¿Qué es la intertextualidad? Podemos hacer el ejercicio de poner el término en cualquier buscador y arrojará un sin fin de páginas, donde las primeras tendrán una definición algo escueta “La relación que tiene un texto con otro (ya sea escrito y oral)” y también encontraremos nombres como Mijail Bajtin, Julia Kristeva, Roland Barthes, entre otros. Con esta definición parecería que sólo nos adentramos al terreno de las letras, hecho que será incorrecto.
Intertextualidades. Teoría y crítica en el arte y la literatura (Ediciones Ítaca / UAEMorelos) es un libro que consta de diez ensayos que abordan distintos aspectos sobre la intertextualidad y se encuentran dentro de las dos grandes partes que componen la totalidad del texto: “Teorías Intertextuales” y “Prácticas intertextuales” que a su vez se divide en “Plásticas y Audiovisuales” y “Fílmicas y Literarias”.
El primer texto, a cargo de Elizabeth Valencia nos presenta una visión general sobre distintas posturas y posibles definiciones sobre la intertextualidad, abordando autores como Chassay, Barthes, Ong y el propio Bajtín, donde cabe destacar el juego intertextual que realiza la autora, reescribiendo o reconfigurando el título de Barthes El placer del texto con El placer de la intertextualidad, donde, como Valencia explica, “a través de la intertextualidad podemos revindicar el placer de asumirnos como seres históricos, anacrónicos y —¿por qué no?— retrógrados: una estrategia para volvernos escurridizos ante los placeres más superfluos prometidos por la moda” (25), porque de esta manera podemos gozar de nuestra realidad al ver el pasado, comprender el presente y vislumbrar un futuro.
Por su parte, Angélica Tornero, nos adentra un poco más a las teorías, ahora nos encontraremos con cuestiones más a fondo del lenguaje y cómo este influye en nuestra cotidianeidad; principalmente partirá de los estudios realizados por Julia Kristeva, donde apunta que la intertextualidad es “la posibilidad del lenguaje poético de ser leído como ‘doble’, es decir, considerando el texto derivado del texto del cual deriva” (32). En otras palabras, tanto el texto “original” como el “nuevo producto a partir del original” se necesitan mutuamente para construir resonancias literarias. Más adelante se habla que el lenguaje no es propiedad individual, sino de diversas “hablas” del mundo. George Steiner en Después de Babel hace un recorrido bastante extenso, sobre aspectos que competen a la traducción, desde que es necesario entender la idea original para presentar un nuevo texto, hasta la necesidad de la repetición de temas en las culturas. Traigo a colación este autor, ya que en un momento establece que el lenguaje se consolidó como algo privado y que se volvió público inmediatamente al articular el primer sonido.
Y se complican las teorías con el texto de Armando Villegas Contreras, porque retomará principalmente la teoría de la deconstrucción y a Jaques Derrida como filósofo clave, así como la différance o “diferancia”, la cual consistirá en hacer segregaciones o discernimientos de los conceptos. La idea aquí es volver de cierta manera al “extrañamiento” y no como lo entendían los formalistas rusos, la cual consistía en redactar o narrar algo conocido como si fuese la primera vez que se observa, sino más bien mirar desde lejos y observar cómo se construyó el texto, por qué es leído.
Gracias a los ensayos de Valencia, Tornero y Villegas, podemos tener más claro un referente teórico sobre el concepto y la evolución de la “intertextualidad” para así dar paso a aspectos prácticos con los siguientes textos, porque condensan de manera acertada a los autores antes expuestos sin necesidad de un lenguaje teórico especializado.
Lydia Elizalde nos presenta dos ejemplos de intertextualidad en el Pop Art y cómo es que se volvió una corriente bastante “popular” utilizando elementos de nuestra cotidianidad. Autores como Lichtenstein con sus cuadros semejando los comics o Warhol con las latas de Sopa Cambpell; y es aquí donde la publicidad entra en el arte. Sólo que Elizalde utilizará como ejemplos a Peter Blake y David Salle, donde el primero se muestra como uno de los iniciadores del movimiento y el segundo quien recrea nuevas formas de discursos a partir de sus cuadros. También, retomará a Kristeva con el término transposición, ya que “tiene la ventaja de precisar el paso de un sistema significante a otro” (70).
Alfredo Cid Jurado nos adentra a los relatos y concepciones que se han construido sobre los Papas en la religión católica y cómo es que se han representado en diversas películas, documentales o series televisivas. Por eso no es de sorprendernos que en el texto se mencionen a los Borgia (como Papa y como serie) en un ambiente de corrupción, crimen, e incesto, hasta el legado bueno con Juan Pablo II. Para esto, Cid Jurado se vale de la semiótica y la intersemiótica.
Con Sara Núñez nos encontramos con un autor que no se había mencionado antes y es Gerard Genette, quien es conocido por sus textos Umbrales y Palimpsestos. La literatura en segundo grado, donde establece la base de la narratología. Es decir, el tipo de narradores (omnisciente, autodiegético, heterodiegético), así como los paratextos que los tenemos a la mano y casi no reparamos en ellos como son los índices, las apostillas, los prólogos, las notas al pie, etcétera. Entonces, con lo anterior, Núñez analiza tres series de televisión que se vale de esto, obviamente con sus cambios. Un programa es Alfred Hichcock presenta de Alfred Hichcock, Twin Peaks de David Lynch y El Reino de Lars von Trier donde los directores se valdrán de la anáfora y la catáfora (lo que ya se dijo o se vio y lo que se ve que será visto), así como comentarios al principio y final de cada capítulo.
Con el texto de Ángel Miquel abordamos ahora el terreno del cine. ¿Cuántas veces no hemos visto al inicio o al término de una película la leyenda “Basada en hechos reales”? En el ensayo nos encontramos ante al situación que tuvo Max Aub como autor de una obra de teatro inédita frente al estreno de Distinto Amanecer de Julio Bracho. La querella aquí fue que: “Aub tenía razón en que la ‘idea’ tomada por Bracho para la película no se reducía a la de un hombre perseguido que aparece en la casa de un viejo amigo para pedir refugio” (122) y según Bracho “la ‘idea’ original se había modificado de tal modo que el argumento según el cual se hizo la película es completamente diferente” (125). Entonces, cabría la siguiente pregunta ¿hasta donde una adaptación fílmica tiene que ser una “adaptación” con sus modificaciones o es necesario respetar al cien por ciento el texto en el que se basa?
Con José Mariano Leyva aún nos quedamos en el cine, particularmente las adaptaciones fílmicas que se hicieron de las novelas de Bret Easton Ellis como por ejemplo Menos que cero, Psicópata americano o Las leyes de la atracción. La cuestión aquí es que Leyva asevera “en Bret Easton Ellis presenciamos una intertextualidad restringida […] existe una estrecha relación en todas su obras. La violencia está presente a lo largo de cada uno de sus textos y tiene una propósito a que parece concreto: elaborar una crítica de la sociedad inmediata del autor” (143). Entramos, entonces, en otro terreno difícil, ¿cómo trasladar el propósito del autor a un filme cuando el director y el guionista no son el propio autor?
En el texto de Dayna Díaz Uribe leemos cómo la autora se centra a explicar los paratextos que existen en la novela El mundo alucinante de Reinaldo Arenas y la relación que tiene con las Memorias de Fray Servando Teresa de Mier. Siguiendo de igual forma a Genette, ahora nos encontramos con dos términos que se desprenden del paratexto: “peritexto” y “epitexto” donde el primero se refiere a la edición de libro en su totalidad y el segundo a todos aquellos elementos externos del libro que lo complementan como las entrevistas, ensayos, reseñas, etcétera.
Por último, leemos en el ensayo escrito por Gabriel Pérez Miranda la correspondencia temática que tiene Octavio Paz en el ensayo La llama doble y los poemas “Cuerpo a la vista” y “Maithuna”. Y es que se retoma la temática del amor cortés donde hay una recuperación de la naturaleza humana. Por supuesto, lo necesario es diferenciar entre erotismo y pornografía.
En Intertextualidades. Teoría y crítica en el arte y la literatura vemos un claro ejemplo que el término anteriormente expuesto puede ser trasladado a otras disciplinas, no sólo la literaria, como es el arte, el cine o la televisión, ya que, si bien, no nos encontramos “directamente” con un lenguaje escrito, sí con un discurso a partir de las imágenes. Porque los textos se entrelazan de una manera sencilla, a pesar que los tres primeros ensayos presenten una mayor carga teórica, los autores establecen muy bien sus puntos de partida y el propósito explicitó de los mismos, permitiendo así un mejor entendimiento y comprensión de ellos.

