Por Roberto García Bonilla

Jacques Le Goff (1924-2014) es uno de los historiadores medievalistas más prestigiados en los ámbitos universitarios; para algunos, el más renombrado de Europa. Detengámonos unas líneas en uno sus contemporáneos, perteneciente a la escuela de los Annales: Georges Dubby (1919-1996), pionero en las perspectivas metodológicas, promotor del movimiento renovador llamado Nouvelle Histoire cuya mirada se dirige a los hechos y personajes sin estatus social que lo llevó a estudiar la vida cotidiana en el medievo —sobre todo por un mundo rural— que para Duby significaba emprender “resurrecciones históricas” y se le reconoció su integración de la narración escritural dentro de la historia.

Le Goff es una historiador a quien uno de sus profesores, Marc Bloch, lo llamó el “ogro historiador” y se considera que él “atrapó” la Edad Media del confinamiento; se interesó en la periferia más allá de los límites de Escandinavia y el Mediterráneo porque las fronteras no están muy bien delimitadas.

Edad Media, ¿periodo oscuro?

Poco después de su muerte se publicó La otra Edad Media (Un autre Moyem Age) que reúne sus más importantes ensayos de ese periodo en un volumen: además de la erudición sobresale su intención didáctica que es una extensión de su labor magisterial. Europa contada para jóvenes (Anagrama, 1999) ha sido muy elogiada por los docentes ya que sitúa los hechos cruciales de la historia al paso del tiempo, en sentencias (epígrafes) que se destacan por su claridad, brevedad y elocuencia.

Le Goff implícitamente se pregunta a modo de cuestionamiento el centralismo europeo, relacionado con viajeros que se nombran a sí mismos alemanes, noruegos, polacos o españoles, pero excepcionalmente se llaman europeos, aunque lo sean. De ahí surgen las interrogantes ¿existe Europa?, y la significación —real— de ser europeo.

historia_107

Jacques Le Goff, ¿Realmente es necesario cortar la historia en rebanadas?, México, FCE, 2016.

 Es fundamental, observa Le Goff, que los niños y los jóvenes aprehendan y se apropien de la historia encontrable en los libros y, también, en los hechos: un flujo contante —y en cierto sentido, instantáneo— entre el presente y el pasado. Y la intención de entender el presente, ha observado Le Goff, es lo más importante: proyectar y organizar el futuro.

En suma, desde pequeños debemos conocer nuestra herencia colectiva y el manantial que nos permite acercarnos al pasado es la historia que —en palabras de Le Goff—, “es la ciencia del cambio, el cambio en el tiempo”.

El historiador francés se propone, más allá de la minucia y la precisión —resultado a su vez de una inagotable curiosidad por el saber y su orden— las perspectivas: el pasado contextualizado en el presente, desde la vida llana y las mentalidades, así como las aspiraciones y los ideales de las masas. Se vinculan e incorporan diversas disciplinas (antropología, etnología, psicología, sociología… ) Le Goff dignificó la Edad Media, al mostrar —por ejemplo— que las mujeres eran tratadas con respeto sin importar su clase social ni su oficio. Un ejemplo de la atención que tuvieron las mujeres —en una época reconocida como profundamente misógina— fue el culto a la Virgen María, cuando también se configuró la Santísima Trinidad.

La Edad Media, para las historias oficiales superficiales, es un periodo oscuro. Periodo es la palabra que prefiere Le Goff —en lugar de época, edad o ciclo—; su origen es griego y significa “periodos”, que nombra un camino circular. Y ya en el siglo XX se acuñó la palabra periodización que es punto de partida del recuento histórico y la resituación de la Edad Media, que para Le Goff va del siglo IV al VIII; mientras que el mundo feudal en Occidente arrancó entre los siglos XI y XII en la Europa agrícola y campesina, cuya vida se centraba entre la señoría, el pueblo y la parroquia; de manera simultánea irrumpieron las ordenes religiosas militares, provocadas por las Cruzadas y las procesiones que transformarían el rostro de la cristiandad.

Y entre los siglos XIII y XV se desplegó la institución de las universidades y de las catedrales góticas. Significa que la edad moderna no nació con el Renacimiento sino en el medioevo, pero la lucha por la laicidad a lo largo del siglo XIX, fortaleció la legitimización de la noción de la Edad Media como arraigadamente religiosa y, sobre todo, oscurantista.

Jacques Le Goff (

Jacques Le Goff (1924-2014), reconocido medievalista.

Búsqueda de la razón

Le Goff sostiene que la Edad Media fue un periodo con un fervor por la búsqueda de la razón; en ella se asentó el Estado, la nación, la hora, el libro, el purgatorio, los utensilios de cocina, los efectos personales de las recámaras; incluso —subraya—, los principios, la gestación y la efervescencia de la Revolución Francesa ahí germinaron. Claro, que no está apelando a fechas porque en su opinión “los hechos son sólo la espuma de la historia”.

De manera subterránea fluyen y confluyen los procesos, en esencia, lo relevante. De ahí que para el historiador de Toulon el humanismo no se gestó en el Renacimiento sino en la Edad Media.

Algunas de estas ideas Le Goff las desarrolla en un ensayo preclaro, iluminador, cuya erudición, no incomoda y sí estimula a leer y reflexionar más sobre el tema: el título mismo es una interrogante tan sencilla como desafiante para los historiadores, ¿Realmente es necesario cortar la historia en rebanadas?

Le Goff ahonda en los periodos que cotidianamente se denominan Edad Media y Renacimiento y cómos surgieron. Distingue el equívoco entre periodos y siglos, que comúnmente se asocian. Reflexiona sobre cómo la periodización —en su afán de permitir un control del tiempo, más aún, de su uso y empleo— provoca equívocos y problemas de apreciación del pasado. Explica también cómo la trasmisión del conocimiento, la enseñanza, fue nodal para la historia como conocimiento en sí mismo.

Le Goff precisa que el Renacimiento como época específica reconocida por la historia contemporánea, en realidad, es el último subperiodo de una larga Edad Media que, por cierto, tiene no pocas coincidencias con el presente; una, ostensible, es la violencia. En ese sentido no hemos avanzado, sino al contrario porque en el medioevo se pretendía minimizar la mortalidad, y ahora —observa Le Goff— con la guerra se pretende matar; en la Edad Media, la guerra era, sobre todo, una empresa económica.