[gdlr_text_align class=”right” ][gdlr_heading tag=”h3″ size=”26px” font_weight=”bold” color=”#ffffff” background=”#000000″ icon=” icon-quote-left” ]
Difícilmente veremos que se castigue a los hitlercillos que llaman a romper el texto gratuito o de plano a quemarlo.
[/gdlr_heading][/gdlr_text_align]
Cinco artículos en Desde la Fe
Toda Iglesia tiene derecho a rechazar en su feligresía a quienes no acaten las normas de vida que prescriben sus ministros, pues se trata de asociaciones voluntarias de personas que comparten un dogma, una liturgia y una moral. Incluso, es del todo lícito que esa Iglesia, en busca de la autorrepresión de sus feligreses, asegure sin prueba científica de por medio que quienes se porten mal arderán en el fuego eterno.
Desde la Fe, el semanario de la Arquidiócesis Primada de México, acaba de publicar una serie de cinco artículos contra el matrimonio igualitario o matrimonio gay. En esos textos dice que la unión entre personas del mismo sexo “sí afecta a la sociedad en su conjunto” porque supuestamente “causa daños psicológicos, físicos, de salud y espirituales en las parejas y en los hijos naturales o adoptivos de esas parejas” (La Jornada, 8 de agosto de 2016).
Desde luego, el anónimo redactor no se preocupa por probar sus dichos ni mencionar cuáles son esos daños “psicológicos, físicos, de salud y espirituales” que se infieren a sí mismas las parejas homosexuales o lésbicas. Para el autor de ese bodrio, es preferible que los niños sean golpeados, sufran hambre y abandono, siempre y cuando sean hijos de parejas heterosexuales.
En actitud que raya en lo sicalíptico, Desde la Fe hace descripciones que serían cómicas, de no estar dirigidas a personas que no siempre tienen información seria para confrontar los dichos del órgano (¡perdón!)… del periódico religioso. Por ejemplo, sobre el punto donde termina el aparato digestivo, dice el impreso citado:
“El ano del hombre (¿y el de la mujer?) no está diseñado para recibir, sólo para expeler. Su membrana es delicada, se desgarra con facilidad y carece de protección contra agentes externos y pudieran afectarlo. El miembro que penetra el ano lo lastima severamente pudiendo causar sangrados e infecciones”. Sí, como las que producen los curas pederastas en los niños que caen en sus garras.
Por supuesto, eso de que el citado músculo redondo “no está diseñado para recibir” contradice lo que dicta la experiencia de miles de años, tanto de relaciones homosexuales como de uniones heterosexuales, porque el comercio carnal se realiza mediante diversos caminos que incluyen la boca, los oídos, las narinas y cuanto hay.
Para el anónimo redactor —¿será acaso el culto y tolerante Hugo Valdemar?— la mujer tiene “una cavidad especialmente preparada para la relación sexual, que se lubrica para facilitar la penetración, resiste la fricción (y) segrega sustancias que protegen al cuerpo femenino de posibles infecciones presentes en el semen”. ¿Qué sustancias protegen a la mujer del contagio del sida? ¿No la protege mejor un buen condón? Ah, pero como el condón atenta contra el embarazo obligatorio, entonces ni se menciona.
El instructivo continúa advirtiendo que el “sexo lésbico puede generar contagios de enfermedades de trasmisión sexual y daños por el uso de objetos que sustituyen al miembro masculino”. ¿Y el sexo de mujer con varón no tiene riesgos? ¿Cómo cree el anónimo redactor de esa hoja parroquial que se contagian de sida las mujeres? Lo de los objetos es más que discutible, pues hay toda una industria del placer que en el siglo XX sustituyó el empleo de plátanos, pepinos, maderos y otros objetos usados durante milenios. Esa industria no sólo ha desarrollado instrumentos capaces de brindar satisfacción erótica, sino también diversos aditamentos para prevenir o curar lesiones e infecciones, como puede comprobarlo el señor Valdemar si visita una sex shop, ahora que por fortuna proliferan en México.
Toda esta retahíla de sandeces no pasaría de ser mera ocurrencia, pero se presenta precisamente cuando las organizaciones católicas de padres de familia, especialmente en Monterrey, muestran su vena fascista y exhortan a destruir libros de texto gratuito porque ahí se ofrece educación sexual, pues ya se sabe que la Iglesia de Roma prefiere mantener a los jóvenes en la ignorancia en lugar de orientarlos para evitar las enfermedades de contagio sexual y los embarazos no deseados ante los cuales la institución religiosa prohíbe también el aborto. (Nada más como para ilustrar el optimismo de la clerigalla: en Veracruz, del año pasado al presente, 487 niñas de 10 a 14 años embarazadas, muchas de ellas por violación, no tuvieron acceso a la interrupción del embarazo.)
Exhortar a la destrucción de libros de propiedad pública es delito. Pero difícilmente veremos que se castigue a los hitlercillos que llaman a romper el texto gratuito o de plano a quemarlo. Sin embargo, por ese camino muy pronto veremos que se pida la hoguera para los reos del pecado nefando. Para esos apóstoles de la intolerancia se hace necesario revivir el Santo Oficio y sustituir el gobierno civil por otro donde los mandamases vistan de sotana. Desde luego, esos Torquemadas causarán más risa que perjuicios. Pero no llegarán muy lejos. Se equivocaron de siglo.