Nora Rodríguez Aceves
El tiempo corre. El 15 de septiembre pasado, el reloj empezó a avanzar para la Asamblea Constituyente de la Ciudad de México (CDMX), encargada de construir por primera vez en la historia del país un marco jurídico para nuestra gran metrópoli, que concentra a cerca de nueve millones de habitantes. Una de las urbes más grandes y extensas del mundo, en donde encontramos una diversidad de personas, infraestructura, geografía e historia.
Con la reforma política para la ciudad de México proclamada por el presidente de la república el 29 de enero de 2016, el Congreso de la Unión determinó que sería facultad exclusiva del jefe de Gobierno, elaborar y emitir el proyecto de Constitución política, que será discutido, en su caso modificado, adicionado, y votado por la Asamblea Constituyente que se instaló el 15 de septiembre, el mismo día en que iniciaron los trabajos de análisis y discusión del Proyecto de Constitución Política de la Ciudad de México, redactado por un grupo de notables elegidos por el jefe de Gobierno, Miguel Ángel Mancera.
Los tiempos son claros: el próximo 31 de enero de 2017 es la fecha límite para aprobar la Constitución de la Ciudad de México, y que el 5 de febrero se promulgue el texto que por primera vez en la historia de México regirá a la capital de la república.
Los plazos
A menos de dos meses de que se cumpla el plazo establecido por los legisladores federales para entregar el texto de la Constitución, las opiniones se dividen entre los que aseguran que no estará listo el documento para esa fecha, y los que afirman que sí se cumplirá el mandato.
Político con una larga trayectoria y experiencia en las lides legislativas y hoy como diputado constituyente, Jesús Ortega dice: “tenemos tiempo, comprendo que es difícil. Hace mucho tiempo que no se hacía un constituyente, que en hechos inéditos como el caso de la Ciudad de México se tarde algún tiempo en comprender la trascendencia de que esta ciudad tenga una Constitución y que sea considerada una entidad de la federación con autonomía en sus decisiones, como los otros estados de la república”.
A veces cuesta trabajo que algunos personajes o actores políticos se den cuenta de que este hecho transformará la vida de la ciudad y del país. Lo menciono porque en un inicio los trabajos han sido lentos, por esa misma circunstancia, y luego no sé si voluntaria o involuntariamente ha habido procesos que detienen, hacen lento el ritmo, o prácticamente paralizan cualquier trabajo de carácter legislativo.
Eso ya está superado. Hemos entrado en un proceso en concreto de análisis y de discusión de todos y cada uno de los títulos de los capítulos y de los artículos del proyecto que presentó Miguel Ángel Mancera, el jefe del Gobierno, al Congreso Constituyente.

Jesús Ortega
“Trabajamos intensamente, casi 12 o 14 horas diarias, atendiendo las múltiples reuniones de las comisiones. Cada diputado está posibilitado de pertenecer a dos comisiones; tan solo pertenecer a dos comisiones obligaría a utilizar todo tu tiempo. Pero hay, como en mi caso, que presenté iniciativas diversas, que no están localizadas solo en dos comisiones, sino también en otras”.
Así, el tiempo debes distribuirlo para atender las comisiones a las que pertenecen, pero también para atender las comisiones en donde están radicadas tus iniciativas u otras que te interesan, las haya presentado otra persona u otro grupo parlamentario.
Las mil propuestas ciudadanas
Hay más de mil iniciativas presentadas para modificar el proyecto del jefe de gobierno; muchas son propuestas ciudadanas, que en un hecho inédito se posibilitó que los ciudadanos presentarán propuestas para su Constitución y que modifiquen la propuesta que presentó el doctor Mancera.
Ello ha provocado que el proceso de discusión sea complejo y lento, sin embargo tengo la certidumbre de que saldremos adelante con los plazos establecidos en la propia reforma.
No pasa nada
Si se diera el caso de no poder entregarla el 31 de enero próximo, no procede nada legalmente, ni sería catastrófico. “El Congreso Permanente, las cámaras de Diputados y de Senadores establecieron que la Constitución de la CDMX debía aprobarse el 31 de enero de 2017 para que en el marco de la conmemoración de los cien años de la Constitución General de la República, el 5 de febrero, se pudiera promulgar la de la Ciudad de México”.
Para algunos legisladores es útil y les interesa que se dé la entrega como un acto conmemorativo de los cien años, pero un acto de tanta relevancia como es la Constitución de una entidad no puede hacerse mal o apresurar el tiempo para cumplir con plazos fatales en razón de fechas o conmemoraciones históricas, por lo tanto, habrá una Constitución.
Sin embargo, no llegaremos a agotar la fecha, más bien estoy en la idea de que cumpliremos con los plazos que el propio Congreso de la Unión estableció, y que el 31de enero tendremos el proyecto.
La opción
Si el 31 de enero no hay una Constitución aprobada, “los constituyentes tendríamos que ponernos de acuerdo. No hay posibilidad de que se frustre que los capitalinos, hombres y mujeres, tengamos una Constitución”.
Por eso nos hemos constituido en un Congreso Constituyente con soberanía, una soberanía que nos da el pueblo que votó y que nos dan los propios diputados y senadores de la República que representan también una soberanía más allá de la capital, constituidos en un Congreso Constituyente.
Podemos tomar decisiones, posiciones que no enfrenten a la Constitución General de la República, no habrá nada que la enfrente; pero en el uso de nuestra autonomía, de nuestra soberanía como Congreso Constituyente podemos hacer algunas adecuaciones.
“Me imagino que alguien, en Querétaro hace casi cien años hubiera dicho: no hay Constitución porque se pasaron dos días del tiempo establecido, o porque se pasó una semana no habrá Constitución. No veo a los constituyentes de 1857 no aprobando una Constitución porque se alargaron un poco más del plazo, a un país o a una ciudad que se autoniegue su carta magna simplemente porque no se cumplió con una formalidad de tiempo. Esa situación no debe estar en la percepción ni en la concepción de los constituyentes de la Ciudad de México”.
Carta de buenos deseos
Apenas iniciamos el debate y ya hay editoriales y artículos descalificando al Congreso Constituyente. Se han especializado en descalificar todo lo público y a todos los políticos, no podía ser diferente con el Congreso de la Ciudad de México, aunque nadie cobre, ni tenga asesores, ni un equipo de personas o una oficina.
Todos los días estos grupos conservadores y reaccionarios nos descalifican, si es gubernamental y si es de la gente, hay que descalificarlo por cualquier razón. Hoy hablan de los derechos, ¡bueno!, ni tanto que queme al santo ni tanto que no lo alumbre. Sería la irresponsabilidad escribir una Constitución para que, como otras, no se cumpla, o una Constitución que no tenga derechos, porque según esa visión conservadora los derechos existen según el dinero que tengamos, ¡no puede ser! Es lo verdaderamente reaccionario; hay que buscar los equilibrios.
Puede haber algunas reformas que no nos gusten, pero no hay que ser absolutistas. Tengamos tolerancia para leer todas las propuestas, incluso las de personas que no tienen ninguna preparación jurídica pero que perfilan una idea, gente que no son constituyentes, pero que emplearon su tiempo para escribir una iniciativa y darse tiempo para venir, presentarla y esperar para que la sellen; ¿hay que despreciarlas? ¡No! , hay que atenderlas.
Pese a los obstáculos
Tendremos Constitución, aunque haya obstáculos. He dicho que puede haber intenciones para que no haya una Constitución, pero ahora tengo que reconsiderar y no tener un prejuicio. Voy hacer todo el esfuerzo para que la tengamos. No voy a descalificar a nadie, en todo caso voy a rebatir o a estar en contra o a confrontar o a votar en contra, pero hay que atender, y en ese ánimo hay que ver todas las propuestas. Algunas nos parecerán equivocadas, hay que rebatirlas con argumentos en lugar de descalificarlas, es mejor este comportamiento, es la mejor actitud.