Los mazahuas del Estado de México están abandonando su dieta milenaria basada en legumbres, verduras y hortalizas para pasarse cada vez más a la chatarra.

 

Un grupo de estudiantes de nutrición del Tecnológico de Monterrey visitó por un mes la comunidad indígena mazahua de San José del Rincón, un pueblo boscoso y húmedo al oeste del Estado de México, hay casas donde no llega el suministro de agua potable. Sin embargo, no puede faltar a la mesa una Coca-Cola.

Guadalupe Sánchez, un campesino ex adicto a la Coca-Cola, recuerda que tomaba hasta tres botellas de litro al día. “Nada más me despertaba, con las tortillas me tomaba el primer vasito y así seguía por la tarde y por la noche”, confiesa a David Marcial Pérez, periodista de El País.

En su vivienda con paredes de cemento gris y tejado sin terminar, Don Guadalupe explica que le fue difícil dejar de consumir refresco, ya que “todo el mundo te invita”. Sin embargo, comenzó a masticar una hierba que conocen como “Hoja de burro”, la cual ayuda a no tomar.

Relata que cuando bebía refresco tenia mucha flojera, casi no podía trabajar y con el calor del campo bebía más “coca”. “Empecé a notar que perdía vista y la lengua como que se me iba pa’ delante”.

Don Guadalupe, tiene 47 años y ha llegado a tener un nivel 200 de glucosa en la sangre, el doble del umbral de riesgo y algo muy frecuente entre sus vecinos.  Asimismo, Leticia Cruz de 41 años indica “es como un veneno, nos hace mucho daño”.

Los dedos de José Polo, de 18 años, son ásperos y rugosos de descargar camiones y colocar estanterías en el mercado. El joven revela que nunca le habían pinchado para sacarle sangre, Polo dio 150 de azúcar en la sangre.

La Organización Mundial de la Salud (OMS), reveló que los mexicanos son los que más refrescos consumen, 163 litros al año, y los que más mueren por diabetes en toda Latinoamérica.

Yaremi Gutierrez, profesora del Tec y encargada de dirigir las visitas a la comunidad, destaca: “Nos estamos encontrando con fuertes niveles de hiperglucemia. Esto es un fiel reflejo de alto consumo de bebidas azucaradas y comida procesada, carente de los nutrientes necesarios. Estamos encontrando también lo que se conoce como la doble carga de la enfermedad: desnutrición y sobrepeso, sobretodo en niños.”

 

México es el segundo país con más excesos de kilos del mundo, sólo por detrás de Estados Unidos

 

Un estudio publicado en la revisa científica American Journal of Public Health y realizado por investigadores de la Escuela de Salud Pública y el Departamento de Epidemiologia y Bioestadística de la Universidad de California, arrojó que las comunidades de menores ingresos sufren las peores consecuencias de la obesidad y la diabetes.

Abelardo Ávila, doctor del Instituto Nacional de Ciencias Médicas y Nutrición Salvador Zubirán, explica que antes la pobreza les protegía porque les obligaba a alimentarse del campo. A partir de 2010 empieza una expansión de las refresqueras, una estrategia de invadir refrigeradores las comunidades con electricidad y de favorecer las trasferencias de ayudas públicas al consumo de estos alimentos.

Apunta que la diabetes antes era una enfermedad rara que afectaba sobre todo a la población con predisposición genética y edad madura. “En los últimos 30 años ha habido una explosión brutal de tal manera que en los últimos seis años medio millón de mexicanos murieron a causa de la diabetes”.

Rumbo al poblado de San José del Rincón, las tiendas de abarrote tapizan las carreteras del pueblo, el litro de leche, cuando hay, cuentas 16 pesos, la botella de tres litros de Coca-Cola, 35 y la de refresco sin marca, 20.

Los riesgos que puede padecer una personas con diabetes son: ceguera, retinopatía diabética, insuficiencia renal o el llamado pie de elefante: la glucosa adormece los nervios y uno va perdiendo la sensibilidad en las articulaciones.

Para realizarse la diálisis, tratamiento para la diabetes, un grupo de mujeres tienen que caminar por más de una hora por una colina desde su comunidad hasta el único ambulatorio. La diálisis, no está cubierta por el seguro popular, la asistencia pública para los trabajadores informales como los campesinos, cada sesión vale entre 2000 y 6000 pesos.

“Aquí llega más fácil la Coca-Cola que los servicios médicos, de agua potable o de salubridad”, indicó Ildefonso Álvarez quien lleva dos años trabajando al frente de su asociación, Concreta, con las comunidades.

 

Para 2017, el sistema público necesitará para tratar la diabetes 5.600 millones de dólares al año

 

En 2015, la compañía refresquera Coca-Cola lanzó un comercial, el cual pretendía proyectar un mensaje de unidad. El anuncio relata cómo unos chicos jóvenes de tez blanca y en algunos casos hasta cabello rubio, se acercan a una comunidad Mixe de Oaxaca. Su llegada provoca la felicidad entre los indígenas. Los habitantes de la remota localidad de Totontepec parecen abducidos cuando les reparten refrescos y descubren el árbol de Navidad que ha construido este grupo de amigos, cuyos rasgos poco se parecen al del mexicano de a pie.

El video causó la indignación en colectivos de defensa de los derechos de los indígenas. Consideran que la publicidad es discriminatoria y atenta contra la dignidad, cultura y salud de los pueblos autóctonos mexicanos. Tras las protestas en redes sociales y la inconformidad de algunas asociaciones civiles, Coca Cola decidió retirar el spot de internet.

Por su parte, un par de jóvenes de la comunidad mixe publicaron un anticomercial de la Coca-Cola en donde hablan sobre los riesgos de consumir en exceso bebidas endulzadas y el aumento de los casos de diabetes en comunidades indígenas.

La edición alternativa del comercial fue realizado por la Alianza por la Salud Alimentaria en donde los estudiantes, Mariano Hernández, de gastronomía, y Josefa Díaz, de la UNAM, intercalan sus testimonios con las imágenes del comercial original.

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