Gerardo Yong

El nuevo gobierno de Donald Trump ha despertado muchas expectativas también en Europa, prueba de ello es la actual situación que enfrenta la Unión Europea tras la salida de Reino Unido, uno de los miembros más importantes del bloque multilateral más grande de la historia. La política de Trump busca, en el caso de Europa, renegociar las bases de la Organización del Tratado del Atlántico Norte (OTAN) y, al igual que el Tratado de Libre Comercio de América Latina (TLCAN), suspender el Tratado de Asociación Transatlántica para el Comercio y la Inversión (TTIP).

En entrevista con Siempre!, la internacionalista de la UNAM con estudios en la Universidad Libre de Berlín, Angélica Hernández, comenta el panorama que vislumbra el Viejo continente sobre las políticas del nuevo mandatario estadounidense.

¿Qué se espera del gobierno de Donald Trump en Europa? Expertos opinan que tiende más bien a un tipo de aislacionismo en detrimento del neoliberalismo que durante décadas ha predominado en el continente, apoyado por la influencia de Wall Street.

Es difícil pensar que un país como Estados Unidos opte por una posición aislacionista y mucho menos en el ámbito económico. Vivimos en un mundo donde las cadenas productivas están conectadas y, en ese sentido, a pesar de  que Trump haya amenazado durante su campaña con deportar a más de once millones de trabajadores indocumentados, esa posibilidad implicaría la reducción de su  competitividad en términos comerciales.

 

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Ello conllevaría una serie de retos para los cuales la Unión Americana no está preparada a razón de  la desaceleración económica  que prevalece en todo el mundo, en un contexto en el que además persisten bajos precios en las materias primas. Esa posibilidad, puede  traer problemas a corto plazo para la economía norteamericana y, por lo tanto, me resulta difícil pensar que Trump no va a tomar en cuenta esos indicios y va a aislarse de sus principales socios que son China y México, pero también en buena medida de Europa, ya que son aliados históricos.

Si bien es cierto, que puede tomar una postura más proteccionista sobre ciertos sectores —a los cuales favorezca—, aún así necesita mantener una cierta relación estrecha con los países europeos, y sobre todo tendremos que analizar  la forma en que se va a ir dando en los próximos años, principalmente en el corto plazo.

Tendría cuidado en analizar o pensar que se va a desligar de Europa. Hay que reconocer que Europa ha cambiado desde la Segunda Guerra Mundial, sobre todo a partir del proceso de integración, ya no es la misma. Si bien el proyecto de integración europeo tuvo un fuerte golpe con el Brexit, que implicó la salida del Reino Unido de la estructura europea. Pensar que buscaría una especie de alianza con otros países me resulta complicado.

En las declaraciones de la propia canciller Angela Merkel, cuando lo felicitó por su victoria en las elecciones en Estados Unidos y que le señala el hecho de que comparten valores, como los que tienen que ver con la democracia y el respeto a los derechos humanos, a los cuales se le pueden sumar los valores económicos que comparten países de la Unión Europea y Estados Unidos.

Ambas regiones han compartido estos valores liberales tanto en la política como en la economía, por lo que cuesta trabajo pensar que aún con la llegada de Trump esto vaya a cambiar, lo que sin  duda  cambiaría es el estilo, y  la forma en que la que se abordarán ciertas temáticas, sobre todo en el ámbito comercial y con un énfasis muy importante en el ámbito de la seguridad, que es quizá en donde hay más preocupación por parte de Europa, no necesariamente en el ámbito comercial.

Otro elemento es que ambas regiones representan el 60 % del PIB mundial, por lo que  pensar en que Trump va a encontrar esa clase de alianza con otros socios como Rusia, me cuesta trabajo. Cierto es que Rusia es un actor muy importante en el escenario mundial, pero éste no comparte muchos de los valores y formas de hacer política y negocios que sí comparte con Europa.

Se dice que los elogios de Trump a Putin dejan entrever un nuevo tipo de eje estratégico que dejaría atrás a la Guerra Fría, mostrando a las dos potencias más fuertes del mundo, en la alianza más grande y fuerte del mundo, ¿Cuál sería tu perspectiva? 

Si bien podemos reconocer a Rusia como una potencia, lo cierto es que, donde encuentro el acercamiento entre estos dos personajes —Donald Trump y Vladimir Putin—, sería en la cuestión de Ucrania. Si la política estadounidense decide tomar una posición mucho más conservadora respecto a su incursión  e influencia en ciertas áreas del mundo, sería en Ucrania, pues éste país desde la perspectiva de los rusos,  forma parte de la esfera de influencia de Rusia.

Vladimir Putin

Ahí es donde consideraría la posibilidad de un acuerdo, en lugar de pensar que se van a volver socios, o bien que tendrían una relación estrecha;  como sí la ha tenido con sus socios europeos. Aquí el atenuante es el tema de la OTAN, la seguridad de Europa que es una organización que históricamente se construyó en el contexto de la Guerra Fría y que ha ido evolucionando, hasta incluir a nuevos miembros.

A Trump lo que le preocupa es que Washington sea el principal miembro de la OTAN, que contribuye en  mayor medida a la organización, pues  los EEUU contribuyen con el 70 por ciento del gasto militar que necesita el bloque, el resto se distribuye entre Grecia, Reino Unido y otros países como Polonia y Estonia. Ninguno de los demás aliados europeos aporta más del 2 por ciento a la manutención de esta alianza y es de ahí de donde viene el reclamo contra sus socios europeos y sus dudas respecto a la OTAN.

Por otra parte, prevalece el hecho de que Rusia tiene una importante influencia dentro de la región, lo que es evidente en la importancia que tiene Ucrania para Moscú. El territorio ucraniano es trascendental para el Kremlin no sólo por sus intereses estratégicos, sino también comerciales. Es el caso de los ductos del gas natural que proviene de Rusia y pasan por su territorio para llegar a la Unión Europea.

Esos aspectos siempre ha sido un tema muy volátil donde los europeos han tenido una posición muy cuidadosa en su relación con Rusia y Ucrania. En ese sentido, Estados Unidos siempre ha sido  un miembro de la OTAN que ha respaldado la posición europea en el reclamo a Rusia, la aplicación de sanciones  y su influencia en la zona.

En el sentido económico, ¿cómo afectará a Europa el hecho de que no se active el TTIP, lo cual se pensaba que pasaría a partir del próximo año?

El tratado en sí mismo siempre fue un acuerdo que se mantuvo bajo escepticismo por parte de ciertos sectores de la Unión Europea por ejemplo de la sociedad civil. Asimismo,  ha sido sujeto de suspicacias tanto del lobby económico-comercial de Estados Unidos como de la Unión Europea. Su intención de manera general es reducir el monto de las tarifas, sin embargo el principal punto de inflexión sería en el ámbito de la regulación en términos de las disputas que pudieran surgir y de las controversias entre los actores económicos mutuos.

Por ejemplo, las controversias asociadas a las denominaciones de origen de productos agroalimentarios y del proteccionismo que existe en torno a ello, como el etiquetado de los productos. Esos aspectos, en Europa están muy regulado y en Estados Unidos no lo está tanto, sobre todo en lo que respecta a productos transgénicos. Este tipo de regulaciones han sido constante tratadas en el acuerdo y que pueden generar controversias en términos de sectores muy  importantes como el agro alimentario en Europa, en la industria automotriz en Estados Unidos, en la farmacéutica, los derechos de propiedad intelectual, las tecnologías de la información y en este acuerdo lo que se ha percibido, por parte de la sociedad civil,  es que ha privilegiado más la labor de los cabilderos del tratado.

El caso de Theresa May en el Brexit, el conservadurismo ultraderechista de Jean Marie Le Pen en Francia, la posición de Donald Trump, muestra una ola de dirigentes neoconservadores que han emergido últimamente..

Es cierto en el caso europeo. Son varios factores que han contribuido al auge de partidos conservadores en Europa. Esto en parte tiene que ver con la crisis económica que surgió en 2008 y de la cual se han recuperado lentamente; pero también,  por la crisis de los refugiados en Europa que han originado ese odio a los inmigrantes, que también es un poco el discurso que recuperó también Trump durante su campaña.

El Brexit ciertamente fue un golpe importante para la integración europea en términos de definir las prioridades que iba a tener la Unión Europea en los próximos años sobre todo en el aspecto económico, migratorio y en la consolidación del mercado único europeo. Sin embargo. el fortalecimiento de esta ola conservadora lo identifico más como la deuda de los países europeos con las nuevas generaciones respecto a mantener al menos el modo de vida que tenían antes de la crisis económica, ya que estas crisis son el terreno para que estos partidos de corte nacionalista utilicen el discurso de odio y proteccionista para ganar lugares en la política en esos países de la Unión Europea.

¿Cómo enfrentaría Alemania el gobierno de Donald Trump?

La política de Angela Merkel es pragmática, no necesariamente está institucionalizada en términos de práctica y forma. Algunos piensan que la llegada de Trump podría favorecer al liderazgo alemán en la Unión Europea, sobre todo de cara a que Reino Unido decidió salirse del bloque, sin embargo, esto no es tan cierto porque el costo que esto tendría para un país como Alemania sería muy alto, tanto política como económicamente.

El gobierno de Merkel  ha sido fuertemente criticado por manejar una posición de puertas abiertas en torno a los refugiados. Si bien su papel como mediador, en las relaciones entre Occidente con Putin, ha sido importante, no necesariamente podría favorecer al país, sobre de cara a las elecciones del próximo año.