Después de la sacudida que le dio Wikileaks, la Convención Demócrata pudo finalmente iniciar sus trabajos en el Centro Wells Fargo, pero… ¡con una clara división interna! Pese a que varios altos directivos del Partido del Burro, entre estos la presidenta Debbie Wasserman Schultz, fueron expuestos como los ideólogos del complot electoral contra Bernie Sanders, los demócratas decidieron cerrar filas en torno a Hillary Clinton para competir contra el rubio millonario. Tras haber sido largamente ovacionado por sus fanáticos, él mismo proclamó que “debe ser elegida presidente”. Esta vez, el estrépito se convirtió en abucheo, dejando ver una aguda decepción. La ola de oradores pregonó en el escenario una y otra vez el voto. Lo hicieron en secuencia desde los senadores Al Franken, Cory Booker, Elizabeth Warren, hasta el propio Sanders y la primera dama Michelle Obama. Ahora el temor para los demócratas radica en la apatía interna que conllevaría a muchos de los simpatizantes y correligionarios frustrados a evitar el sufragio del 8 de noviembre. Por un complot partidario contra Sanders se empañó y ahora por él mismo se prosiguió el evento, al advertir a sus seguidores que dejen a un lado los prejuicios y se sumen a una presidencia con Clinton, de quien dijo “no tiene comparación con su rival”.
Fue aquí donde desfilaron los aliados sanderistas incitando a la unidad. La famosa comediante Sarah Silverman salió al escenario para abogar por una reconciliación con Hillary, diciendo “a los que piensan que esto es Bernie o la mierda, están cayendo en la ridiculez”. La primera dama Michelle Obama la calificó como la única carta para la presidencia. Aludiendo a sus hijas, no dudó en afirmar que, al igual que ellas, ahora las mujeres norteamericanas pueden tener en Hillary la posibilidad real de llegar a ser una “presidenta de Estados Unidos”.
No era su turno, ella estaba programa para el discurso final, pero tuvo que hacerlo pues era necesario enfrentar la ira de los simpatizantes de Sanders, cuyo estruendo abrumaba el auditorio con gritos ya no tanto en su apoyo y reivindicación, sino contra la negligencia partidaria y la debilidad de un líder que no defendía la legalidad de su candidatura.
Afuera del Centro Wells Fargo, miles de sanderistas marchaban y gritaban consignas contra su propio partido, al que señalaban como una farsa por haber confabulado contra uno de sus propios candidatos. En su intento por mantener el control, la policía detuvo a una docena de seguidores de Sanders por cargos de desobediencia civil.
Aunque todo apunta a que Hillary será elegida este jueves como la candidata demócrata a la presidencia de Estados Unidos, todavía tendrá que lidiar con la imagen de Sanders, quien aún sigue siendo el modelo de inspiración que vieron muchos jóvenes demócratas. El camino a la Casa Blanca por la vía demócrata luce más bien gris.