurócratas de Bruselas respecto a que todas las opciones estarán en la mesa, incluso la cuestión migratoria, pese a que se vea como irracional el hecho de poner el destino de millones de personas como si fueran una moneda de cambio. Es así como Theresa May muestra que será muy dura para negociar los términos del Brexit confirmando los comentarios que se han hecho respecto a que es “una mujer extremadamente difícil”, algo que, por supuesto, Jean-Claude Juncker (presidente de la Comisión Europea), tendrá la oportunidad de averiguar tan pronto como se empiecen a negociar ambas posiciones.

El autor es analista de temas

interculturales y reside en el Reino Unido. Título original del artículo “What Will Happen With Millions of European Citizens in UK After Brexit?”. Traducción del inglés de Gerardo Yong.