Por Norma Salazar
Primordialmente, diversos países eran Estados confesionales que respetaban sus respectivas constituciones o por precepto de un monarca que el Estado reconocía una religión oficial. En el prólogo de Las Batallas del Estado Laico escrito por el investigador, sociólogo, historiador Roberto Blancarte escribe “Lo primero que debemos anotar al respecto es que en México tenemos, constitucionalmente, no un Estado laico, sino un República laica”. En efecto, la reforma del artículo 40, que consistió en introducir la palabra Laica, llevó a la siguiente redacción: “Es voluntad del pueblo mexicano constituirse en una República representativa, democrática, laica, federal, compuesta de Estados libres y soberanos en todo lo concerniente a su régimen interior; pero unidos en una federación establecida según los principios de esta ley fundamental”. Por ello, no era de extrañarse que el clero interfiriera en argumentos de Estado. Hoy los Estados se expresan aconfesionales o laicos, es decir, un Estado laico trata a todo ciudadano por igual tanto a los creyentes de cualquier religión como a los no creyentes, en este ámbito evita la discriminación referente a lo religioso sin favorecer alguna. Hay una separación entre la Iglesia y el Estado.
La Constitución Mexicana de 1917 en su artículo tercero constitucional señala que en nuestro país la educación debe ser laica y gratuita. Ahora, otra gran batalla es por el proceso de Reforma al artículo 24 en nuestro tiempo sigue causando controversias entre filósofos, intelectuales, políticos, líderes religiosos que conforman el alto clero, etcétera.
Podemos focalizar a través de nuestra historia que la Iglesia Católica ha estado de manera relevante directa o indirectamente, herencia colonial. Veamos una frase correcta que está vigente a nuestros tiempos actuales: Lucas 25 en la Biblia: “Pues dad a César lo que es del César, y a Dios lo que es de Dios”, si lo hubiéramos comprendido desde un principio de no entrelazar la política con la religión nos hubiéramos evitado muchas discusiones.
Qué decir en el Estado Vaticano que se mueve geopolíticamente entre estas dos vertientes políticas y religiosas en un espacio frágil, y a pesar de todo tiene un posicionamiento mayor a la vista del mundo por más de 40 años que ha ganado respeto más con el actual pontificado de su Santidad Francisco.
El economista y analista en asuntos religiosos escribe bien que hoy en nuestros días sigue siendo Las Batallas por el Estado Laico, sin olvidar la educación en total libertad.
“La agenda moral como tutela conduce a la Iglesia a politizar sus contenidos y valores religiosos. Rivera y Valdemar reivindican su derecho a inducir el voto de los católicos por aquellos candidatos o partidos que preservan los principios cristianos frente al aborto, los homosexuales, las nuevas parejas, etcétera. Incluso en diversas ocasiones el cardenal ha invocado la desobediencia civil cuando está en radical desacuerdo con iniciativas gubernamentales”.
Nicolás Maquiavelo escribe en su libro El Príncipe: “El poder político no viene de Dios, sino de la sociedad, es decir, de la gente”, no hay que olvidar que Maquiavelo fue un cuestionador del poder del Papa y por ende de la religión; insistía que había un poder político total.

Por ello, había que instituir una distancia juiciosa con la autoridad política, ya que disponía de medios de coerción que no podían ser utilizados para sus fines políticos y las autoridades religiosas no debían valerse del poder político para cuestiones de conciencia o de doctrina religiosa. Está claro, a lo largo de la historia ambas posiciones han tenido relevantes encuentros y, hoy en la actualidad, es necesario reconocer una autonomía entre ambas posiciones.
Pero en estas batallas cabe resaltar que existen instituciones religiosas que ejercen un papel importante dentro de la sociedad. Comunidades se hacen escuchar de manera libre, tal es el caso de la Iglesia la Luz del Mundo asentada en Guadalajara.
“Desde sus inicios, la Iglesia tuvo claridad al ofrecer un proyecto religioso que contempla la oferta integral. Además de la dimensión creyente, abarca diferentes áreas en lo social, económico y político. Como los nuevos movimientos religiosos en América Latina, la Iglesia la Luz del Mundo tiene una copiosa base popular. Si bien su origen se finca en sectores rurales y migrantes en Guadalajara”.
La contraparte oscura en la religión es todo lo que se asocia para explotar a las masas, el hombre se vuelve codicioso, indolente, egoísta, inmoral, abusa y quiere acaparar estratos sociales, fronteras, razas y religiones, esta pérdida de poder se refiere a la pérdida de valores que ha ocupado la humanidad, la falta de espiritualidad entendida como una búsqueda individual de los propios valores o de un sentido por qué vivir, la creencia, la fe del ser humano.
“El derecho a la libertad religiosa en las sociedades modernas demanda un comportamiento laico al Estado, a los poderes públicos, para establecer la equidad y no favorecer a ninguna confesión en especial ni a una comunidad religiosa en lo particular, aun si ésta es mayoritaria”.
El clímax de esta discusión se establece en el papel religioso entre su función social no política con respeto al ser humano y sus derechos como tal. La Declaración Universal de Derechos Humanos nombra “la dignidad inherente” de “todos los miembros de la familia humana”.
Declaración que en la mayoría de las religiones se predica el amor por todos los seres humanos y la necesidad de actuar cuando se viola la dignidad humana.
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