Nora Rodríguez Aceves
“Desde la época del presidente Carlos Salinas de Gortari se inició una curiosa transformación del entonces Departamento del Distrito Federal. A lo largo de los años y de diversas reformas constitucionales, se ha convertido en un híbrido en el que se perdió la naturaleza de un DF, pero no alcanzó la de un estado más, para quedarse en la nebulosa definición de entidad federativa”, recuerda Ismael Reyes Retana, abogado constitucionalista.
La reforma a la Constitución Política de los Estados Unidos Mexicanos en materia política, todavía del Distrito Federal, que da origen a la Constitución de la Ciudad de México, era completamente innecesaria. Nos la vendieron bajo el argumento que era muy importante, ahora se llamaría la Ciudad de México (CDMX) en lugar de Distrito Federal ¡falso! siempre se llamó la Ciudad de México.
Anteriormente la Constitución decía: la Ciudad de México es el Distrito Federal, su naturaleza jurídica era de un Distrito Federal.
También nos vendieron como gran logro que se tendría una Carta Magna, en donde no hay un gran avance si lo comparamos con el Estatuto Orgánico que se tenía antes. Es algo completamente innecesario, pero bueno ya se reformó la Constitución Federal y hay el mandato para que se haga la Constitución de la Ciudad de México.
Al conocer el pasado 15 de septiembre el proyecto de Constitución redactado por un grupo de selectos elegidos por el Jefe de Gobierno, Miguel Ángel Mancera, nos damos cuenta de que hay pocas cosas rescatables, que cae en vicios y se están regulando una serie de cosas que no deberían de estar.
La extensión, en los últimos 10, 15 años ha existido la tendencia de incluir materias que no deben estar o no se deben en la constitución, sino en leyes secundarias o incluso en reglamentos.
Los notables
En opinión del constitucionalista, el grupo de notables que redactó el proyecto no estaban capacitados para esta tarea y como ahí tenemos la prueba, “el proyecto que enviaron, si se revisa nos damos cuenta que era gente de muy distintas extracciones, con forma de pensar muy distinta”.
En lugar de haberse enriquecido y llegar a consensos para poner lo que realmente era importante, se ve que lo que acordaron es: quiero que se ponga tal cuestión; déjenme que la ponga y a cambio dejó que ustedes pongan lo que quieran, se dio una especie de concertacesiones. Cada quien puso las cosas que quería, incluso las ocurrencias que pensaban. Con lo que se logró un documento que no tiene ni si quiera una línea discursiva clara, son ocurrencias.
Los selectos
Espero que los selectos hagan un mejor trabajo, hay gente muy capacitada, muy buen intencionada y hay otra que solo está ahí por sacarse la foto como lo hemos visto en las noticias, ni se han presentado a las sesiones.
La soberbia presente
Muchos constituyentes hacen declaraciones soberbias, Porfirio Muñoz Ledo casi se compara con Morelos al decir que lo que estaba haciendo era tan importante como lo que hizo Morelos. Alejandro Encinas se comparaba con los constituyentes del 17, hay una gran diferencia.
En la instalación de la Asamblea Constituyente, el diputado de Morena, el abogado Javier Quijano, cuestionó durante horas que el Presidente o las Cámaras de Senadores y de Diputados nombraran constituyentes, argumentó que se violó la Constitución, lo cual era absurdo. La Constitución era la que mandataba esto, se veía que era nada más para estar retrasando las cosas y polemizando en cuestiones que no eran de forma, ni siquiera importantes.

Ismael Reyes Retana
Los Diputados Constituyentes elegidos podrán concluir los trabajos en el plazo establecido, 31 de enero de 2017, “nuestra Constitución federal se discutió en muy poco tiempo, no fue más de cuatro meses, finales de 1916 principios de 1917, un periodo muy breve, pero ahí la ventaja es que se envío un proyecto muy bien hecho, que mucho se basaba en la Constitución de 1857 y eran unos constituyentes muy preparados”.
Espero que estos constituyentes si lo puedan hacer. De no concluir los trabajos para esa fecha, no existe ninguna sanción, se le conoce como normas imperfectas, podrían exceder ese plazo sin ningún problema y es preferible que no cumplan con los plazos constitucionales a que salga una constitución hecha al vapor y remendada.
Sostiene que desde su punto de vista el Constituyente “no podrá cumplir con los tiempos, si fuese así, difícilmente será un texto adecuado, muchas veces la gente quiere que prevalezcan sus ideas más que pensar en la utilidad que tendrán esas ideas y en la constitucionalidad que tendrán esos artículos que están proponiendo”.