Debate de los candidatos a vicepresidente de Estados Unidos

por Gerardo Yong

La Universidad de Longwood en Virginia fue la sede del segundo debate. Esta vez, los candidatos a la vicepresidencia, el demócrata Tim Kaine y el republicano Mike Pence se midieron en una confrontación política que dio una clara victoria para éste último y una amplia decepción para los televidentes.

Uno de los aspectos que lo hizo declinar fue la tendencia a acusar a los candidatos a la Casa Blanca, Hillary Clinton y Donald Trump, en lugar de aprovechar el espacio, que fue presenciado por millones de ciudadanos estadounidenses, más ansiosos de conocer los proyectos de nación que del espectáculo político que ha caracterizado últimamente a este tipo de evento.

Ambos aspirantes ocupan actualmente cargos políticos. En el caso de Pence, de 57 años de edad, es gobernador de Indiana y fue congresista de la Cámara de Representantes durante 12 años (2001 – 2013). Por su parte Kaine, de 58 años, es senador por Virginia y mantiene una fuerte cercanía con las comunidades hispanas, lo que puede darle una ventaja no sólo a él sino al equipo que forma con Hillary Clinton.

Tocó a Tim Kaine iniciar el debate con la pregunta sobre el “porqué están listos para ocupar la vicepresidencia”, a lo que aseguró tener la experiencia necesaria para hacerlo, pues además de su actual cargo como senador en Virginia, también fue gobernador de ese estado durante dos ocasiones. También reafirmó su entero apoyo a Hillary Clinton como la candidata más calificada para gobernar a la Unión Americana. Pence arremetió diciendo que Clinton basa su campaña en continuos insultos hacia la persona de su compañero de fórmula, Donald Trump.

El tema sobre la política exterior permitió a ambos profundizar los cuestionamientos de campaña. El aspirante demócrata prefirió mantener la ofensiva constantemente mientras podía, algo que su contrincante republicano combatió con mayor prudencia e inteligencia (incluso mejor que su propio compañero Trump, quien se ha mostrado más arrebatado en sus discursos). Cuestionado sobre la incapacidad mostrada por el rubio magnate para enfrentar los desafíos internacionales, Pence antepuso que Medio Oriente y Siria están fuera de control como “resultado de la débil política externa que Hillary Clinton ayudó a conducir como secretaria de Estado”.  Kaine arremetía constantemente dando la impresión de impedir que su rival pudiera expresarse y desestabilizarlo en toda ocasión. Esta actitud puso en conflicto a la misma moderadora, que tuvo que hacer un gran esfuerzo para controlar a los debatientes, que por momentos sucumbían a las interrupciones y acusaciones mutuas.

Llegó el turno a la declaración de impuestos de Trump y los cuestionamientos sobre la supuesta simpatía hacia el presidente ruso Vladimir Putin. A lo primero, Pence aclaró simplemente que Trump no es un político de carrera, sino un hombre de negocios, a lo segundo antepuso la debilidad de Clinton, cuando era secretaria de Estado en la administración de Obama, para poder enfrentar a Rusia. “Cuando Trump sea presidente, restablecerá el liderazgo de Estados Unidos en la zona mediante el despliegue militar en Damasco, a fin de derrocar al dictador Al Assad”, comentó Pence.

Respuestas como estas dieron una ventaja estratégica al republicano quien se mostró más pausado y en pleno autocontrol, tal vez porque también ha tenido experiencia como locutor de radio y televisión en su Indiana natal.

Respecto a la migración, Tim aseguró que su plan de migración se basará en la no discriminación y sin importar el país de origen, a lo que su contraparte le respondió que “una nación sin fronteras no es una nación”, por ello “la vigilancia debe hacerse por tierra y por aire” y propuso que “se aplique la ley a todo aquel que quiera quedarse ilegalmente en Estados Unidos”. Sobre el aborto, Kaine señaló que los demócratas se oponen a que las mujeres que interrumpen su embarazo sean penalizadas. Pence exaltó a su partido como el único que respeta el derecho a la vida.

El ex gobernador de Virginia, quien llevaba la ventaja por estar en su propio territorio como sede del debate, por momentos se mostraba más agresivo, y nervioso; algo que restó fuerza a sus señalamientos.

Por otra parte, Pence evitó profundizar en cuestionamientos contra Hillary como el famoso escándalo de los mensajes electrónicos, las dudosas referencias a la Fundación Clinton ni tampoco cuando ésta calificó a sus seguidores como “deplorables”, argumentos que le hubieran servido para intensificar y hasta afectar la popularidad de la aspirante del partido Demócrata. Por el contrario, pareció dejar en claro que, cuando se trate de actuar ante los medios de comunicación, hay que saber comportarse para ganar el punto que necesita un compañero de fórmula. Ahora el camino aguarda al tercero y último debate, que nuevamente reunirá a Hillary Clinton y a Donald Trump el 9 de octubre.