Por Sara Rosalía
Uno de los aspectos más preocupantes de la Reforma Educativa, o al menos el que más me preocupa, es su lucha sin cuartel contra las Humanidades. Bajo el agua, se han ido modificando los planes de estudio en aras supuestamente de la modernidad, pero da la casualidad que la mayoría de los golpes, no voy a decir que todos, son contra las Humanidades. Antes, en la educación media superior se llevaban, entre otras, Historia de la Literatura Mexicana, (dos años), Historia de la Literatura Española (con especial atención a los Siglos de Oro, otro año), Historia del Teatro, (desde los griegos hasta Fernández de Moratín, un año completito). Otras materias humanísticas eran Historia de México, Historia Universal, Civismo (es decir, principios de Derecho), Sociología y, por supuesto, Filosofía, Lógica y Ética, las que han sido objeto de controversias en los medios de comunicación y hasta en el Senado de la república, como contaré en un ratito. Psicología, desde luego (un año). Se estudiaba Español (dos años), y Griego, Latín e Inglés (sólo uno por cada lengua, aunque inglés se llevaba en la secundaria dos años). Un año completo de Etimologías, griegas y latinas. Se impartía historia de la música y un grupo coral acompañaba cada ciclo escolar.
El 68, el antecedente
En 1968, los estudiantes se hicieron sentir. Los movimientos más importantes ocurren en Alemania, Japón, Francia y México. La mayoría tienen demandas estudiantiles, el de Francia, por mencionar uno, surge en Nanterre por una modernización de los libros de texto de la carrera de medicina. Todos, sin excepción, son movimientos políticos, pero el de México no tiene ninguna exigencia estudiantil, mencionaré la primera y más importante demanda del pliego petitorio: Libertad presos políticos. Los demás son alto a la represión, desaparición de los granaderos y destitución de jefes policíacos. Se llama estudiantil, porque los contingentes en lucha estaban constituidos, principalmente, por el sector educativo, estudiantes y maestros.
Con la Apertura Democrática de Luis Echeverría, los estudiantes del 68 y sus maestros aliados acceden masivamente a los medios de comunicación, la UNAM amplía la matrícula escolar y cientos de jóvenes profesores, muchos participantes en el 68, entramos a dar clases en la UNAM. Se crean los Colegios de Ciencias y Humanidades.
En las movilizaciones del 68, aprendimos marxismo sobre la marcha, en la UNAM leemos en los años siguientes, y es sólo una lista indicativa, a Marx, Lenin, Trotsky, Gramsci, Fanon, Marcuse, Freyre y Sartre. El método de conocimiento marxista, la economía política, el materialismo histórico, y la dialéctica se extienden en las universidades públicas y hasta privadas. Se forman los sindicatos de trabajadores y de académicos, surgen organizaciones en las colonias populares, las tomas de tierras se multiplican, aparecen ejidos maoístas, los movimientos indígenas proliferan. Todo esto lo soporta el gobierno echeverrista, no permite la guerrilla urbana y rural, la represión se centra sobre ellos.
La teología de la liberación cunde por Latinoamérica, el obispo Hélder Cámara dice: “Cuando doy comida a los pobres, me llaman santo; cuando pregunto por qué son pobres, me llaman comunista”. La antipsiquiatría influye en diversas carreras. Aparecen los estudios de género en instituciones de educación superior, de la UNAM al Colegio de México. Se centra la atención en países periféricos, como Vietnam, y sobre todo, América Latina, enfoque que se profundiza con la llegada de los exiliados políticos de la región. Se fundan las carreras y los centros dedicados a los estudios latinoamericanos.
La ofensiva contra la universidad del 68
Desde los centros de poder, una nueva corriente de pensamiento se expande y se opone al marxismo. Basado en la lingüística de Ferdinand de Sausurre, se abre paso el estructuralismo. Se comienza a enseñar esta nueva metodología en las facultades de la UNAM: en Ciencias Políticas (Poulantzas), en Psicología (Lacan), en Ciencias (lógica matemática), en Antropología (Lévi-Strauss), en Literatura (Roland Barthes), en Filosofía (el positivismo lógico), en marxismo, (Althousser), en varias carreras la teoría de conjuntos.
Luego llegará, de la mano del estructuralismo, la semiótica: el estudio de los signos. Se considera que, así como la Biología fue la ciencia modelo del siglo XIX, la Lingüística lo es del siglo XX. Toda la lingüística, desde Saussure, se sostiene en un lenguaje binario (encendido/apagado) y no dialéctico (tesis, antítesis, síntesis). La computadora personal se basa también en un sistema lingüístico. La caída de la Unión Soviética, sustentada en la crítica antiestalinista, hace que propios y extraños, abandonen unos y combatan otros el marxismo en las aulas.

La idea de la modernidad
Durante todo el siglo XX se nos vendió, desde los electrodomésticos hasta las computadoras personales, la idea de la modernidad, Se habla, aquí y allá, de la posmodernidad, como si se hubiera dejado, como etapa olvidada, (o más precisamente, superada), la modernidad. Se pretende hacer girar la educación alrededor de la computación. Se olvida que, como los automóviles, las sumadoras y los electrodomésticos, las computadoras de uso personal, no son finalidades, sino herramientas.
Se transformó la enseñanza básica, de nueva cuenta surgió el “hay que modernizar”, al desván de los recuerdos se manda la materia de Lengua Nacional. Desde la escuela primaria hasta la media superior se decreta (y ahí están los programas de estudio) la enseñanza de la Gramática Estructural. El resultado ocurre años después: se propaga el analfabetismo funcional (los niños aprenden a leer, pero lo hacen con dificultad) y lo más notorio, se arruina la ortografía de todo el país.
El rector Carpizo, allá por 1986, comienza a señalar las fortalezas, pero sobre todo las debilidades de la UNAM. Se habla de carreras saturadas en las que a los egresados les espera el desempleo. No encontrarán trabajo, vaticinan las autoridades educativas, los abogados, los médicos, los profesores de primaria. Se omite que un bufete jurídico es el detonante de la Universidad Pueblo de Guerrero, que los egresados no cubren la demanda ni de servicios de salud ni educativa que requiere el país.
Los empresarios comienzan a decir que no contratan egresados de la UNAM. Lo que es totalmente falso, los egresados de las escuelas privadas son una minoría, el grueso de los profesionistas provienen de las escuelas públicas. Argumentan los empresarios: “son licenciados ¡y tienen faltas de ortografía!”, se culpa a la educación universitaria, no a la básica y menos al estructuralismo del que no conocen el nombre. Se omite lo fundamental, que el desempleo creciente tiene su causa, no en la educación, sino en la crisis económica.
La ofensiva contra las Humanidades
Cómo se difundió ampliamente en la prensa, la Secretaría de Educación Pública suprimió tres materias en la educación media superior: Filosofía, Ética y Lógica. Por fortuna, el Observatorio Filosófico salió en su defensa. Gabriel Vargas Lozano le solicitó a la corredora y senadora Ana Gabriela Guevara, que leyera en esa Cámara, el comunicado de la agrupación de profesores de Filosofía. Se logró un punto de acuerdo para que la SEP restituyera las materias y que éstas sean impartidas por egresados de las Facultades de Filosofía. Aparentemente la SEP acata y promete que lo hará, pero no les dice cuándo. Y en esas estamos.
Los Colegios de Ciencias y Humanidades sustituyen las clases de Historia de la Literatura por Análisis de Textos, y de esos cinco textos, dos no son literarios, uno es científico y otro periodístico. Lectura y Redacción también sustituyen a las historias de la literatura. Desaparecen Civismo y Sociología, no sé si psicología. El latín y el griego son, claro, lenguas muertas y las etimologías, según ellos, tampoco sirven para nada.
En el ciclo escolar, de primaria, secundaria y preparatoria, se reducen las horas dedicadas a la historia, de tal manera que la historiadora Patricia Galeana revela que a las culturas prehispánicas se les conceden 56 minutos en total. Se difunde, como dogma, que la educación pública debe ser tan buena como la privada (sic). Igualmente se sostiene que lo que no cuesta no se aprecia, por lo tanto, hay que cobrar cuotas en las escuelas públicas. Dos huelgas en la UNAM, la de 1986 y la de 1999, detienen, por esos años, el intento. Sin embargo, varios servicios en la UNAM y otras escuelas públicas comienzan a cobrarse.
Con la llegada del rector Juan Ramón de la Fuente cambia el enfoque. Se conoce que en el ranking (clasificación) de las universidades, la UNAM está entre las 200 mejores del mundo, aparecemos antes que la Complutense de Madrid e incluso, creo, que la Sorbona. Los estudios humanísticos de la UNAM ocupan, una vez, el lugar 34. (Después, no se desglosa y no vuelven a ocuparse de nosotros). Los rankings, como todo mundo sabe, dependen de quién los hace. Una vez, una institución de Finlandia se coloca en el primer lugar mundial, pero 20 de Estados Unidos se cuelan en los primeros cien con Harvard, Stanford y Yale a la cabeza, pero de ahí han salido los economistas neoliberales, para que ustedes se den una idea de su eficacia educativa. Entre paréntesis, en Finlandia, todas las escuelas son públicas, no existe la educación privada.
La Reforma Educativa es mundial
Como la reforma educativa no es invento de la SEP, sino imposición de la OCDE (Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económico), Jordi Llovet, desde El País, el diario español, concluye simple y llanamente que “el menosprecio a la filología, la historia, las artes y el pensamiento compromete nuestro futuro”, vale decir el de la humanidad. De ese tamaño es lo que se juega en la Reforma Educativa.
Para encontrar la causa, Llovet recurre al escritor Gustave Flaubert (1821-1880) que ya advertía: “Las ganas de alcanzar el éxito, la necesidad de triunfar a toda costa –debido al provecho económico que se obtiene- le ha minado la moral a la literatura hasta tal punto que la gente se está volviendo idiota”. En resumen, añado, se trata de convertir al homo sapiens en el perfecto capitalista, el hombre que sólo piensa en la ganancia. No en vano ya se ha acuñado en nuestros días la frase de “la religión del éxito”. En última instancia, lo malo de las Humanidades es que no sirven para ganar dinero, para convertirnos en Ceo (Chief Executive Office) o gerente general, como se decía antes.
No debe de extrañarnos que se otorgue la medalla Belisario Domínguez, a Alberto Bailleres, quien recibió el premio Revista Forbes Latino América como empresario del año 2013. Se dice, también, que es uno de los cuatro hombres más ricos de México, que sólo lo supera Carlos Slim. Por cierto, uno de los negocios de Bailleres es el Instituto Autónomo Tecnológico de México (el ITAM). (Los otros son El Palacio de Hierro, Peñoles y la aseguradora GNP).
Sigo leyendo, y pasándoles al costo, lo que escribe Jordi Llovet en El País: “Él, (se refiere a Flaubert) como tantos otros autores que empezaron entonces a reflexionar sobre el descrédito progresivo de las humanidades, no poseía distancia suficiente respecto a las causas de tal descalabro. Al auge del comercio, las ciencias, la industria y la técnica, hay que sumarle en los últimos 30 años por lo menos, un nuevo factor imprevisible hace un siglo y medio, el auge de las nuevas tecnologías”. En efecto, no se trata de una actitud luddista, de destruir las máquinas causantes del desempleo, lo que sucede es que no podemos ponerlas como finalidad de la educación. Son, como se dijo antes, una herramienta formidable, pero nada más.
El gobierno asegura que los maestros vemos en la Reforma Educativa, moros con tranchete, pero que expliquen, entonces, esta noticia que copio tal cual del diario Reforma:
“Inconformes con un supuesto recorte a la matrícula estudiantil en las carreras de Ciencias Sociales y Humanidades, alumnos y maestros de la Facultad de Estudios Superiores (FES) Acatlán pararán labores de manera parcial el próximo lunes.
“Éste fue un acuerdo al que llegaron docentes y estudiantes de este plantel de la UNAM, después de una asamblea realizada el pasado jueves.
“Ahí se acordó la toma de oficinas de las carreras de Sociología, Ciencias Políticas, Historia, Filosofía y Pedagogía, así como el paro de labores administrativas y estudiantiles en esas áreas a partir de las 7:00 horas del 15 de agosto.
“Según una carta ingresada por la Oficina Jurídica de Acatlán, donde se colocó un sello de recibido con la fecha 8 de agosto de 2016, al menos 613 estudiantes perdieron un lugar por dicha reducción.
“En total se especula la pérdida de 613 alumnos en general. Dos terceras partes de la población de la carrera de Sociología, la mitad de la carrera de Historia y una cuarta parte del alumnado de Filosofía”, se lee en el documento del cual REFORMA tiene copia.
“Representantes de la comunidad escolar refirieron que dicho campus no es el único que atraviesa por esta situación, sino que también se presenta en otras FES ubicadas en el Estado de México, como las de Iztacala, en Tlalnepantla; Cuautitlán Izcalli, y Aragón, en Nezahualcóyotl.
“Estudiantes refieren que pese a que se pidió la presencia de Alejandro Salcedo, director de la FES Acatlán, el académico no acudió a la cita del jueves 11 de agosto, negando por escrito el recorte acusado”.
“A las 13:00 horas del próximo lunes se tiene agendada la realización de otra asamblea, en la que solicitan nuevamente la presencia del directivo para que aclare dicho tema y ofrezca datos duros y razones del acto denunciado.”
En la Facultad de Filosofía y Letras, de la UNAM, la carrera de Letras Hispánicas, desde hace rato, se partió literalmente en dos, una dedicada a la literatura y la otra a la lingüística. Lo más preocupante es que ha surgido la materia de lingüística forense para servir de perito a la Procuraduría (identificando voces), mientras en paralelo en la ex Escuela Nacional de Artes Plásticas, ahora de Arte y Diseño (para abarcar la publicidad y la producción industrial) ha surgido la materia de arte forense para los retratos hablados y reconstrucción de cadáveres. (Existe ya antropología forense y entiendo que fueran materias de la carrera de Derecho, pero al insertarlas en otras carreras reducen el espacio de las Humanidades). Ahora ya hay Gestión Cultural, para los trabajadores de la cultura, que no está mal, pero llama la atención que surja esta nueva carrera en este contexto de dar jaque mate a las humanidades.


