22 de octubre de 1916
Por José Alfonso Suárez del Real y Aguilera
La Constitución no crea los derechos y deberes
sociales; no hace más que formularlos.
Antonio Aparisi y Guijarro
Según describen los diarios de la época y don Gabriel Ferrer Mendiolea —testigo de calidad en la contienda—, las elecciones del 22 de octubre de 1916 fueron ejemplares, similares a aquella registrada en octubre de 1911 que otorgó con 99.26 por ciento de los votos la Presidencia de la República a don Francisco I. Madero y la vicepresidencia a don José María Pino Suárez.
En congruencia con su defensa constitucionalista, Venustiano Carranza convocó el 14 de septiembre a la elección del constituyente para el domingo 22 de octubre y, consecuentemente, se desató una intensa polémica nacional sobre el tema, destacando la generada por los enemigos del coahuilense, quienes afirmaban que su intención era “destruir la venerada Constitución de 1857”, argumento que se combatió desde todas las trincheras del “liberalismo”.
La efervescencia electoral se reflejó en el importante número de partidos y candidatos inscritos para la ocasión, destacando el 13° distrito electoral de Puebla, con cabecera en Tlatlauqui, en el que se registraron 31 propietarios y 44 suplentes a ocupar el escaño que les correspondía.
En la Ciudad de México se registró una intensa lucha por el voto entre los partidos Constitucional Fronterizo y Liberal Nacionalista, el primero de ellos fundado en 1912 y presidido por Ernesto Lozano efectuó la designación abierta de sus candidatos el 30 de septiembre en un gran meeting en el Tívoli del Eliseo de la colonia San Rafael, en el que resultaron nominados los generales Eduardo Hay, Ignacio L. Pesqueira, Antonio Norzagaray, Fernando Vizcaíno y Alfredo Rodríguez; los escritores Ciro B. Ceballos, Rafael Martínez Rip-Rip y el también secretario de la Universidad, don Alfonso Herrera; el joven ingeniero y fundador del periódico El Universal, Félix F. Palaviccini, y los señores Amador Lozano y Gerzayn Ugarte.
Del Liberal Nacionalista figuraron el ingeniero Melquiades Angulo, el licenciado José Inés Novelo y Leopoldo Salazar, quienes junto con los generales Hay y Rodríguez no alcanzaron a obtener su credencial al constituyente, pues al serle negada la licencia militar al general Vizcaíno este no pudo recibir su constancia.
Gracias a las personalísimas órdenes de Carranza a efecto de garantizar la paz social e imparcialidad en el proceso electoral, solo en 28 distritos de los 218 que conformaban el mapa electoral no se realizaron los comicios y, si bien es cierto que se registraron algunas irregularidades, no hubo “derramamiento de sangre”, como había vaticinado la rémora del porfiriato dedicada a denostar el proceso.
En resonancia a la afirmación del periodista y político decimonónico español Antonio Aparisi y Guijarro (autor del epígrafe de este artículo), así comenzó el proceso que permitió la formulación de los derechos y deberes sociales y laborales que se plasmarían en el pacto político del 5 de febrero de 1917.

