No sólo México se enfrenta a la problemática administración de Donald Trump, también Cuba está en su mira. Los escasos avances que se registraron durante el gobierno de Barack Obama respecto a Cuba, podrían cambiar una vez que Trump asuma el poder. Un día después de la muerte del legendario dirigente cubano Fidel Castro, el rubio millonario advirtió que si La Habana no se esmera en dar un cambio sustancial a su política, dará por terminado el acercamiento iniciado por su contraparte saliente.

De hecho, este fue su mensaje enviado al pueblo cubano en ocasión de los nueve días de exequias de Fidel, de quien no perdió la oportunidad para calificarlo como un “brutal dictador que oprimió a su pueblo durante seis décadas”. Trump afirmó que en cuanto tome poder iniciará gestiones “para garantizar que los cubanos puedan comenzar de una vez su camino hacia la prosperidad y la libertad”. Usando un tono enérgico para complacer a la comunidad cubano-americana de Florida que le dio su voto en las elecciones, el magnate rubio aseguró que podría revertir todos los avances logrados en las relaciones bilaterales de los dos últimos años, que han contribuido al restablecimiento de relaciones exteriores, el arribo de cruceros y la llegada de vuelos comerciales. Precisamente, hoy lunes, se confirmó que el primer vuelo comercial llegó a la capital cubana, en un hecho sin precedentes en más de medio siglo de confrontación. El futuro jefe de gabinete, Reince Priebus, dejó en claro que Trump interrumpirá el proceso de acercamiento de Estados Unidos a Cuba.

Otra señal de este endurecimiento lo es el nombramiento de Mauricio Claver-Carone, un consumado anticastrista que estará encargado de revisar la política económica con Cuba. Actualmente dirige el US-Cuba Democracy PAC, una instancia que promueve el embargo contra la isla. Específicamente, lo que Trump tiene entre ojos, es lo mismo que las anteriores administraciones republicanas han exigido: mayor apertura democrática, libertad a presos políticos y fin a la represión gubernamental.