Incrementar la portación de armas
Por Luis Humberto Fernández Fuentes
En los últimos días ha estado en la opinión pública la idea de permitir que los ciudadanos puedan contar con un arma en sus negocios o automóviles, lo que ha generado opiniones diversas entre académicos, empresarios, políticos, organizaciones sociales y ciudadanía.
Sin embargo, es importante considerar que en un país como el nuestro, donde todos los días se pierden vidas por arma de fuego, la propuesta resulta peligrosa e irresponsable.
De acuerdo con un informe realizado en 2014 por el Centro de Estudios Sociales y de Opinión Pública de la Cámara de Diputados, se calcula que, en nuestro país, de los 15 millones de armas circulantes, 85 por ciento es ilegal. Nuestra nación se está armando sin limitación.
Experiencias de países donde se ha permitido la portación de armas, como es el caso de Estados Unidos, nos muestran que no es la solución. De acuerdo con The New York Times, en este país la tasa de mortalidad por homicidios con armas es de aproximadamente 31 por cada millón de personas, lo que equivale a que diariamente 27 personas son tiroteadas en el año.
En los últimos días he recibido llamadas telefónicas de personas molestas por mi posición en contra de la portación de armas en negocios o automóviles. La mayoría ha mencionado argumentos entendibles y algunos brillantes, aunque no los comparto, otros parecieran provenir de “rambos” que vieron muchas películas de acción y sólo quieren portar armas en el carro como símbolo de poder.
Cuando se expone la idea se citan datos sobre el incremento de robos y secuestros, lo que invoca al sentimiento de ira, frustración y enojo, pero la realidad es que la portación de armas no disminuye estos delitos, lo que provoca que un robo se vuelva homicidio. Es un argumento para la emoción, no para la razón o el interés público.
La principal fragilidad de la propuesta radica en que la mayoría de quienes están a favor de la portabilidad de armas de fuego piensa que imperará la racionalidad para decidir en qué momento utilizarlas, sin embargo no ha reflexionado que puede enfrentarse a personas con temperamentos diferentes y que pueden tener momentos de ira o estrés, por ejemplo: con quien les cerró el paso en la mañana o con un vecino que puede estar armado. Hay casos de riñas callejeras en las que salen a relucir las armas de fuego y terminan con muertes.
Un caso que vale la pena comentar es que hace unos días, transitando por la Calzada Zaragoza, observamos una barda de una ferretería que dice: “Si grafiteas no respondo por tu vida”. Estoy seguro de que el dueño de la ferretería abogaría por tener un arma y defender su propiedad, pero ¿hace sentido que le dispare a una persona que pinte su pared?
Si bien enfrentamos la falta de capacidad del Estado para garantizar seguridad de la vida, los bienes y el patrimonio de los ciudadanos, este problema no se resuelve con más armas en la calle y en los domicilios. Esa solución únicamente lo complica y profundiza.
México necesita de manera urgente una ruta de pacificación y reconciliación nacional. Los argumentos sobre los que la propuesta de portación de armas está basada son falsos, están unidos a intereses políticos y económicos.
Es de llamar la atención que los argumentos planteados en defensa de la portación de armas son los mismos de la Asociación Americana del Rifle o su versión mexicana, que representa lo más conservador de la política y lo más agresivo contra el país, pero que en lo esencial solo defiende el negocio de la venta de armas. Debemos de ser cuidadosos de dos cosas: no traer a México esta agenda funesta, ni ser funcionales a los comerciantes de la muerte, pero sobre todo la idea es peligrosa porque se puede hacer muy popular en una sociedad molesta.
Otro argumento de que no existe Estado que defienda a los ciudadanos y, por lo tanto, se deben armar es también de suma irresponsabilidad, significa renunciar a la aspiración de mejorar la seguridad pública, es un “sálvese quien pueda” y el reconocimiento de la incapacidad para proponer una ruta de solución viable para México.
El hecho irrebatible es que no existe un solo estudio serio que demuestre que la portación de armas ayuda a mejorar la seguridad pública. Toda la evidencia implica que mayor número de armas en hogares y negocios se traduce en más muertes, y no necesariamente de delincuentes.
Los estudios muestran que quienes tienen armas en su casa no las utilizarán para su defensa. Refieren que en la mayoría de los casos se utilizaron para suicidios; atacar a un familiar, en especial mujeres; accidentes por menores de edad, y únicamente un porcentaje mínimo fue para repelar alguna agresión.
¿Qué es lo que conviene a México? Lo sensato es la propuesta del Dr. Mancera de despistolizar el país. Actualmente quien es detenido y presentado ante la PGR por portar un arma de manera ilegal es puesto en libertad en unas horas, por lo que pensar que podemos y que debemos cambiar el país a través de portar más armas es tan absurdo como peligroso.
Si bien todas las sociedades presentan signos de violencia, el tema es cómo se controla el conflicto y cómo se resuelve. La violencia se limita a través de instituciones que funcionen, es justo en ello en lo que debemos trabajar.
Senador de la República