Eduardo Rodríguez-Baz

El nuevo gobierno del conservador Mariano Rajoy, calificado de continuista por toda la oposición española, desentona con las ofertas de diálogo y entendimiento prometidas por el mandatario para afrontar su segundo mandato en minoría.

Acostumbrado a gestionar desde la intransigencia, el reelecto presidente del Ejecutivo deberá asimilar un difícil ejercicio de tolerancia si, como confesó públicamente, pretende un mandato estable y duradero frente a un Parlamento adverso.

Tras más de 300 días de interinidad, el líder del derechista Partido Popular (PP) logró renovar el cargo el pasado 29 de octubre, pero no por méritos propios, sino gracias a la controvertida abstención de su tradicional rival, el Partido Socialista Obrero Español (PSOE).

El político de 61 años, que gobernó con una mayoría absoluta en su primer periodo (2011-2015), fue incapaz de pactar con otras fuerzas representadas en el Congreso de los Diputados, incluso después de las elecciones de junio, repetición de las realizadas en diciembre de 2015.

Sus 137 escaños, en una Cámara baja de 350, quedan lejos de los apoyos ineludibles para poder afrontar las reformas que -según él- precisa el país.

Tampoco resulta suficiente el sostén que le podrían brindar los 32 diputados de Ciudadanos (C’s, centroderecha), quienes sí votaron a favor de su investidura, pero que optaron por mantenerse fuera de una administración del PP para intentar cambiar algunas de sus políticas.

Incluso con el apoyo de esa agrupación, considerada afín a los conservadores y cuarta con mayor representación parlamentaria, Rajoy no conseguirá una mínima estabilidad sin alcanzar puntuales acuerdos con los socialistas, segundos en el Congreso con 84 bancas.

Si bien facilitó que el conservador revalidara mandato, el PSOE, sumido en una profunda crisis de identidad y sin liderazgo tras la forzosa dimisión de su secretario general, Pedro Sánchez, anticipó que buscará acabar con las reformas más polémicas aprobadas por el PP.

Frente al desgarro de la centenaria organización, la coalición Unidos Podemos, con 71 asientos en la Cámara baja, se presenta como la verdadera oposición al recién estrenado ejecutivo, que por primera vez en mucho tiempo tendrá que lidiar con una izquierda consolidada.

Aunque no se comprometieron a dar estabilidad a la derecha, salvo la abstención para permitirle gobernar, Rajoy aprovechará la situación de fractura y debilidad en las filas socialdemócratas para sacarles alguna adhesión a sus impopulares medidas.

No estoy dispuesto a derribar lo construido. Se puede mejorar, sin duda, pero no puedo aceptar su demolición”, advirtió Rajoy previo a la segunda y definitiva votación de su investidura, en la que finalmente recibió la confianza del Congreso.

Una postura inflexible que contrastó con el tono dialogante y conciliador mostrado 48 horas antes del 29 de octubre, cuando dijo ser consciente de las dificultades que implicaba un gobierno en minoría y prometió trabajar para ganarse los apoyos cada día.

Su actuación en la pasada legislatura, sin embargo, no es un buen presagio para cualquier negociación, habida cuenta de que entonces abusó de la hegemonía parlamentaria para aprobar sin debates sus propuestas y no se granjeó aliados entre los partidos de la oposición.

Hasta agrupaciones tan cercanas ideológicamente al PP, como Ciudadanos, alertaron al gobernante que terminó el tiempo de ignorar al órgano legislativo.

Frente a un parlamento hostil y fragmentado, el mandatario tendrá que poner a prueba su capacidad de diálogo o, de lo contrario, recurrir a un as bajo la manga: convocar a unas elecciones anticipadas si siente que su desventajosa situación le impide gobernar.

Mariano RajoyCon esa prerrogativa de disolver las Cortes (parlamento bicameral), que podrá ejercerla a partir de mayo de 2017, penalizaría sobre todo al PSOE, cuyas bases tardarán bastante en recuperarse de la amargura que les provocó la entrega del poder al PP.

Gobierno de escaso recorrido

En la composición de su flamante gabinete, destacan, como novedades, la salida de los ministros de Exteriores, Interior y Defensa que lo acompañaron durante su primera etapa.

Sin embargo, Rajoy mantuvo en sus puestos a los tres titulares del área económica: Luis de Guindos en Economía, Cristóbal Montoro en Hacienda y Fátima Báñez en Empleo.

Una decisión que el PSOE y Unidos Podemos, segunda y tercera fuerzas en el Congreso, desautorizaron por continuista.

Sobre todo, por la política de duros recortes sociales y laborales aplicados por esos tres departamentos durante la anterior gestión del reelecto gobernante, cuando el PP tenía mayoría absoluta en la Cámara baja con 186 de sus 350 escaños.

Con esos ministros, “Mariano Rajoy no ha hecho un gobierno para el diálogo”, lo cual augura serias dificultades para generar entendimiento, vaticinó Mario Jiménez, portavoz de la comisión gestora que de manera interina dirige el PSOE.

El líder de Unidos Podemos, Pablo Iglesias, afirmó que la nueva administración seguirá “haciendo recortes” y “plantea pocas garantías” en la lucha contra la corrupción.

“Es más de lo mismo”, resumió Iglesias respecto al recién estrenado equipo ministerial, donde repiten siete funcionarios.

Criticó la continuidad de De Guindos y Montoro en las carteras de Economía y de Hacienda, respectivamente, cuando -denunció- son la dupla de los recortes, del sufrimiento social y de la ineficacia económica.

En ese núcleo duro muchos analistas incluyen también a la vicepresidenta Soraya Sáenz, que gana poder con el área de Administraciones Territoriales.

La considerada mano derecha de Rajoy tendrá que enfrentar el que está llamado a ser uno de los principales desafíos del gobierno en los venideros meses, el proceso unilateral de independencia declarado por la región de Cataluña.

El secretario político de Unidos Podemos, Íñigo Errejón, pronosticó una corta duración a la presidencia del máximo dirigente de la derecha española, ante su debilidad en el Congreso de los Diputados.

Segundo en las filas de la coalición de izquierda, Errejón advirtió que todo dependerá de la actitud que adopten los socialistas y Ciudadanos.

El de Rajoy puede ser un ejecutivo de escaso recorrido si sus “rehenes”, en alusión al PSOE y C’s, se mantienen firmes, auguró el joven dirigente.

Para el también portavoz parlamentario de la tercera agrupación con mayor representación en el Congreso, el gobierno del PP es débil tanto “en la calle como en el parlamento”, donde, a diferencia de su anterior mandato, se encuentra ahora en minoría.

A su juicio, el gabinete de Rajoy es continuista, pues es el mismo que se encomendaba “a la Virgen”, apretaba a “los de abajo” y daba “a los de arriba”, firmaba “recortes” en Bruselas y castigaba a las familias, los trabajadores y los autónomos.

Quienes aguardaban aires de cambios en las huestes conservadoras tendrán que seguir esperando.