Eterno problema nacional
Por René Avilés Fabila
En el lapso de una semana, dos escritores mexicanos fallecieron. El 2 de octubre, Luis González de Alba (1944-2016) y el 9, René Avilés Fabila (1940-2016). Este artículo de Avilés Fabila debió aparecer el 2 de octubre, pero la muerte de González de Alba llevó a Avilés Fabila a escribir —a petición expresa de Siempre!— una evocación del primero. Publicamos ahora el artículo que se quedó en reserva.
La semana pasada el presidente Peña Nieto, prácticamente en el final de su gestión, señala que es fundamental combatir el oportunismo político. Tiene razón. Pero ya no se dará la lucha bajo su orientación, tiene demasiados problemas y muy poco tiempo para resolverlos. Necesita, primero, eliminar la corrupción, el eterno problema nacional. Quiero creer que el gobernante ve juntos los dos males. Pero el oportunismo político pareciera ser (no lo es, sólo lo conocíamos en menor escala) un fenómeno reciente, es algo que provoca indignación. Vemos a los políticos de todos los matices saltar de un partido a otro, sin escrúpulos, sólo movidos por el deseo de seguir escalando la montaña administrativa. Si el PRI te escatima una gubernatura, una diputación o la presidencia misma, basta con mudarte de partido para tal vez lograrlo. Lo inaudito es que la gente, los electores, ven esas maniobras de rufianes sin ideología ni principios como algo natural, desde que hubo la gran escisión que terminó creando el PRD y enseguida Morena. Todos sus dirigentes importantes se formaron en el PRI y, al no alcanzar sus propósitos, lo desdeñaron y lo convirtieron en el blanco de sus odios.
El presidente Peña Nieto exigió que, en consecuencia, el combate a la corrupción no “sea por razones de oportunismo político o revanchismo político, en todo caso debe ser parte de la lucha para desterrar prácticas arcaicas que las nuevas generaciones ya no admiten”. Sin duda el oportunismo político es un mal generalizado y parte de la corrupción. Pero vayamos por partes, la corrupción es generalizada y se practica en todos los ámbitos de la vida nacional, desde el policía hasta el gobernador, el diputado o el senador. Asimismo es algo que llevan a cabo los empresarios, por más que lo nieguen y entre ellos tampoco funciona la transparencia, una palabra gastada, no tanto por repetida sino porque nadie la lleva a cabo.
Pero ¿qué se puede hacer ante un Yunes corrupto que amenaza con virulencia a un Duarte igualmente corrupto? No mucho, sólo investigar también las muchas propiedades del primero, el que dentro de poco será gobernador y será poco transparente y proseguirá acumulando dinero tomado de las arcas de Veracruz.
Dudo mucho de que estemos sepultando tales manías u obsesiones. Al contrario. Si el gobierno actual y el PRI tienen información privilegiada y piensan mantener el poder el próximo sexenio, ¿por qué no expulsaron a Duarte hace al menos un año? No. Esperaron hasta que la situación fue insostenible y entonces sí, luchemos contra toda suerte de formas de corrupción, comenzando por los políticos. De ser así, con valor, Peña Nieto tuvo que señalar con datos a Duarte y desde luego a los gobernadores panistas y perredistas que se han enriquecido. Sin duda, hechos de esta magnitud le harían recuperar los votos y simpatías que se han alejado por una gestión poco decidida. López Obrador gasta la saliva en discursos baratos acusando a Peña y a los expresidentes como Echeverría y Salinas de corruptos, todos los males vienen de la mafia del poder que lo ha despojado ya dos veces de la presidencia. Me parece que el ninguneo, práctica exitosa en lo cultural, en política no funcionan. Ya vimos cómo Hillary y Trump intercambiaron con coraje acusaciones por errores, pifias y actos de algún tipo de corrupción, nada más ante cien millones de televidentes.
Los pasos de Peña Nieto, sus acciones, aparecen con retraso e indecisión. A estas alturas del sexenio tiene todo por ganar y poco por perder. Si desea que su partido y hasta su grupo de infaltables mexiquenses sigan en el poder, deberá disparar sus mejores argumentos y recuperar lo perdido. De lo contrario, los resultados, muchas palabras políticas, se perderán en el vacío de la historia.
Por desgracia las acusaciones y descalificaciones siempre son recursos políticos y las pillerías a costa del Estado algo normal en México.
www.reneavilesfabiala.com.mx