Beatriz Pagés

Beatriz Pagés al dar su discurso en la ceremonia de los Premios Nacionales de Comunicación José Pagés Llergo.

Esta ceremonia tiene sin duda un sentido histórico: busca reconocer el genio de los mejores hombres y mujeres de todos los ámbitos sociales, políticos y culturales, para mantener vivo el nombre de José Pagés Llergo, uno de los periodistas más libres que haya dado México.

Con motivo del 400 aniversario de la muerte de Miguel de Cervantes decidimos incorporar, a la lista de premiados, al país que regaló al mundo el Quijote de la Mancha. Símbolo universal de justicia y libertad, que José Pagés Llergo adoptó como emblema editorial de la revista Siempre!

Pagés consideró que su principal misión en la vida era defender la libertad de expresión, la democracia y los derechos del hombre. Pero también creyó que esa defensa no era defensa si se hacía sembrando odios, alentando fanatismos e imponiendo verdades como si fueran dogmas irrefutables.

Los premios que hoy se entregan fueron pensados como una respuesta, una llamada de atención a lo que hoy sucede en el país.

Y lo que hoy sucede en México tiene que ver con un secuestro: con el secuestro de la razón, la democracia y los derechos humanos, por quienes consideran ser los dueños de la verdad, de la ley y la moral pública.

Paradójicamente, quienes más demócratas dicen ser son, a todas luces, los más autoritarios. Son quienes asaltan escuelas, bloquean autopistas y vandalizan ciudades para impedir que los niños más pobres de México reciban clases.

Son quienes han hecho de la defensa de los derechos humanos, no un acto de justicia, sino un negocio.

Son quienes niegan derechos a las “otras víctimas” de la delincuencia: al policía, al soldado, al ciudadano que no forma parte del activismo políticamente correcto y que, por esa razón, se les considera seres de tercera, cuarta o quinta categoría.

Hoy dedicamos el Premio José Pagés Llergo a las “otras víctimas”.

A las Fuerzas Armadas, al Ejército Mexicano, a sus soldados, a esos hombres y mujeres, a esos jóvenes casi niños, procedentes de los estratos más pobres, que salen a las calles y a las comunidades, que penetran sierras y cañadas para enfrentar el crimen organizado, y cuyo honor, valor, es devorado, incluso después de muertos, por la mezquindad.

Las amenazas y atentados contra los jueces responsables de atender casos relacionados con el crimen organizado hacen hoy más grande la lista de las “otras víctimas”.

El asesinato de Vicente Antonio Bermúdez Zacarías, juez quinto de distrito en materia de amparos y juicios civiles federales, cimbró la conciencia nacional, no porque se tratara de un caso nuevo sino por lo que mostraron las imágenes sobre su deceso.

Un video donde quedó en evidencia la facilidad con que los cárteles pueden mandar asesinar, con absoluta impunidad, a un juez que no satisface sus demandas.

Las imágenes son escalofriantes no solo por tratarse de un hecho de sangre, sino porque dan testimonio de la orfandad e indefensión en la que se encuentra el Poder Judicial frente al poder de la delincuencia.

Este certamen se hace también en honor de quienes asisten y dan de comer al migrante; a quienes construyen la cultura de la transparencia para erradicar la corrupción e impunidad; a las mujeres que desde el derecho, la ciencia y la medicina trabajan por la justicia, el medio ambiente y la salud.

Esta noche, queremos contar la “historia del otro”. La historia de la justicia a secas.

Lo haremos aun y cuando no pudimos entregar el premio al “ciudadano ejemplar” a Gonzalo Rivas. A ese humilde trabajador fallecido al tratar de evitar que la delincuencia, disfrazada de lucha social, incendiara la gasolinería donde trabajaba.

Y no pudimos a causa de la “sin razón” que nos impidió entrar en contacto con su familia.

Se trataba, con ello, de rendir también homenaje al escritor Luis González de Alba (1944-2016), quien había pedido, antes de morir, que se le entregara a Gonzalo la medalla Belisario Domínguez.

El Premio José Pagés Llergo busca reconocer el talento del periodista, del comunicador, del líder, del académico, del servidor público, y ser, al mismo tiempo, una voz contra la insultante desigualdad social, la violencia, la corrupción e impunidad.

Grietas que tienen herido el país. Fisuras que tienen postrada el alma mexicana, pero que no podemos pretender curar con el filo del odio o el ácido del fanatismo y la intolerancia.

Discurso pronunciado por Beatriz Pagés  durante la entrega del Premio Nacional de Comunicación José Pagés Llergo el pasado 18 de octubre.

@pagesbeatriz