El mundo aún no se repone de la victoria de Donald Trump y el peine por fin salió. Este viernes, Rusia reconoció que tuvo contactos con el equipo del ahora presidente electo de Estados Unidos durante su campaña electoral. Así lo admitió Serguei Riabkov, viceministro de Relaciones Exteriores ruso, quien además especificó que en Moscú eran bien reconocidos varios de sus colaboradores más estrechos; incluso algunos que ostentaban altos cargos de responsabilidad.

El funcionario del Kremlin reconoció también que cuando se enteraron de la victoria del magnate rubio los diputados recibieron la noticia con aplausos. Señaló que para Rusia era importante estar pendiente de los comicios estadounidenses debido a los posibles cambios políticos que se registrarían en la Casa Blanca. Su preocupación principal eran la seguridad internacional y la forma de resolver los conflictos globales, mismos que han inducido provocaciones como en el caso de de Siria y el Cáucaso. Esto era precisamente a lo que se refería Hillary Clinton cuando denunciaba los hackeos de la inteligencia rusa al comité demócrata y las constantes acusaciones sobre la cercanía de Trump con Moscú. Al menos así parece ser luego que un ex asesor de la campaña trumpista confesó haber dirigido negociaciones comerciales con el país del oso rojo.

Ahora, el vicecanciller ruso aseguró que buscarán tener un diálogo constructivo con el nuevo gobierno estadounidense, ni más ni menos que “a través de la cooperación constante”. “Con respecto al diálogo con la futura administración de Trump y los canales que utilizaremos, también hemos empezado a trabajar en ello”, agregó el funcionario.

Pero a todo esto reluce el porqué contra Clinton. Putin al parecer tenía facturas por cobrarle desde 2011 cuando la entonces secretaria de Estado apoyó a manifestantes que denunciaban un fraude en las elecciones parlamentarias, lo cual fue considerado como la mayor ola de protestas antigubernamentales desde la caída de la Unión Soviética. Por su parte, la cadena estadounidense CNN acusó directamente a Rusia de intervenir en las elecciones  a la que calificó como un “poder enemigo que concretó muy bien su movida”. Aquí cabría recordar que podrían haber subestimado la mente brillante de Putin como director de los servicios de inteligencia postsoviéticos. Sólo para que lo sepan, las reacciones en las redes sociales sobre las elecciones norteamericanas, advierten ahora que “la culpa no es de Rusia sino del propio Partido Demócrata por elegir una candidata terrible y corrupta”.

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